¡LA INFLACIÓN ESTÚPIDO, LA INFLACIÓN!

La MUD conquistó el 6D las 2/3 partes de los miembros de la Asamblea. En presencia de la misión de acompañantes de UNASUR, de los expresidentes latinoamericanos, así como ante todo el país una vez que el CNE anunció los cómputos, el presidente Maduro reconoció los resultados, aunque ahora buscan otras vías para burlar la soberanía popular.
Al votar los venezolanos manifestaron su malestar por tres razones fundamentales: la inseguridad, la inflación y la escasez. La solución de esos problemas sigue estando fundamentalmente en manos del gobierno.

Pero la Asamblea debe dar respuestas y aclarar muy bien cuáles son sus atribuciones y facultades. Una responsabilidad prioritaria que tiene la Asamblea es la de contribuir a combatir la inflación. Para ello la Constitución pone en sus manos facultades para hacerlo por varias vías: a través del Presupuesto Nacional, a través del control del gasto público e impidiendo el déficit fiscal. Para ello es indispensable devolverle la autonomía al Banco Central, a fin de que este cumpla con las funciones que le son propias, la primera de las cuales es preservar el valor de la moneda.
Vale la pena detenernos aquí para explicar el origen de la inflación que nada tiene que ver con las monsergas del nuevo zar de la economía, quien pretende referirse a ella en términos dogmáticos, olvidando las variables de las cuales depende. Ella consiste en un aumento general del nivel de los precios que obedece a la pérdida del valor del dinero. Las causas de la inflación son diversas pero se produce inevitablemente cuando la oferta monetaria crece más que la oferta de bienes y servicios. Es el resultado de un gasto público deficitario y de un Banco Central que para financiarlo emite dinero en exceso.
Eso es lo que está ocurriendo en Venezuela. En el transcurso del año 2015 la oferta monetaria casi se duplica por la brutal expansión del dinero emitido por el BCV para cubrir un déficit fiscal del orden del 20% del PIB y un déficit en el flujo de caja de PDVSA de unos $ 19.000 millones. PDVSA ya le adeuda al Banco Central cerca de 145.000 millones de dólares por el financiamiento recibido. Mientras tanto el PIB cae en cerca de un 9%.
Decía Milton Friedman, Premio Nobel de Economía: “La única manera de acabar con la inflación estriba en no permitir que el gasto público crezca tan rápidamente”. Y agregaba: “Los gastos gubernamentales pueden ser inflacionarios o no. Serán inflacionarios, fuera de toda duda, si se financian creando moneda o imprimiendo billetes”.
Esa es exactamente la causa de que -según cifras del BCV- la inflación en Venezuela haya alcanzado el 270,7% en el 2015, con mucho la más alta del mundo.
Para impedir que los gobiernos puedan obligarlos a crear moneda e imprimir billetes destinados a financiar el déficit fiscal, en las economías modernas los bancos centrales son autónomos. Pero los gobiernos autoritarios se niegan a aceptarlo. Por eso tanto la Asamblea saliente como el presidente Maduro vía Habilitante, aprobaron a última hora medidas para liquidar totalmente la autonomía del Banco Central y quitarle al Parlamento las facultades que tiene en materia de designación de directores o destitución del Directorio. A la vez resulta insólito que quieran impedir que el Banco Central suministre informaciones estadísticas relacionadas con la inflación, PIB, déficit fiscal y otras. El gobierno pretende que tales datos sean un secreto de estado.
Vano intento del oficialismo. Se trata de facultades que tiene la Asamblea Nacional establecidas en los artículos 31, 319 y 320 de la Constitución. Aun los estudiantes de primer año de derecho saben que conforme a la Pirámide de Kelsen, la Constitución está por encima de las demás leyes y no puede ser modificada por vía de una ley, ni de una Habilitante.
Las referidas estadísticas ponen en evidencia el caos en que han hundido a nuestra economía. El gobierno cree que al ocultarlas a la población el impacto político sería menor. El grueso de la gente no tiene interés en informaciones técnicas, pero igual sufren a diario las consecuencias de la escasez y la inflación sin necesidad de que el BCV se los diga. A quien sí daña el gobierno es al aparato productivo y a los agentes económicos que necesita de esos datos para orientar sus inversiones y sus gastos, planificar la producción, realizar contratos, calcular el pago del ISLR y negociar contratos colectivos. Por supuesto, el daño agrava la escasez y contribuye a la caída del PIB.
El camino que está trazando el gobierno con su modelo, su incapacidad , su dogmatismo y su ignorancia, conduce inevitablemente a la hiperinflación y, peor aún, a una estanflación que es el peor cáncer que pueda padecer una economía y suele desgarrar el tejido social.

Por José Toro Hardy

@josetorohardy

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