Kluiverth Roa fue asesinado por
un policía en Táchira en una manifestación. Roa tenía sólo 14 años.
Desgarrador. Escribir esa oración
me descompone. Un niño asesinado por el Estado en una manifestación pública.
¿Alguien me va a devolver a mi
hijo? Gritó su mamá en la morgue de San Cristóbal, destruida por su pérdida
irreparable.
José Frías y Julio García fueron
detenidos y desaparecidos por la policía en una manifestación en Mérida. Los
cadáveres fueron encontrados con signos de tortura y con las manos amarradas.
Pinto tenía 20 años y García, 22.
Fueron ajusticiados. Jóvenes
secuestrados, torturados y asesinados por el Estado.
Maniatados y muertos también
aparecieron Yasmi Tovar y Luis Aranyi en los Flores de Catia. Tovar tenía 22 y
Aranyi 23 años.
La semana entre el 17 y el 24 de
Febrero será recordada como una semana negra en nuestra historia. O roja. Cinco
jóvenes asesinados con tiros en la cabeza. Todos asiduos manifestantes contra
el Gobierno.
Lo que sucedió esta semana es
gravísimo. Exigimos justicia. El Gobierno debe una respuesta inmediata. Cada
hora que pasa sin que se aclaren los hechos, los compromete.
La nuestra ha sido una generación
irreverente. Rebelde. Luchadora. Los jóvenes venezolanos hemos demostrado
nuestro descontento en las calles. Descontento con un gobierno incapaz de
detener los asesinatos. Descontento con un gobierno incapaz de promover
oportunidades para progresar. Descontento con un gobierno autoritario que no
respeta la democracia.
Lo ocurrido nos involucra a
todos. En mis años como estudiante participé en docenas de manifestaciones
pacíficas junto a miles de compañeros universitarios. Todos mis amigos y
conocidos han participado en alguna manifestación. Una gran mayoría de los
venezolanos hemos participado en alguna manifestación pública. El mensaje es
claro, esto podría pasarle a cualquiera por expresar su opinión en público.
Kluiverth, José, Julio, Luis y
Yasmi tenían razones de sobra para protestar. Lo jóvenes hemos soñado con un
país inclusivo, democrático, seguro. Hemos soñado con un país donde podamos
hacer vida en paz. Tener familia. Ser productivos. Un país donde no te juegues
la vida por participar en una manifestación.
Todos les debemos exigir justicia
y mantener la lucha por esas razones.
Las desapariciones y los
asesinatos desde el Estado parecían espantos del pasado en Latinoamérica. Lo
sucedido esta semana en Venezuela se suma a lo ocurrido en Iguala el año pasado
con los estudiantes mexicanos. Parecían pesadillas del pasado, no lo son.
Ante estas atrocidades, no cabe
el silencio.
Los venezolanos hemos perdido la
esperanza en los gobiernos oportunistas de nuestra región, convertidos en
cómplices mudos de la tragedia humanitaria en nuestro país. Sin embargo,
mantenemos la esperanza en los ciudadanos de nuestros países hermanos. En
particular en los jóvenes latinoamericanos.
Esperamos que mientras más callen
sus gobiernos, más duro se oigan las voces que denuncien lo que sucede en
Venezuela.
Kluiverth tenía sólo 14 años. Eso
me rompe el corazón.
¿Alguien me va a devolver a mi
hijo?
Entre la bala homicida y el grito
de una madre, ahí si sólo cabe el silencio.
Por: Roberto
Patiño
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