El rebelde conoce la enormidad de
las fuerzas que enfrenta y sus frecuentemente escasas posibilidades de éxito.
Su esperanza, decía Clavel, no es estar seguro de que algo resultará bien sino
la certeza de que hacerlo es lo único que tiene sentido, no importa cuál sea el
resultado.
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En la Venezuela de la corrupción
y el narcotráfico la rebelión es un imperativo moral. El país finalmente se
encuentra en un estado de pre-rebelión. Ya todo el planeta sabe que el régimen
venezolano es un narco estado. El dinero del petróleo no le ha bastado al
chavismo para mantener su tren de robo y dispendio. Ha tenido que entrar a
traficar en drogas, convirtiéndose así en un régimen forajido, expuesto a la
acción de la justicia internacional.
La reacción de la jauría chavista
ha sido predecible ya que ellos se hunden con sus cabecillas: el tribunal
supremo de justicia, la asamblea nacional, el poder ciudadano, toda la gavilla
de cómplices y ladrones del régimen defienden impúdicamente al “intachable
ciudadano”, como definen a Diosdado Cabello. Basta verlo actuar en la Asamblea
Nacional para darnos cuenta de que eso de intachable es fantasía.
Desde los Earle Herreras hasta
los Tareks y Luisas de la Venezuela purulenta hablan de la ‘calumnia’ contra
Cabello, porque saben que caerán con él y con Maduro. Son sargentos en el
ejército de malhechores.
Por 16 largos años el país ha
permanecido esencialmente silencioso frente a la pandilla. La oposición se ha
querido hacer racionalmente, como si estuviéramos frente a un gobierno malo
pero democrático. Pero la rebelión no es un acto racional sino esencialmente
emocional. Se presenta de manera espontánea, inspirada en el ejemplo de unos
pocos, quienes se levantan con decisión frente a la ignominia.
López, Ceballos, Ledezma, Machado
nos han mostrado el camino de la rebelión. Y lo hacen a riesgo de su comodidad,
de su tranquilidad y, aún, de sus vidas. Como decía Hanna Arendt el estado
totalitario tiende a crear un clima en el cuál la gente está aterrorizada,
incapaz de rebelarse y los pocos que lo tratan de hacer son apresados y
perseguidos. Pero, a falta del apoyo necesario de los venezolanos, estos
rebeldes están recibiendo el apoyo, por fin, del mundo externo. En este momento
está en movimiento una gran fuerza de opinión internacional que ha identificado
la naturaleza criminal del régimen venezolano.
Los rebeldes están, al fin,
ganando su batalla. Y esta es una percepción que ya ha tomado cuerpo y comienza
a arrastrar la gran masa de indecisos.
Esto siempre ha sido así en todas
las sociedades. La rebelión comienza en la mente del hombre moral y prende
finalmente entre los victimizados por el abuso totalitario.
Por: Gustavo Coronel.
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