miércoles, 25 de febrero de 2015

¿ALGUIEN ME VA A DEVOLVER A MI HIJO?

Kluiverth Roa fue asesinado por un policía en Táchira en una manifestación. Roa tenía sólo 14 años.
Desgarrador. Escribir esa oración me descompone. Un niño asesinado por el Estado en una manifestación pública.
¿Alguien me va a devolver a mi hijo? Gritó su mamá en la morgue de San Cristóbal, destruida por su pérdida irreparable.
José Frías y Julio García fueron detenidos y desaparecidos por la policía en una manifestación en Mérida. Los cadáveres fueron encontrados con signos de tortura y con las manos amarradas. Pinto tenía 20 años y García, 22.
Fueron ajusticiados. Jóvenes secuestrados, torturados y asesinados por el Estado.

Maniatados y muertos también aparecieron Yasmi Tovar y Luis Aranyi en los Flores de Catia. Tovar tenía 22 y Aranyi 23 años.
La semana entre el 17 y el 24 de Febrero será recordada como una semana negra en nuestra historia. O roja. Cinco jóvenes asesinados con tiros en la cabeza. Todos asiduos manifestantes contra el Gobierno.
Lo que sucedió esta semana es gravísimo. Exigimos justicia. El Gobierno debe una respuesta inmediata. Cada hora que pasa sin que se aclaren los hechos, los compromete.
La nuestra ha sido una generación irreverente. Rebelde. Luchadora. Los jóvenes venezolanos hemos demostrado nuestro descontento en las calles. Descontento con un gobierno incapaz de detener los asesinatos. Descontento con un gobierno incapaz de promover oportunidades para progresar. Descontento con un gobierno autoritario que no respeta la democracia.
Lo ocurrido nos involucra a todos. En mis años como estudiante participé en docenas de manifestaciones pacíficas junto a miles de compañeros universitarios. Todos mis amigos y conocidos han participado en alguna manifestación. Una gran mayoría de los venezolanos hemos participado en alguna manifestación pública. El mensaje es claro, esto podría pasarle a cualquiera por expresar su opinión en público.
Kluiverth, José, Julio, Luis y Yasmi tenían razones de sobra para protestar. Lo jóvenes hemos soñado con un país inclusivo, democrático, seguro. Hemos soñado con un país donde podamos hacer vida en paz. Tener familia. Ser productivos. Un país donde no te juegues la vida por participar en una manifestación.
Todos les debemos exigir justicia y mantener la lucha por esas razones.
Las desapariciones y los asesinatos desde el Estado parecían espantos del pasado en Latinoamérica. Lo sucedido esta semana en Venezuela se suma a lo ocurrido en Iguala el año pasado con los estudiantes mexicanos. Parecían pesadillas del pasado, no lo son.
Ante estas atrocidades, no cabe el silencio.
Los venezolanos hemos perdido la esperanza en los gobiernos oportunistas de nuestra región, convertidos en cómplices mudos de la tragedia humanitaria en nuestro país. Sin embargo, mantenemos la esperanza en los ciudadanos de nuestros países hermanos. En particular en los jóvenes latinoamericanos.
Esperamos que mientras más callen sus gobiernos, más duro se oigan las voces que denuncien lo que sucede en Venezuela.
Kluiverth tenía sólo 14 años. Eso me rompe el corazón.
¿Alguien me va a devolver a mi hijo?
Entre la bala homicida y el grito de una madre, ahí si sólo cabe el silencio.


Por:  Roberto Patiño

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