MARIO IVÁN CARRATÚ MOLINA


“¡Putearon la Fuerza Armada! Antes de Chávez ya lo habían hecho, entonces ¿qué van a pedir ahora? ¿Van a pedir próceres ahí? Si los putearon desde hace tiempo…” Famoso por su intemperancia y manera de decir las cosas, este vicealmirante retirado, ha estado de una u otra manera en la manida palestra pública desde el 4 de febrero de 1992, cuando siendo jefe de la Casa Militar del entonces presidente Carlos Andrés Pérez lo sacó del palacio de Miraflores en la cara de unos golpistas desordenados y poco coordinados, para llevarlo a los estudios de Venevisión para que le hablara a Venezuela.




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“La gente que estuvo en el poder no construyó instituciones, las destruyó, y al  destruirlas estás destruyendo todo. Es como un palomar donde las palomas se  meten, y ponen  un huevo, y crían sus pichones hasta que salen, y vuelan, y  regresan…  nosotros los venezolanos desde chiquitos destruimos el palomar y  nos quedamos en el aire. Chávez lo que hizo fue sentarse en los escombros de  lo que era la institución venezolana que ya todos habíamos ido destruyendo  por intereses, grupos de poder, abusos excesivos, bipartidismo…”. El vicealmirante Mario Iván Carratú Molina contó su experiencia como jefe  de la Casa Militar durante el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. Vio  infinidad de situaciones de toda índole y no duda en mencionarlas con  nombres y apellidos. “Cuando llegué me encontré que el ecónomo del Palacio  se robaba la gasolina, el periódico y la comida, lo denuncié: nada; conseguí  una pareja haciendo el amor en un escritorio: no los botaron; hice una  información cruzada con Disip, PTJ y Guardia sobre el personal del Palacio  con antecedentes y había 400 referidos policialmente, se lo llevé al presidente:  ¿Qué es esto? La seguridad entra por casa, aquí hay una cantidad de gente que  miren lo que son… No quiso limpiar todo eso, tampoco me dejó. ‘¡No  almirante, tenemos que botar a todos!’ 400 personas y no se tocó a uno. Estoy dando pinceladas. Un Alto Mando Militar en el que cada quien iba por su  lado. El presidente reunía al Gabinete de Seguridad, que eran todos los  militares, todas las policías, los ministros del área de seguridad y algunos  agentes de inteligencia que tenía, después que Pérez decía: ‘Bueno, Izaguirre – que era el ministro de Relaciones Interiores– los dejo para que usted se  encargue’. Y en lo que se iba el presidente se paraban los ministros y se iban,  los generales no se hablaban: el de la DIM no le hablaba al de la Guardia, el  de la Guardia tenía peos con el comandante de la Armada, el de la Armada con el ministro de la Defensa, el ministro de la Defensa manejando sus  intereses… ¿Cómo un presidente puede gobernar así? Sin dejar de mencionar  que en el consejo de ministros, que eran catorce, de los cuales seis eran  técnicos, Miguel Rodríguez y su grupo, habían representantes del grupo Jirahara, del Grupo Roraima, del Grupo Santa Lucía y del Grupo Cisneros. 

Pérez daba instrucciones, asignaba tareas, y salían o no salían, porque todo  dependía de los intereses de cada grupito. La primera reunión que Pérez tuvo  con los dueños de medios en Miraflores, durante mi presencia,  yo tenía como  una semana en el cargo, él me llama y me entrega una lista de los que van a  entrar a esa reunión con él; me dice: primero entran los que tiene el signo más,  en el segundo grupo entran los que tienen el signo menos, y el resto en el  tercer grupo. Yo agarré eso, me lo metí en el bolsillo, y llamé a un edecán: este es tu trabajo, primero van estos, pásalos al salón Pantano de Vargas y me  avisas. Cuando me dice que estamos voy a buscar al presidente, cuando vengo  con él entrando al salón, Pérez no entra, se devuelve: ‘¿Qué vaina es esta  almirante? ¿Usted no cumple mis órdenes? ¿Qué le dije yo? ¿Por qué está Marcel sentado con Cisneros juntos? Yo los puse separados, porque tienen una  guerra entre ellos y quieren que el gobierno se meta en la guerra y yo no  acepto eso, sáquelos’. Tuve que sacar a Marcel y a Cisneros. ¿Qué pasó con el edecán? Billete, billete, ahí toda vaina era así”.



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Las quejas de aquellos días no eran pocas, tanto foráneas como internas. “Me  encontré que a nivel de los edecanes había unos que estaban cuadrados con  Cecilia Matos y otros con la primera dama.  Los reuní a todos y se los dije: el  que me meta un chisme aquí lo saco. A Paredes Niño, que era subjefe de la  Casa Militar, un bandido, le dije: o te acomodas o te saco; le metí cinco días  de arresto. Si tú arrestas a un coronel, ese no llega a general… el carajo llegó a  general de división y comandante de la Fuerza Aérea, ¿quién lo puso? Alfaro Ucero con Caldera. Repito: ¡Putearon la Fuerza Armada! Yo recibí en total 800 coroneles en audiencia privada conmigo y le metí 150 militares al presidente en audiencia privada, los viernes, escogidos por mí, y no eran generales, eran tenientes, sargentos y suboficiales, puros hombres jóvenes  para que hablaran con él. Les hablaba un minuto. Se lo decía: Presidente hable con los oficiales, usted es el comandante en jefe, el civil no tiene idea de lo que es ser comandante en jefe, por eso el militar se resiente, porque el comandante en jefe no es tal, los maneja políticamente.  El presidente es líder del Poder Ejecutivo, presidente de la república y comandante en jefe, tienes tres sombreros y tienes que ejercer los tres, para eso eres presidente, para eso te elegí.  Los presidentes confunden esa vaina y creen que es una sola, y manejar la institución militar es una pelota de fútbol pero con espinas, que si le das mal, te la clavas esa vaina; no saben manejarla porque no conocen el pensamiento militar. Gobernar es una vaina muy grande y por eso es que yo dudo que estos pibes María Corina, Henrique, logren gobernar a Venezuela  en estas circunstancias, nosotros con esos carajos vamos a un barranco más grande”.



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Carratú asegura que el escenario en Palacio era un verdadero saco de gatos del cual “el presidente no se daba cuenta. Pérez entraba al palacio de Miraflores a las cinco de la mañana, yo lo recibía a esa hora, y se iba a la una de la mañana o se quedaba durmiendo, lo cual hacía con frecuencia. Generalmente dormía en la suite presidencial, donde lo hacía en una hamaca, él ahí no dormía en una cama, ese era un cuarto sin muebles, un escritorio, una caminadora para hacer ejercicio, una camilla para masajes, y una hamaca”. Revela el almirante que en los hoteles Carlos Andrés Pérez rara vez dormía en las camas. “Muchas veces dormía en el piso, no dormía en la cama de la habitación. El presidente Pérez era un hombre muy particular y yo de rechazarlo en el año 1990, cuando me llamó, a admirarlo antes de su muerte, es un trayecto de identificar lo cochino y falso de la sociedad, lo circunstancial de los hombres que integran ese entorno, el cinismo político, ahí uno dice: coño si este es el poder ¿qué queda para el resto de los venezolanos? Y por eso estamos en esto. En ese tiempo el bipartidismo desplazó al Estado; Gonzalo Barrios era el piache que hablaba los domingos y entonces la agenda política y todo lo que era el país lo decía él, que no era presidente. Igualmente Alfaro  Ucero, igualmente Caldera, y lo mismo con Teodoro Petkoff y José Vicente, eran los polos que marcaban el rumbo. El Estado era una figura tenue que  flotaba sobre la cabeza de todos nosotros. Si tratabas de ver al Estado, no lo conseguías; conseguías a un partido, una figura pública, un general, un jurista famoso, pero al Estado no. El venezolano siempre estuvo esperando: ¿y dónde está el Estado? ¡No había! Fue desplazado por las corrientes políticas y los intereses, el bueno era sacado, estaban construyendo una institucionalidad de bahareque, que cualquier animalito se lo come, acaba con eso. Chávez fue un comején, acabó con lo que estaba, con lo que habían ido destruyendo toda la gente que estaba pasando factura desde 1945, empezando por Uslar Pietri. Desde el 45 Venezuela soportó, y soportó, y soportó hasta que cayó, por eso es que Venezuela tiene que ser reconstruida con nuevos hombres y nueva orientación política, con vocación ciudadana. En Venezuela no hay ciudadanos, en Venezuela hay residentes, oportunistas, vejados, desplazados, ignorados, pero ciudadanos no. Necesitamos ciudadanos. Nos acostumbraron a ser obsecuentes con el poder, y cuando tú ibas a votar votabas pero por lo mismo, o por una opción de trabajo, o por una opción de militar, pero no para gobernar un país, esa fue la tremenda equivocación de nosotros los venezolanos, no votamos para gobernantes sino para oportunistas que llegaron al poder”.



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Revela el militar retirado que su respeto por el ya fallecido presidente Pérez no está exento de reconocer los errores que aquel cometió.  “Estoy diciendo las vainas que son, como yo las viví, yo no digo mentiras ni hablo mal de nadie tampoco, lo que te cuento es lo que viví. ¿Los problemas de Pérez? Su doble vida familiar, ese fue el peo. Yo le dije, divórciese presidente. ¿Cómo? Sí, su conducta afecta a todos los que estamos aquí, porque es la primera dama con su grupo y Cecilia Matos con su grupo y nosotros estamos en el medio. El ambiente que lo rodeaba era un infierno, un revoltillo de intereses y de presiones y de chismes; cuando te oponías a uno te jodían por aquí y cuando tú favorecías a este te caían por allá. Él reconocía sus propios errores y luego, cuando ya estaba exiliado acá en Miami, me decía que había cometido errores desde pequeño, él me lo decía: ‘Yo cuando tenía 15 años no estudiaba y me iba para la calle a  hablar de política, después me di cuenta de la falla de no formarme, por eso es que después cuando fui presidente por primera vez apoyé tanto las becas Mariscal de Ayacucho, porque si no te formas no puedes dar todo lo que puedes’. El presidente Pérez me fue contando muchas cosas en los momentos de soledad cuando presidente y después cuando yo venía aquí, invitado por él todos los años y caminaba con él por la playa; yo lo que hacía era escuchar. Él nunca se quitó la espina de que no lo tumbaron los militares, lo tumbaron los políticos y empresarios a quienes él ayudó a construir fortuna y riqueza, en quienes él creyó que estaba ayudándolos para  hacer un mejor país, y esas mismas personas fueron los que lo tumbaron y acabaron con Venezuela. La doctora Hildegard Sansó es una bandida”.



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Dice que el 4 de febrero no lo agarró por sorpresa. “Se sabía. Los sistemas de inteligencia venezolanos estaban controlados por los militares rebeldes y por los generales y comandantes militares que sabían que había una conspiración y estaban conspirando con empresarios, con los copeyanos, con los adecos y con los dueños de los medios de comunicación. Los medios de comunicación hacen la influencia de la opinión pública de uno u otro lado, para bien o para mal. Cuando llegué a Casa Militar los oficiales comenzaron a decirme: aquí hay un malestar creciente; también veía como los periodistas que cubrían la fuente de Miraflores decían cosas que eran mentiras. Yo decía: pero esto no es lo que dijo el presidente.  Periodistas a los que mandé con su familia de vacaciones para La Orchila, o periodistas  a los que Pérez les regaló carros de agencia. Es más, en la dirección de administración del Palacio de Miraflores había una pared que hacía esquina en forma de ele donde los fines de mes había bolsas con dinero, cada una tenía el nombre de los periodistas y cada uno llegaba y sacaba su bolsa y se iba, yo los vi, no fue que me lo contaron, ¡los vi! Por eso cuando yo veo periodistas que se la tiran de honestos y serios, me pregunto: ¿y esos carajos que iban ahí, a qué iban? Yo le llevaba plata a muchos dueños de periódicos del interior, yo se los llevaba, paquetes de billetes. ¿Uno de ellos? Esteban Pineda, el de Panorama, jalabola de Pérez, metido en Miraflores todo el tiempo, chismeándole al presidente Pérez, después el carajo se hizo chavista. ¿Entonces? Esa es una vida de circo, el centro del poder es un circo donde tú ves payasos disfrazados pero no identificas quiénes son esos carajos, esa es mi experiencia personal y por eso es que lo digo, por eso es que me tienen arrechera. Hay gente que no dice las cosas porque son parte del problema, son parte de los intereses en juego,  una sociedad política es un conflicto de intereses es lógico y entendible, cada quien quiere ocupar espacio, pero cuando tú ocupas espacio y desplazas la institución desplazas la estructura de Estado, tú estás derrumbando el Estado, estás derrumbando  la estructura política de la Nación y eso no se puede tocar, es como si tú tocas las bases de un edificio. ¡Se te cae el edificio! En Venezuela no hay ética de gobierno, no hay  ética de Estado”.



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El chorro de frases es un mar de leva que va arrasando con todo a su paso: “Se sabía que venía algo raro, los grupos de inteligencia no funcionaron porque estaban controlados por los conspiradores, quien alertó al presidente Pérez fue el general Heinz Azpúrua, quien era director de la Disip. El 6 de enero del 92, le dijo: ‘Presidente aquí está en este sobre el informe  de la conspiración en el Ejército, yo soy militar, pero soy el director de la Disip y no tengo acceso al Fuerte Tiuna, aquí tiene’. Y se lo entrega a Pérez en mi presencia. Pérez agarra el sobre y le dice a Ochoa Antich: ‘Ministro, encárguese de esto, a mi regreso hablamos, estoy cansado de estar oyendo vaina de ruidos de sables y conspiraciones, yo quiero acabar con esto.´  Entre una cosa y otra nos vamos para Davos en un avión de Siwssair y al regresar en el aeropuerto estaba Ochoa: ‘Bueno presidente los mismos rumores de siempre…’ Lo paró en seco:  ‘¡Móntese en el carro!’, y le forma tremendo peo. Nos vamos a Caracas, el presidente se va a Miraflores y yo a mi casa en Macaracuay, cuando me avisan que hay unos tanques disparándole a La Casona (residencia presidencial), me paré, me vestí y me fui al Palacio. Cuando llego a Miraflores está Pérez en la oficina con Ávila Vivas y Alfaro Ucero, y es cuando me entero de que los tanques de guerra estaban en la calle desde las diez de la mañana del 3 de febrero y nadie hizo un coño, ¡nadie!, diez horas las tropas en la calle y nadie dijo nada. Cabronería de las policías, cabronería del Mando Militar, cabronería de los medios de comunicación,  todos estaban complicados, pudo más el deseo de tumbar a Pérez, empresarios en su manía de tumbarlo, los medios de comunicación en su vaina para tumbarlo y no se daban cuenta de que estaban acabando con el único líder político que había, ¡no había más!  Lo cierto es que en medio de aquel zafarrancho me doy cuenta de que el presidente está solo. Cuando decidimos salir del Palacio ante el asalto inminente de los rebeldes ¡no hay carros! Los carros de la caravana presidencial estaban inoperativos, ¡no tienen llave!, me traen un carro negro. Les pego cuatro gritos y me acuerdo que había un carro LTD cuerpo ancho blindado, que estaba asignado a Jaime Lusinchi que se estaba reparando, ‘¡Tráeme el carro de Lusinchi!’, y me lo traen, pongo un chofer, voy a buscar al presidente cuando  vengo no tengo chofer, ¡el chofer se fue pa´l carajo! Agarro un guardia: ‘Tú metete, maneja el carro’, ‘Sí almirante’, metí a un soldado atrás, metí  al jefe de escolta civil, que era un hijo de Erasto Fernández, y al presidente; adelante íbamos el chofer, Ávila Vivas y yo, y salimos.  Yo no sé quien salió a inventar esa zoquetera de un Maverick verde y de que habíamos estado escondidos en un hotelito del frente de Venevisión. Eso es mentira, ganas de hablar pendejadas de algunos que todavía andan por ahí.  Éramos seis personas, sin escolta, esos nada más, salimos vía Baralt hacia arriba y cuando íbamos por el seminario me comuniqué con Venevisión y le dije al comisario Efrén, el jefe de la escolta civil de Cisneros que necesitaba hablarle al país, me dice: ‘Cómo no, vente y te saco en cinco minutos’. Él no sabía que iba con Pérez, y la primera dama que me tenía idea había estado llamando y diciendo que el jefe del golpe era yo, así que el hombre de seguridad creía que yo iba a hablar porque era el jefe del golpe… Él no sabía que yo llevaba al presidente Pérez. Cuando llegamos a Venevisión me bajé del carro, me puse delante, con una ametralladora que tenía conmigo,  arriba en la azotea estaban los escoltas armados con fusiles, les dije: ‘Traigo al presidente Pérez, ábranme la puerta’. Me abren y entré corriendo con el presidente y lo llevamos a la oficina de Cisneros: vacía, no había ni un lápiz, ni un papel, ¡nada!,  ni papel toilet en el baño… Ese es el discurso presidencial más arrecho que yo he escuchado en Venezuela, ese discurso sin papel, en una crisis, tumbado, porque estaba tumbado y el carajo, con gran aplomo, se dirigió a las Fuerzas Armadas: ‘Les ordeno regresar a los cuarteles…”



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Revela Carratú que en las horas posteriores conminó al presidente a destituir al Alto Mando Militar, también narró lo que vio al día siguiente: “En la mañana, las elites políticas venezolanas fueron a Miraflores a pedir perdón por Chávez, para que lo soltara, la Iglesia Católica, los adecos,  los copeyanos, los empresarios,  los medios de comunicación, excepto Caldera que no fue, todos fueron a pedir por Chávez, incluso el ministro Ochoa. En el Palacio se habíanmetido conspiradores en todos lados, había policías, edecanes complicados, de toda vaina, ese blindado que aparece entrando al Palacio Blanco fue filmado por el general Müller Rojas y un Azpúrua cineasta, ellos sabían la vaina, y fueron a hacer esa toma que fue preparada por ellos para ponerla a rodar de inmediato, y el primero que lo tiró al aire es Marcel Granier por Radio Caracas Televisión al mundo, ¿entonces mi hermano?”. Fueron horas que se convirtieron en días, y estos en semanas, y estas en meses en las que el vértigo era cotidiano. “A Uslar Pietri lo mandaron a allanar y vino Beatrice Rangel: no lo allanen yo me encargo de eso. Se sabía que la conspiración era en la casa de Uslar Pietri, con Burelli Rivas, con Vivas Terán, Mario Moronta; también se reunían en una casa entre Prados del Este y Cumbres de Curumo, en la casa de Contreras Laguado”.



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Es mucha el agua que ha visto pasar bajo el puente, afirma que tiene sus canales de comunicación con las actuales fuerzas armadas y vaticina un desenlace que pasa por un gran acuerdo nacional para reencauzar al país. “Las Fuerzas Armadas nuestras están destruidas, nosotros no tenemos capacidad de defensa, no tenemos defensa interior, que es lo que tiene que preocupar al ciudadano, porque la defensa es la defensa militar, pero la defensa interior es el aporte de las Fuerzas Armadas al control interno a través del poder civil, que es el presidente. Pero eso no existe, Chávez lo acabó, la institución es una guardia pretoriana del gobierno, una guardia represiva, corrompida porque el gobierno es corrupto, una mafia de bandidos en el poder y ahí todo el mundo se cuadra. Si el militar percibe que la sociedad está organizada y percibe que hay una componente ético en la dirección de esa sociedad, el militar cambia mentalmente y se orienta. Por supuesto que hacen falta otras variables, pero sobre todo que el militar perciba que hay un cambio ético en quienes dirigen o van a dirigir el país. Eso no se ve, nadie lo ve. En las fuerzas armadas están viendo que vamos a un conflicto interno, a una revuelta, a una expresión civil espontánea por hambre, porque ya la ideología bajó de aquí (se señala la cabeza) al estómago. Ellos están viendo que viene un problema nacional inmanejable y vamos al caos, en el caos el militar tiene la obligación de  intervenir, para bien o para mal. El militar sabe que viene un problema y está tratando de que no se presente porque le va a caer en las piernas, la ecuación en Venezuela pasa por el militar, pero resulta que el militar no quiere ser parte de la ecuación. Sin embargo, va a caer en eso y no está preparado. ¿Qué veo? Viene una ruptura en Venezuela, por fuerza, en la cual podríamos perder territorio, ya estamos perdiendo la Guayana Esequiba y podemos perder el Golfo de Venezuela, que son las ambiciones de Colombia”.



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Está convencido de que la casta política-castrense que han creado Diosdado y Maduro va para fuera.  Aspira a que el ciudadano tenga confianza de lo que va a hacer el mundo militar: “Tenemos que raspar, limpiar todo en el momento que corresponda, no empezando pero en la medida que se desarrolle tendremos que ir purgando la institución militar, traer militares viejos, retirados, incorporarlos, dos, tres años, cuatro años y después que se vayan, pero que ayuden a reconstruir, y rescatar a la institución.  Tiene que ser un borrón y cuenta nueva en las fuerzas armadas, hay que restructurarlas. El militar tiene que aprender a respetar al ciudadano y a trabajar para los ciudadanos, porque a nosotros nunca nos formaron así, yo nunca recibí una clase de derechos humanos, nunca. Hemos llegado a un punto en el cual el pueblo no cree en las instituciones ni en los funcionarios públicos, eso hay que reconstruirlo.  Tú no construyes reparando muertos, tú construyes con nueva gente, con nuevas caras, con una  manera diferente de hacer política, de gobernar, tú no puedes seguir gobernando con las élites, tienes que darle cara social al gobierno.

Carratú Molina concluyó sus declaraciones así: “A los ciudadanos y a las fuerzas armadas, en su papel de ciudadanos que también son,  digo: el país está transitando una convergencia de crisis, que no es solamente Maduro ni la presencia  cubana en Venezuela, ni la pérdida de la soberanía, la crisis nuestra está en la esencia del venezolano, en la  manera de ser, de conducirse; esto nos obliga a no ver hacia atrás, a ver hacia adelante para construir un nuevo camino, que tiene que ser la concordia, el respeto mutuo, las oportunidades a quien se las merece y darle un contenido social, no social político, sino social ciudadano a la gestión de gobierno.  Mientras que en el país no se hagan esos cambios la estructura militar seguirá siendo el aparato represivo  de los gobiernos como en el pasado ocurrió y en este se ha evidenciado 100%. De no haber construcción de democracia, ni de valores éticos ni de valores ciudadanos, no hay en el mundo ningún gobierno que pueda sostenerse en el tiempo. Queda de los venezolanos reconstruir el país, Venezuela no se va a perder, el territorio siempre estará ahí, lo que va a ser diferente son las clases sociales, los hombres y las mujeres y la juventud, los nuevos hombres del país, eso hay que cuidarlo. Urge un cambio de actitudes de los venezolanos para que nosotros podamos resurgir; esto no depende de un líder, de un mesías, de un chamo, de un viejo, de un equipo de políticos, etcétera, no. Primero que los partidos están los ciudadanos, la organización social básica venezolana es Venezuela y es por los venezolanos independientemente de cómo piensen. Los militares tienen que regresar a los cuarteles, tienen que revisar lo que son, muchos tendrán que salir del juego y como la fuerza armada es una institución en defensa de la Nación bajo el control civil, los venezolanos que asuman el rol bien sea por presidencia de la república o por  instituciones  importantes de los poderes del estado tienen que cuidar que las fuerzas armadas no se desvíen ni sean desviadas por intereses en cosas que  no le corresponden. En el pasado el militar era el caballito de batalla de todos los caprichos de los políticos, el cachifo de los políticos, las fuerzas armadas tienen que ser restructuradas total y absolutamente, restructurarlas en el concepto político de la institución militar. El militar no es que sea apolítico el militar tiene que ser apartidista y el militar no puede trabajar para un presidente, trabaja para el estado, para la nación. Cuando el militar trabaja para un presidente deja de ser profesional”.


Por: Alfredo Cedeño

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