Pocos interrogantes son tan
familiares, cotidianos y lacerantes como la pregunta: “¿Por qué no reacciona el
venezolano?” No hay ambiente social donde al inicio o final de la conversación,
no se haga la pregunta y, para evadir la humillación que genera sentirse
aludido, la plantea en tercera persona. A la mente le es más fácil (no más
eficiente) asumir que no es parte del problema y proyectar en los otros
interrogantes que deberían empezar por casa.
Miedo y chantaje
Activar la emoción miedo ha sido
una de las atroces estrategias para lesionar psíquicamente al poblador, combinándolo
con chantaje y culpar a los demás de los desastres. El pensamiento se obnubila
y la conducta de cordero o “esclavo” se logra sin mayor dificultad.
Ilusión y engaño
Insertar miedos “a lo macho” hace
más difícil lograr el deterioro humano que buscan los totalitarios, la
dominación se alcanza con una mezcla de terror, inseguridad, homicidios,
promesas, mentiras, ayudas, planes, ilusiones y escases sumado al control de
los poderes públicos y planes mediáticos engañosos mantenido por años convierten
al cerebro en un “tambor” hueco.
Insulsez y decepción
Generar hastió y decepción es la
cuota mórbida que se han reservado la mayoría de los líderes de oposición,
quienes no desperdician el descontento del pueblo para aparecer con mensajes
“chimbos” y soluciones inexistentes. Sin planes concretos ni mensajes
motivadores favorecen la emergencia de lo más negativo del mundo emocional.
Realidad
La realidad aturde y atropella la
lógica, una inflación voraz todos los días subiendo similar a la escalada de
pobreza, deterioro en la educación y salud. Otra cruel realidad los estándares
de calidad de vida de cualquier ciudadano en Latinoamérica no son las
referencias del oficialismo; lo alterado, malsano, dañino, trasgresor y enfermo
es el patrón.
Fantasía de inacción
Lo más letal que buscan los
regímenes totalitarios es hacer sentir paralizado e incompetente al poblador y
llevarlo emocionalmente a un Gulag tropical donde justicia, libertad y dignidad
son catalogadas desvaríos de la razón. Una de las metas más codiciadas es hacer
creer a los venezolanos que son pocas las posibilidades para salir del caos y
ganar abrumadoramente las elecciones del seis de diciembre de 2015 ( 6-D ) y
que el gobierno tiene un poder omnímodo. Si Lucifer aparece, y les pide una
prueba carnal de amor, no dudarían en dársela, con tal que prometa eternidad en
el poder.
Consecuencias
Venezolano discapacitado
Un ser discapacitado está
limitado funcionalmente para valerse por sí solo y la vida se le hace muy
difícil a no ser que reciba rehabilitación. El venezolano no puede salir a la
calle con libertad, está expuesto a ser asaltado, secuestrado o liquidado. No
puede disfrutar de actividades recreativas, el temor lo aplasta. No encuentra
alimentos, medicinas, servicios o bienes a no ser que pague la cuota humillante
de vivir como un inválido social que recibe migajas o “pellejos” que vienen de
otros países. No tiene oportunidades para vivir, esto significa un bloqueo de
sus competencias para trabajar, producir, consumir o morir de muerte natural.
Venezolano disfuncional
Los índices de homicidio,
agresión, torpeza relacional, irritabilidad, corrupción y deterioro de la salud
mental y física hacen que el venezolano funcione similar a situaciones de
hambruna, guerra o calamidades naturales.
Venezolano excluido
La desconexión entre los
venezolanos es descomunal, las redes sociales amainan algo esta tragedia, pero
para el humano sentirse incluido es indispensable la conexión personal. La
exclusión social es deletérea para los seres humanos, no es sorprendente que
afecte a una amplia gama de nuestras percepciones, cogniciones, afectos,
comportamientos y adaptaciones psicológicas.
Un país donde su gente se levanta
y acuesta corriendo desesperada por un pollo, unos gramos de azúcar, migajas de
harina y sufriendo por vivir no puede crear cohesión social. La distancia
psicológica entre los venezolanos es abismal, es una forma de vivir muy
desgraciada, para lo cual varios investigadores en neurociencia utilizan el
término de “dolor”. “Dolor” es lo que siente el excluido social y se activan
regiones cerebrales similares a las que se activan con el dolor físico. [1]
[1] Intrapersonal and interpersonal processes
of social exclusion.
Kawamoto T1, Ura M2, Nittono H3. Front
Neurosci. 2015 Mar 6;9:62.
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Escenarios
• !Es urgente despertar!, la
angustia con frecuencia hace creer que la solución es reaccionar de forma
abrupta y en manada.
• Qué en el año 2015 se den al
menos 16 protestas diarias laborales, por vivienda, servicios básicos,
alimentos, justicia, ¡es reaccionar!
• Qué el pueblo este lanzado en
las calles buscando que comer, como obtener algo de dinero y trabajando en lo
que lo deja el gobierno y el hampa, ¡es reaccionar!
• Que miles de venezolanos estén
luchando en otras tierras con la profunda ilusión de regresar muy pronto, ¡es
reaccionar!
• Que un 80% de los venezolanos
estén desesperados por salir del régimen, ¡es supereaccionar!
• Las sociedades son como los
líquidos, no tienen forma, tampoco son estáticas, siempre están en movimiento…
Alertas
• Claro que se necesitan mensajes
y liderazgos confiables y motivadores para darle soporte y neutralizar el gran
desencanto, apatía, tristeza y miedo que invade al venezolano.
• ¡Alerta roja! La reacción
implícita del pueblo venezolano esta activa, para pasar a la reacción explicita
lo más sensato es la conducción de un liderazgo inteligente. La reacción o
explosión anárquica no es lo más adecuado y beneficioso para una nación.
• ¡Alerta ultrarroja! Mentira,
caos y terror oficial siempre será la gran amenaza que busca convertir al
venezolano en idiota para apagarle su capacidad de reaccionar.
• Sin duda que el venezolano le
jugó una mala pasada a la desgracia, a pesar del ataque “vandálico” del régimen
y algunos dirigentes opositores, no se entrega, ¡Reacciona!
Por Luis José Uzcátegui
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