El silencio y la humillación
Lo silencié, era previsible.
Diosdi (Cabello) no pudo más con
la ridiculización que le marqué en la frente, con la letra escarlata de
corrupción con que rotulé su retaca y regordeta estolidez (por cierto, lo
próximo que hará es dieta, créanme). Simplemente no pudo, prefirió el silencio
y la humillación.
Entendió, o mejor, lo hicieron
entender que girarme una “orden de captura” porque le dije “pato feo” fue una
soberana pendejada. Lo entendió tarde, pero lo entendió.
Igual seguirá, Diosdi es torpe,
muy torpe, no se dará por vencido, hará todo lo posible porque el juicio siga,
porque la fiscalía me acuse y hasta solicite mi excomunión. También es
previsible. Se retorcerá de arrechará eso sí ante mi insolencia y rebeldía, lo
seguiré provocando, desafiando, ridiculizando, atizando como quien atiza un
cerdito para que chille, será sencillo, seguiré, me ha dado la oportunidad
perfecta para caricaturizar a la justicia venezolana ante el mundo y lo haré.
Ahora en mi defensa, como
mexicano (mi segunda nacionalidad), obrará una nación y un gobierno (lo cual,
como activista de los derechos humanos, agradezco públicamente).
Mi México lindo y querido, la
tierra vientre en cuya humedad fui concebido, me abraza y guarda en su regazo.
Comienza la verdadera fiesta
mexicana…
A soñar, a cantar
Quien sueña y canta una mejor
Venezuela invade el terreno de la política porque, pese a sus detractores, la
política es esencialmente un canto, un sueño a coro de nación.
La savia bruta, la fuerza vital
de la política son sueños e ideales de país. Por eso cualquiera puede hacer
política (aunque no todos la hagan bien), sólo hay que atreverse a soñar.
Un político es un soñador, en ese
sentido todos somos políticos porque soñamos y luchamos una Venezuela más
humana y libre. Sin duda la conquistaremos.
El reto del político es lograr
que su sueño se haga realidad, para ello trata de ganar voluntades en torno a
su ideal (aspira hacer de su sueño un canto común), se organiza para llegar al
poder por la vía democrática (a través de la suma de voluntades organizadas) y
así, desde él, materializar su visión.
El secreto de un buen político es
la organización de ideales y sueños comunes, y esa organización se perfecciona
y prevalece en el tiempo si promueve la participación protagónica de la
juventud en la invención del país.
Que la juventud volviese a soñar,
que la juventud volviese a cantar, que la juventud organizase su sueño y canto
común fue el desafío del amanecer del siglo.
Y lo logramos: hoy sueñan y
vociferan a coro la palabra “libertad”.
El derrumbe de la dictadura es
inevitable.
Las puertas abiertas del futuro
Uno de los peores males que
padeció la democracia venezolana a finales del siglo pasado fue despreciar a la
política, sobre todo impedir que los jóvenes tuvieran la posibilidad de
hacerla, soñando y participando en ella.
Cerraron las puertas a la
juventud, es decir al futuro, y claudicamos.
Además se nos educó con la falsa
idea de que la política era una vocación nefasta y ruin. Nada más incierto y
perjudicial. Por haber abandonado el sueño político, los nefastos y los ruines
(los chavistas) llegaron al poder y ahora no están dispuestos a desprenderse de
él.
Como políticos los chavistas
también sueñan, su sueño es la destrucción nacional: “Patria socialista o
muerte”; desde el poder no han hecho sino imponer su corrupta y destructiva
perversión.
Todo el que se atreve a soñar un
país distinto al de ellos es perseguido, apresado, torturado, sodomizado o
asesinado. Apresan momentáneamente nuestros cuerpos, pero no pueden apresar nuestros
sueños. Esa es su peor fatalidad.
Nuestro desafío comienza por
soñar distinto, tener esperanza y fe en la posibilidad cierta de una mejor
Venezuela, por hacer política; lo estamos haciendo y poco a poco prevalecemos.
Nuestro desafío es abrir las puertas
del futuro uniéndonos al canto y a la lucha de la juventud.
Mientras los venezolanos soñamos,
resistimos. Mientras los venezolanos resistimos, florecemos.
Sueña y resiste…, Venezuela
renace en ti.
El delito de soñar en libertad
A parte de llamar “pato feo” a
Diosdi, no conozco la causa penal por la cual el régimen madurista me quiere
apresar; no la conozco pero lo intuyó: cometí el gravísimo e imperdonable
delito de inducir a la juventud venezolana (a los estudiantes) a soñar en
Venezuela; es decir, los incité a hacer política.
Ese es mi delito: soñar en
libertad y promover que la juventud también lo hiciese. Según los códigos de la
injusticia dictatorial somos algo así como peligrosos “soñadores en serie”. Todos
lo somos. Nadie se salva.
La fuerza de nuestros ideales y
sueños nacionales debe organizarse. Nuestro crimen no debe cesar, ahora menos
que nunca. Sumemos nuestra voluntad a aquellas organizaciones que aspiran a una
pronta salida a la pesadilla chavista. Desafiemos la destrucción que nos impone
la dictadura.
Nicolás Maduro y Diosdi Cabello
son la patria socialista, es decir, son la muerte de Venezuela. Desafiarlos
soñando un país distinto, organizándonos, cantando a coro en las calles nuestra
libertad (no dándole la mano a los verdugos), los hará sucumbir, estamos cerca,
muy cerca de lograrlo. Pronto vendrá el empuje final.
¿Orden de captura a un país porque
sueña en libertad? Veremos.
Nuestro sueño comienza…
Gustavo Tovar| Twitter: @tovarr
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