Venezuela quedó atrapada en un
círculo cuyos gases desvirtúan la realidad, creando un escenario ficticio que
se vuelve cotidianidad, material de discusión y tendencia mediática. Todos estos años ha venido operando una
estrategia de adormecimiento progresivo, filtrando en el aire acontecimientos
que se repiten circularmente con la idea de acostumbrar a las víctimas para hacerlas dóciles ante lo
inaceptable, volviendo potable lo que en circunstancias normales sería intragable.
La víctima es la sociedad venezolana
en su totalidad, que podría dividirse en compartimientos estancos de tragedia,
pero que al fin se une completa en una
sola catástrofe, que no es otra que la transformación del país en algo que nada
tiene que ver con lo racional, un manicomio donde el mundo funciona al
revés.
Uno de los síntomas más sensibles
de la enfermedad que carcome es la parálisis del tiempo y el espacio en una
órbita que se aísla y hace de Venezuela un hábitat donde los hechos se repiten
sin dejar una estela de aprendizaje, como si el cerebro nacional estuviera atrofiado, en un estado perenne de
obsesión fatal, sufriendo la maldición de Sísifo sin percatarse de ello.
La misma estructura política
cuyas decisiones han producido este presente, pretende sin ninguna vergüenza
continuar erigiéndose como vocera de un fenómeno que no ha deseado confrontar
con las herramientas adecuadas para entenderlo y resolverlo. Es una actitud
asombrosamente banal que se limita a repetir proclamas huecas, que solo
satisfacen un minúsculo universo de intereses, dejando al país huérfano de
pensamiento, a la deriva en unas aguas que no conducen a nada. ¿Dónde está la política? ¿Cómo se pueden
encontrar ideas en este manicomio, y un lugar para diseñar estrategias finales
que sí rompan el círculo y abran un camino hacia otra parte?
Ese lugar no se encontrará jamás
en el ámbito donde se cuaja la locura, en ese espectro de país que concentra a
unos partidos políticos que juntos no superan el 10% de la población que sufre
la destrucción de lo que es valioso en la vida.
Pero si se lo permitimos, el
círculo seguirá inflándose con sus gases de ilusiones, y la realidad se
mantendrá atrapada en la oscuridad, mientras la ficción sigue siendo el teatro
donde suceden las cosas que definen el destino.
Nada más tentador que dejarse
atrapar por el círculo y convertirse uno en un actor de la mentira, porque
hasta ahora solo estos actores parecen llevarse lo mejor de la historia, son
éstos los que han capitalizado en un negocio que funciona para quien esté dispuesto
a decir las palabras mágicas: "gobierno"; "elecciones";
"espacios "; etc.
Pero para salvar la integridad
que facilita el respeto por uno mismo, no se puede hacer silencio ante lo que
nos ocurre, aún sabiendo perfectamente el costo que tiene no cantar en el coro
aceptado, ser un "pincha
globos" en una piñata donde el club de los amigos chéveres, los
sospechosos habituales, controlan lo que se dice y lo que no. Es un club de políticos, periodistas, chefs,
encuestadores, escribidores, bufones; quienes, junto a su corte de aduladores,
durante todos estos años han monopolizado la discusión pública, alimentando la
ficción hasta que la misma es percibida como real.
Aquí nos traen otra vez su circo
electoral, dándole "play" al disco de los hits que la gente desea
escuchar para seguirse mintiendo a sí misma y continuar creyendo que no viven
en un manicomio y que hay todavía espacio para un país normal, donde las cosas
suceden como en otras partes.
Fuera del círculo no hay un metro
disponible para la ficción. Aquí se nota con luces brillantes que un régimen
que hizo un pacto con las tinieblas no cederá jamás un ápice del puñal que raja
el círculo de gases que lo nutren y dan existencia. Desde aquí se puede notar que desde adentro
no se puede salir, porque el círculo es hermético y tiene defensores hábiles
que amurallan sus flancos vulnerables.
Son piedras dentro del manicomio que replican la retórica de las
sirenas, un canto dulce cuyo eco incesante adormece al incauto, para ahogarlo
sutilmente, mientras el club de amigos sigue sus negocios como ya es habitual;
ejerciendo sus actividades lucrativas que han denominado "política",
siendo por supuesto la electoral la rama del "business" más apetecible.
Y para darle un poco de picante a
esta historia de Sísifo, le sellan en la roca tatuajes coloridos con rostros de
actores que parecen rebeldes, hasta que todo lo que hacen conduce al mismo
lugar; al negocio del club de amigos que cohabita con el dueño del círculo,
prometiendo una tierra de esperanza donde el tiempo de Dios solo es perfecto
para ellos; desplegando una paciencia digna de los santos que nunca existieron,
porque no ha vivido santo capaz de sobrevivir el Apocalipsis abrazando viejitas
y cargando bebés.
Las tácticas son de aire pero
algunos las toman como sólidos argumentos de convicción. Afirman que Pinochet salió por elecciones;
que el fraude puede evitarse con mucha participación vigilante; que la OEA y la
UE son observadores válidos; que a la
tiranía pueden hacérsele peticiones y que ésta por presión las acatará. Así habla este club de amigos, y sus voces se
convierten en los ecos que repiten las piedras, los cantos de sirena que aboban
al mundo circular y lo hacen condenarse a esa repetición constante que nunca
trae nada bueno ni nuevo, salvo para los miembros del club.
No dicen que en Chile no existía
el club de amigos, ese mundo de ficción que convalida fraudes y hace negocios
inconfesables mientras se vende como "oposición". Tampoco dicen que allí no había un Narco Estado
sostenido por el comunismo y la izquierda internacional que siempre voltea para
otro lado cuando son sus tiranos quienes controlan el poder. Jamás dirán que allí se pudo pactar con un
dictador dispuesto a ceder y que la transición fue un proceso negociado por agentes
que no estaban infiltrados hasta los tuétanos por los creadores del mal. En estos cantos de sirena será imposible
escuchar que la OEA, que siempre mira hacia la izquierda, fue la que "borró" el fraude
descomunal del referéndum revocatorio; y que la Unión Europea tiene en su seno
lobbies que cobran millones de euros mensuales para sembrar el cuento de
ficción venezolano en las consciencias más tercas. El club de amigos será
incapaz de reconocer que un Parlamento en tiranía es una falacia siempre
destinada a tener sillones fantasmagóricos y que unas elecciones, donde se
eligen casi doscientas personas, son tantas elecciones como candidatos
compiten; y que allí siempre habrá suficientes "triunfadores"
"opositores" para silenciar cualquier voz que se le ocurra gritar fraude.
Pero aquí seguimos. El círculo sigue engordándose con sus gases
alucinantes. La Narco tiranía está en el
radar de la realidad, pero dentro del manicomio se insiste en creer que quienes
marcan el camino de las trampas son los aliados deseables para superarlas, y
los shows nunca faltarán.
Desde la frontera exterior al
círculo afirmé que éste se percibe en toda su magnitud farsante. Aquí nos encontramos los renegados, aquellos
que no formamos parte del club de amigos cuyos integrantes son los socios del
negocio, esa mentira lucrativa que ellos insisten en llamar
"política". Y solamente desde
aquí se puede organizar una comunidad de seres que estén dispuestos a romper el
círculo, para que se escapen los gases que cubren la realidad con su manto de
locura.
Poco a poco, progresivamente,
esta comunidad crece. El mundo de la realidad se abre ante los ojos de más y
más venezolanos que estamos hartos del manicomio, y sabemos que es posible
crear un país maravilloso a partir de la realidad más tenebrosa. Conscientes estamos que seguir dentro del
círculo es condenarnos a vivir un cuento que no termina bien. Aquí el mensaje no es un canto de sirena, es
un grito de libertad que nos invita a unirnos en torno a la verdad; y nos insta
a ser rebeldes y desconocer el poder del círculo, no permitirle
atraparnos.
Seguiremos sumándonos, tenemos la
visión de una Venezuela libre, fuerte y brillante que espera por sus hijos lo
que toda madre desea: lo mejor. No es
tarea fácil y eso en cierta medida es bueno. De la experiencia saldremos
fortalecidos y más sabios. Una Venezuela futura no se construirá desde lo
banal; al contrario, será parida con muchas cicatrices y memoria. Pero este es
el reto que hemos de asumir aquellos que no estamos dispuestos a dejar que la
mentira se eternice.
La lucha vale la pena.
Juan Carlos Sosa Azpúrua
Muy bién Juan Carlos Azpurua, esa es la Venezuela que desde siempre estuvo en su ADN, ser del primer mundo, libre y pujante. Un estado con sistema institucional independiente y blindado.
ResponderBorrarDeseo que la transición en Venezuela pase por una depuración de raíz de todos los órganos del estado y de agentes peligrosos y desestabilizadores en el territorio nacional; descentralización del poder donde impere la ley y se abran puertas a la gente honorable de la sociedad civil que se encuentran en el anonimato y tienen vocación por la causa pública.
Venezuela por sus características y experiencia historica, no podrá prescisdir de sus FFAA, por eso deseo que sean una institución altamente profesionalizadas moderna respetadora de la constitución y respetable por la sociedad civil, que defienda el território nacional y su pueblo del acoso internacional y de grupos irregulares.
Que los recursos naturales del país sean administrados por Venezolanos responsables de forma eficiente y sostenible para el desarrollo social y economico.
Que en definitiva la agricultura sea uno de los primeros recursos del país, autosuficiente y gran exportador, permitiendo un gran desarrollo del interior del país y de los estados, transformando una economia polifacética.
Cordial saludo y espero que forme parte de un futuro gobierno para transformar el país con aquellas caracteristicas.
Antonio Dinis