La conflictividad social que
padecemos los venezolanos muestra la magnitud del problema que afronta el Gobierno
y que solo puede resolverse con un cambio del modelo socio-político
Lo que era impensable unos años
atrás, cuando el proyecto político del régimen se fundamentaba en el
aislamiento de la sociedad civil disidente, en su reclusión a un estado de
oposición permanente, pasó a ser la mejor opción posible ante las difíciles circunstancias
que vive el país.
La conflictividad social que
padecemos muestra la magnitud del problema que afronta el gobierno y que solo
puede resolverse con un cambio del modelo socio-político que ha venido
desarrollando.
La hecatombe financiera, la quiebra
de los servicios sociales, la marginación, el desempleo, el engaño, la forma
perversa en que se presentan las esperanzas de redención en tiempos de
desintegración social, el desmoronamiento del gobierno y del chavismo, han
determinado que la otrora multitudinaria adhesión al régimen muestre un
inexorable descenso. El modelo que se nos ha querido imponer ya no se percibe
como una alternativa para la cohesión social sino como un factor de exclusión y
segregación dentro de la sociedad venezolana.
Representa, para el ciudadano
común, un rotundo fracaso que no le compensa el castigo y las dificultades que
confronta por las fracturas sociales y la creciente pérdida de condiciones de
vida. Se ha comenzado a entender que es moralmente inaceptable la destrucción
del país por un gobierno ineficiente y corrupto que pretenda clasificar a las
personas e instituciones en dignas e indignas, dependiendo del grado de
adhesión y lealtad con el régimen.
La posibilidad que tiene la
disidencia, en el evento electoral del próximo año, de conquistar
democráticamente el espacio institucional donde proponer una nueva alternativa
para conducir los destinos de la Nación avanza sostenidamente. Estos tiempos de
profunda crisis económica, de estancamiento político, de amenazas gubernamentales
contra la seguridad y paz comunitaria, de desprestigio del régimen, de la
represión a las ideas y valores modernizadores, van edificando la demanda de un
conjunto de valores alternativos a los que preconizan quienes tomaron el poder
en 1999.
El ambiente es, por tanto,
propicio para poner sobre la mesa una revisión de todo lo acontecido hasta
ahora, examinar la caducidad del sistema operante, la falsedad de los
fundamentos mismos del Socialismo del siglo XXI y el fortalecimiento de la
tradición venezolana diferenciada del marxismo. En fin, una obligada
rectificación a la deformación operada en los valores de nuestra sociedad.
Recuperada la capacidad de acción
y la autoestima de la disidencia nacional propiciada desde posiciones ganadas
en los comicios, se abre la oportunidad para participar activamente en la
orientación del país y para reafirmar los valores de libertad de los
venezolanos, la visión del país que queremos y la pluralidad democrática que el
gobierno sistemáticamente ha desconocido. Depende de nosotros. El futuro será
nuestro si logramos coordinar nuestra voluntad para construir una auténtica
unidad para la redención.
POR PEDRO LUIS ECHEVERRÍA
No hay comentarios. on "EL TIEMPO HA LLEGADO"