ESCIPIÓN, VENEZUELA Y LOS ELEFANTES

Venezuela requiere de algo como un sueño de Escipión el Africano, militar noble al que Cicerón enaltece en su Sobre la República. Macrobio narra el sueño. Nosotros debemos desterrar de la realidad los microbios que enferman nuestra vida política.
El sueño revela las recompensas de la virtud en la otra vida. Venezuela desespera por otra vida. Un despertar virtuoso. Un amanecer sin odios. Una realidad mejor, sin la ley del poder caprichoso. Soñar despiertos la recompensa de la vuelta a la razón, la verdad, el bien, la libertad y la justicia.


Mucho podemos aprehender de Cicerón el estoico, y de Escipión victorioso. Más cuando el poder irracional atenta contra nuestra naturaleza. La adversidad es el fin de los actos de la tiranía roja. Por ello, la fortaleza es para uno esencial defensa. ¡Resistencia! Hay que arrancar de raíz la maleza.

Lo propio de la estrategia es la victoria, nos dice Aristóteles en su Ética Nicomaquea. La unión con voluntad y estrategia, es fuerza con inteligencia. La victoria sobre la demagogia es posible. Pero primero debemos estar convencidos que esta es una realizable tarea.

Escipión, general que encarna la virtud universal del militar, enfrentó todas las adversidades imaginables e impensables. Su historia es real. No es un sueño. Derrotó al más temible de los generales: Aníbal. Su ingenio fue clave de su éxito. Aníbal tenía entre sus armas, la más táctica, a los más grandes elefantes africanos. Enfrentarlos parecía imposible. Vencer, más aún.

Pero el joven Escipión, cual Odiseo, máximo ejemplo del ingenio, ordenó sonar todas las trompetas al unísono, dirigidas a los elefantes, los cuales huyeron despavoridos en bandada, dividiendo el ejército cartaginés. Aníbal huyó sin remedio, deambulando por años a escondidas. Terminó suicidándose con veneno.

La tiranía roja nos apabulla con sus elefantes. Nos amenaza con arrollarnos. Se burla de nuestras capacidades. Nos invita a la derrota. Anticipa nuestra cobardía. Los venezolanos de la libertad no poseemos armas de guerra para defendernos de la tiranía y la opresión. “El supremo recurso de la rebelión” escrito y consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no es cosa ligera a considerar. ¿Cómo rebelarnos sin armas frente a la despótica roja?

Parece ingenuo defendernos de una tiranía por medio de los usos de la democracia. Empero, Escipión, aún con legiones romanas, armadas hasta desde las sandalias hasta el cabello, con escudos y espadas, con entrenamiento bélico y dispuestos a usar las armas, se ingenió una estrategia para desarticular y volver las principales armas de Anibal contra su propio ejército. ¡Espantar a los elefantes! ¡Voltearlos en su contra!

Si miramos nuestra realidad a la distancia, tal como recomienda Andrés Bello para tener claridad, observaremos un escenario bélico. Un país en ruinas, dirigido por bandas criminales en las zonas populares. Pranes en los más altos cargos. Mentirosos profiriendo barbaridades en coro, queriendo inducirnos al letargo. Con el más absoluto dolo, nos están hundiendo el barco.

Estamos haciendo agua y necesitamos recuperar el timón, el gobierno. Esta es nuestra única misión. El motín democrático es un fin. Ingeniemos como Escipión. ¡Espantemos los elefantes! Al unísono. ¡Unión!


Por Mario G. Massone

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