Ni cansados ni perdidos
Mi 2014 fue el mismo que el tuyo,
por eso lo narro en una primera persona que eres tú, que soy yo, que somos
todos: que es Venezuela.
Fue un año severo, rudísimo,
desgarrador y atiborrado de heridas, lo único pertinente para mí es decir que
terminamos de pie: ni cansados ni perdidos. Armados, eso sí, de una furia ética
-y nacional- cada día creciente, ardiendo nuestro corazón de orgullo patrio
(¿desde hace cuánto tiempo no sentíamos la bella palabra “Venezuela” latir en
nosotros en cada aliento?), con la mirada afilada y fija puesta en un futuro de
libertad cada día más visible: ahí está -la libertad- la vemos, está cerca, nos
convoca, quiere abrazarnos, hay que seguir bregando, hay que seguir luchando,
no te canses, depende de ti, depende de mí, depende de nosotros.
Sigue, estamos cerca.
¿Paz sin libertad?
En mi caso -permítanme la primera
persona que somos todos- en el 2014 el régimen y su organismo de “seguridad
nacional” (Sebin) asesinó a gente de mi círculo más íntimo, encarceló y torturó
amigos y compañeros de lucha, disparó en la frente del futuro del país (sus
estudiantes), sodomizó la moral ciudadana y desmembró -con su disparatada dictadura
fallida- la dignidad de la patria de Miranda, de Sucre y de Bolívar.
Mi voz -mis artículos que son
escritos por ti, por nosotros a coro- está bordada sobre dolores, quejidos,
llantos y agonías que jamás imaginé que nos tocaría vivir. En ese sentido, no
soy -no somos- otro opinador más que se expresa desde la comodidad ni soy -ni
somos- cheerleaders (animadoras) desde una tribuna (como otros), soy -como tú-
un herido que sigue luchando, que no se cansa, que entiende que tanto
sufrimiento y dolor nos ha acercado a la meta.
Por ello mis recursos (todos),
mis facultades (todas), mis esfuerzos (todos) están al servicio de la libertad,
enfocados ene ella. No cesaré, no cesaremos hasta lograrla. Falta poco.
Entiendo las penas propias y
ajenas que ha causado esta lucha, me disculpo desde lo más hondo de mi ser con
aquellos que han sufrido más que uno, porque seguramente ellos han sido más
decididos y briosos que nosotros, pero la mejor compensación a su dolor y
sufrimiento es seguir hasta lograr la liberación de Venezuela de la peste
chavista y persistir hasta sanarla y reinventarla hacia un país más humano y
libre, más próspero y justo.
Sí, seguir y persistir para que
las generaciones futuras no se lamenten, duelan ni sufran más nunca lo que
nosotros hemos sufrido todos estos años y el 2014 en especial.
Paz sin libertad es esclavitud y
Venezuela no es ni será jamás una nación esclava. Nuestro alzamiento moral y
político es la única posibilidad cierta que tienen nuestros hijos de no ser
súbditos de un disparate.
¡Alcémonos!
2014: la herida imborrable y la
libertad
El 2014 hilvanó una herida en
nuestro espíritu que no borrará jamás.
Estamos heridos, es cierto, muy
heridos, pero no muertos. Y mientras nuestro aliento sea capaz de empañar una
lámina de vidrio tendremos fuerzas suficientes para luchar y alcanzar esa bella
cumbre espiritual que es la libertad.
La libertad, es decir, la
posibilidad de “escoger” y “alcanzar” nuestros sueños de ser, de hacer y de tener,
sin que el régimen nos imponga su escogencia (¿“patria socialista o muerte” es
de hombres libres?), ni nos impida alcanzar nuestros anhelos, persiguiéndonos,
encarcelándonos o asesinándonos.
Entendí -entendimos-, como nunca,
la envergadura a veces lacerante, otras gratificante, siempre muy vivida y
sentida de tener un sueño de libertad antagónico a la dictadura y luchar por
alcanzarlo: la muerte que conlleva, la prisión, la persecución, el
hostigamiento, el camposanto y sus lágrimas…, sus lágrimas.
Sin embargo, estamos de pie, con
las botas puestas, desempolvándonos el dolor, secando nuestros lamentos,
afilada más que nunca nuestra conciencia crítica y preparándonos para el
“milagro venezolano” como -sublime- señala María Corina (cómo admiro a esa formidable
mujer venezolana, por aquí la saludo y abrazo su fortaleza: ella es precursora
de la Venezuela que nace).
La herida imborrable que imprimió
el 2014 en el espíritu de la nación nos despertó y nos hizo comprender que la
libertad no es una invocación romántica o un simple cliché político, no, la
herida imborrable del 2014 convirtió a la libertad en un sentimiento, una
razón, una causa que, pese a las heridas, enalteceremos con nuestros actos.
No hay duda: lo lograremos, falta
poco, muy poco.
Hay que seguir.
¿”Feliz” año 2015?
No sé si será “feliz” el año
2015, sé que será rudo e intenso, sé que el sufrimiento crecerá y sé también
que muchos lamentos invadirán nuestra voz. Pero también sé que si no encaramos,
si no luchamos, si no nos movilizamos y protestamos será aún peor, seremos los
esclavos bufos de una autocracia disparatada.
Hay que luchar en todos los
escenarios noviolentos. Toda gran nación lo ha hecho, se ha fundado bajo
circunstancias penosas y adversas, el sueño de libertad de sus mejores mujeres
y hombres, de sus próceres, se ha impuesto.
Y la mejor Venezuela en el siglo
XXI eres tú, soy yo, es el artista y el empresario, la trabajadora y el
ganadero, la madre y el padre, es la hija y el hijo, la hermana y el primo, es
el chofer y el panadero, el pescador y la que siembra, Venezuela es el
compositor y la pianista, el hombre honesto y la mujer decente, el trabajador y
la maestra, el intelectual y el carpintero, somos nosotros que no nos rendimos
ante el disparate dictatorial de Maduro ni le hincamos la rodilla a la perversidad
y corrupción chavistas.
Y somos mayoría. Tenemos un sueño
de libertad que sólo nos hará felices si lo imponemos. Dependerá de ti y de mí,
de nosotros. Es nuestro tiempo.
Todo nacimiento trae consigo su
dolor, y este año otra Venezuela nacerá.
Esa Venezuela, recuérdalo,
asúmelo, muéstrala, está en ti.
Esa Venezuela eres tú.
Nace…
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