La economía venezolana está
atrapada en dos problemas mayúsculos: el primero es la dolarización de hecho
que ha venido ocurriendo conforme los precios suben y el bolívar se torna
inservible para las transacciones y para el ahorro y el segundo es el peligro
cierto de una hiperinflación. Esta es un aumento acelerado de los precios que
implica el repudio de los agentes económicos a la moneda nacional y la
sustitución de esta por otra moneda que conserve el valor.
En ausencia de los datos del
Banco Central de Venezuela, cuyas autoridades dejaron de publicar las cifras
importantes de la economía venezolana, información extraoficial apunta a que entre mayo de 2015 y mayo de 2014,
los precios aumentaron a una tasa promedio de 108,0%. En otras palabras, los
precios más que se duplicaron en doce meses. Pero tan grave como ese hecho es
que se aprecia una aceleración en el ritmo de incremento de los precios de
bienes esenciales, que van dese los alimentos hasta los productos de higiene
personal. En otros rubros totalmente importados, como artículos de ferretería,
repuestos para carros, electrodomésticos y calzado deportivo, el alza de
precios excede el 400,0% y con tendencia a seguir subiendo.
¿Qué hay detrás de estos aumentos
desbocados de los precios? Hay tres factores, principalmente. En primer lugar,
la impresión de billetes sin respaldo que hace el Banco Central de Venezuela
(BCV) para financiar el déficit fiscal
del sector público, en especial de
PDVSA, empresa esta crónicamente deficitaria. Si el BCV duplica año a año la
cantidad de billetes que emite no se puede esperar otra cosa sino un alza de
precio. En segundo término está el hecho
de la depreciación del bolívar en el mercado paralelo. Así, un dólar que
costaba hace tres meses Bs 100,0 hoy cuesta más de Bs 400,0. Ello es importante
de ser mencionado porque el gobierno no entrega divisas preferenciales a las
tasas oficiales y obliga a muchas empresas a tener que importar o a pagar
servicios con dólares del mercado negro. Finalmente, un factor que contribuye a
explicar la aceleración inflacionaria es que la gente no cree en el gobierno y
por tanto anticipa que el bolívar en el futuro valdrá menos y por ello cuando
recibe moneda nacional sale a comprar dólares caros o cualquier bien antes que
la inflación le evapore su dinero.
Entretanto, los salarios se
deprimen y quienes reciben un ingreso fijo, sean estos trabajadores activos,
jubilados o pensionados, sufren los rigores de la inflación. Y también las
empresas a quienes les he imposible en muchos casos trasladar el aumentos de
los costos a los bienes que venden. De esta manera, el círculo de la pobreza se
ensancha en la medida que los hogares no pueden adquirir los alimentos ni
disfrutar de los servicios esenciales porque sus ingresos son devorados por los
precios, siempre en aumento. Pero en el fondo, lo que sucede es lo que antes
hemos advertido: el socialismo no funciona y menos funciona cuando es dirigido
por personas ineptas.
Por José Guerra
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