Ya se ha vuelto una costumbre
enterarnos de la violencia que nos agobia por las redes sociales o páginas de
noticias en la red porque los medios privados (una verdadera minoría) están
dedicados a la farándula o a las noticias fatuas y los medios públicos (que son
la mayoría, incluidos los privados que se han plegado a los intereses del
régimen y los asignados a testaferros boliburgueses) cubren los shows
politiqueros que, de tanto en tanto, montan en esas tramoyas que son la
Asamblea Nacional y el Palacio de Miraflores.
Mientras tanto los respetuosos
órganos de seguridad del Estado, aunque parezcan más de represión por la saña
de sus actuaciones, les ha tocado salir a lo James Bond a acabar con todas las
conspiraciones que pretenden atentar contra la revolución, por lo que buscan y
capturan a esa mezcla de Jack El Destripador, Hanibal Lecter y Dorangel Vargas
(digo por el despliegue policial) que debe ser el alcalde metropolitano Antonio
Ledezma quien conspiraba para derrocar a Nicolás Maduro a través de remitidos
de prensa, allanan la sede de un partido político opositor y reprimen a
estudiantes por exigir el respeto a la voluntad popular que eligió al
gobernador de la mancomunidad de municipios que hacen vida en la Gran Caracas.
Es que en Venezuela para acabar
con la falta de profesionalismo y la chapucería en los órganos de seguridad del
Estado de la IV se decidió que las policías debían tener una universidad que
formase a su gente en el respeto de los derechos humanos, las libertades
ciudadanas y la resolución de los problemas de seguridad (no son inventos míos
eso dice su sitio web).
Ni secta, ni imperio
De ahí que ningún paisano, no
tiene que ver con las insinuaciones entre el exmandatario y el mandatario, ha
sido sometido a torturas, a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes
desde que se inauguró ese dechado de bondad y misericordia que es la Policía
Nacional Bolivariana.
Lo del agente 007 viene a
colación porque hacia 1989 a Timothy Dalton le tocó interpretar en una
película, llamada “Licencia revocada” y luego renombrada “Licencia para matar”,
al mítico agente secreto que mientras perseguía a un narcotraficante es
suspendido del MI6 (aun no aparecían los testimonios del Leamsy Salazar contra
algún Dios revolucionario) por lo que decide acabar con todo el mundo.
En nuestro caso, los agentes
socialistas, revolucionarios y antiimperialistas formados bajo la égida de un
militar golpista y amparados en una resolución ministerial de otro golpista,
también salieron a acabar, no a los narcotraficantes, a los paramilitares, a
los que cobran vacunas o al hampa común, sino a unos estudiantes.
Realmente no importa si los
policías que disparan venían de la IV o son de la V. El policía y presunto
asesino de Kliuberth Roa no se adiestró en una secta de derecha, ni en el
imperio norteamericano, tenía 7 años cuando llegó este oprobioso régimen con su
discurso de odio, creció al amparo de las normas y órdenes de quienes hoy están
en el poder y estudió en una universidad que crearon para la seguridad.
Culpables y responsables
Desde siempre las policías
venezolanas han sido vistas con ojerizas. Llámense chácharos gomeros, Seguridad
Nacional, DIGEPOL, DISIP, policía metropolitana y más recientemente policía
nacional bolivariana o SEBIN todas han tenido más de una oveja negra en su redil.
El problema siempre ha sido creer que todo se soluciona con cambios de nombres,
aunque se mantengan las prácticas arbitrarias, ilegales y violatorias de la
dignidad humana.
Por cierto el culpable del
asesinato del niño Roa ya está detenido y se le aplicará el peso de la ley, si
creemos en las declaraciones oficiales, solo falta que caigan los responsables:
el que sembró odio en los funcionarios (aunque no está, quedó su heredero), el
que autorizó el uso de armas letales para reprimir manifestaciones (que no le
valga padrino), el que rigió su formación policial donde lo evaluaron
psicológica y académicamente (así sea paisano del asesino), el que dirige la
policía en la entidad (no obstante haya prometido poner su cargo a la orden) y
finalmente la que cree que la inseguridad son “hechos aislados” que sesgan la
vida de venezolanos.
Debemos exigir se enjuicie a los
responsables y que se revoque a todos los funcionarios esa “licencia para
matar”, mientras tanto estamos a la merced de la anarquía, el desgobierno y la
ilegalidad que impuso este socialismo del siglo XXI.
Llueve… pero escampa
Por Miguel Yilales/@yilales
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