“¿Qué vas a hacer cuando
crezcas?” El niño responde con orgullo: “¡corrupto!” Y los padres no supieron
si reír, lamentarse o avergonzarse de la respuesta…
Me comentaban en estos días, a
propósito de todos los escándalos que han salido recientemente a la luz
pública, que “la corrupción de los venezolanos es genética”. Una frase dura con
la que algunos podrían, incluso, ofenderse, porque nos mete a todos en el mismo
saco. Pero, ante tanta olla podrida que se destapa, ante tanto guiso que se
descubre, ante tanta estafa que sale, ¡ante tanto bachaquero y raspacupo!
pareciera que, en efecto, ser corrupto está en los genes de los venezolanos, sólo
que a algunos les aflora más que a otros. La corrupción pasó a ser un rasgo
distintivo de nuestra sociedad, la versión “mejorada” y actualizada de la
viveza criolla, esa que ahora luce hasta inocente. ¡Muy lamentable!
opinan los foristas
Venezuela está ubicada en los
primeros lugares de los rankings de países más corruptos -¡qué vergüenza! El
desgobierno cacarea su lucha contra la corrupción, crea leyes, comisiones y
quienes terminan siendo objeto de las averiguaciones, son los zoquetes a los
que se les ocurrió rasparse el cupo electrónico de Cadivi comprando una gift
card en Amazon. Los peces gordos, los que han visto sus cuentas bancarias
foráneas-en dólares o euros- incrementarse groseramente, siguen chupando las
“mieles” que les ofrece, en bandeja de plata, un gobierno que, a punta de
controles y regulaciones, lo que ha hecho es propiciar el mejor caldo de
cultivo para que el germen de la corrupción se reproduzca aceleradamente.
Lo del Banco de Andorra, por
ejemplo, es uno de esos casos en los que se demuestra la complicidad con la que
ha actuado este régimen. ¿Cómo se justifica, según lo que revela la
investigación del Grupo Antiblanqueo de Andorra, que quienes realizaban las operaciones
de lavado de dinero proveniente del narcotráfico, eran asesores del ministro de
Economía y Finanzas para 2004, Nelson Merentes, quien hoy –todavía hoy, a pesar
de todo lo que se descubrió- ostenta el cargo Presidente del Banco Central de
Venezuela (BCV)? ¡una pelusa! ¿Por qué estos asesores portaban pasaportes
diplomáticos si ambos, además, habían sido condenados por la justicia por
tráfico de drogas, uno; e intento de robo de una aeronave, el otro? ¿Es que
aquí no se investigan los antecedentes penales para otorgar cargos públicos y
beneficios? Es imposible creer que el gobierno no estuviese enterado de los
manejos oscuros de estos señores. El régimen les otorgó pasaportes diplomáticos
aun cuando la figura de asesor de ministros no está dentro de los 12 cargos que
establece el reglamento de pasaportes, donde queda claramente definido que sólo
se podrán otorgar a otras personas, “cuando así lo ordene el Presidente de la
República”. Pero, resulta que, durante el gobierno del difunto comandante eterno,
ordenar la emisión de pasaportes diplomáticos se hizo una práctica común. Por
cierto, me permito recordar que Nicolás fue el titular del Ministerio de
Relaciones Exteriores, desde el 2006 hasta el 2013. ¡Un detallazo!
Otro de los aspectos que llamó
poderosamente mi atención de este caso, es el que pone en evidencia la doble
moral de nuestros funcionarios. ¿Quién era el beneficiario de los depósitos? ¿A
nombre de quién estaba la cuenta a la que transferían grandes sumas de dinero?
Pues nada más y nada menos que a la cuenta del ex jefe de la División contra
Drogas del Cicpc, Norman Puerta Valera, quien tiene registro policial por
tráfico de heroína. ¡Insólito! ¿No? ¡Sólo en Venezuela!
Aquí, quienes nos han gobernado
–sobre todo en estos últimos, tristes y dolorosos, 16 años- han desangrado al
país. No les ha dolido llevarlo a la ruina y convertirnos a todos en unos
pordioseros. ¿Cuántas deudas se podrían honrar con todo lo que se ha
desaparecido o desviado en estos interminables y agotadores lustros que lleva en
el poder el régimen Chavista-Madurista? Créanme: nuestras industrias básicas no
estarían en las condiciones en las que se encuentran hoy, si esos recursos que
han sido hurtados les hubieran sido asignados.
No me cansaré de recordar los 116
mil millones de dólares desaparecidos del Fonden, ni los 25 mil millones de
dólares otorgados a empresas de maletín, ni de los 15 mil millones de dólares
que aparecieron en cuentas abiertas en el banco HSBC de Suiza, a nombre de
venezolanos, entre ellos el ex tesorero de la nación y amigo de Chávez, el ex
golpista Alejandro Andrade; no olvidemos, tampoco, las maletas repletas de
billetes verdes que portaba Antonini, ni los centenares de casos donde el
dinero que debería estar invertido en obras, infraestructuras y desarrollos ha
desaparecido como por arte de magia. Son más de dos y medio billones –léase
bien: ¡BILLONES!- de dólares los que ha dilapidado este régimen.
Hoy somos un pobre país. Un país
desangrado, donde sólo nos queda un puñado de gente honesta, que lucha por
marcar distancia de aquellos compatriotas que, de cualquier ocasión, quieren
hacer un negocio y sacar comisiones. La viveza del venezolano a la que tanto le
han dedicado los especialistas de la conducta humana, se ha quedado en pañales
comparada con los casos recientes. Estamos gobernados y rodeados de personas
con afán de lucro rapidito y “comodazo”, que prefieren coger la vía rápida
hacia el enriquecimiento que les ofrece la corrupción. Un país donde la
consigna de sus mandatarios pareciera: ¡Roba, qué Dios proveerá!
José Domingo Blanco.
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