LA CAMISA DE FUERZA ELECTORAL

Parece disparatado y contradictorio que el ideal de una sociedad libre y democrática y el respeto al método clave para el ejercicio de la democracia, como es la celebración periódica de elecciones, hayan terminado por servir al autoritarismo y hayan conducido al debilitamiento y control de la sociedad democrática.
No estaba previsto que la voluntad de poder lograría convertir, por insospechados caminos, el mecanismo electoral en antídoto de las aspiraciones democráticas. Pero es que el sistema deseado tenía como prerrequisito la existencia de poderes e instituciones autónomas y una sociedad activa consciente de sus derechos y deberes.

Cada día hay más información sobre la desnaturalización del mecanismo electoral. Mal podía, entonces, toda la imaginación política de una generación de líderes democráticos centrarse exclusivamente en un método que no funciona.
Un trabajo reciente del los profesores Raúl Jiménez y Manuel Hidalgo del Departamento de Estadísticas de la Universidad Carlos III de Madrid, titulado Análisis forense de las elecciones venezolanas durante la presidencia de Chávez, descubre un patrón estadístico anómalo consistente con fraude electoral a partir del año 2004. En dicho trabajo, todas las elecciones desde el año 1998 hasta 2012 fueron analizadas mediante la ley del segundo dígito de Benford, el modelo de Klimck y otros dos modelos estadísticos de distribución de votos. Las elecciones ocurridas entre 1998 y 2004 muestran patrones normales pero en el referendo revocatorio del año 2004 aparece evidencia clara de irregularidades electorales sistemáticas que apuntan hacia la manipulación del conteo de votos. Si el evento presidencial de 1998 mostró una distribución típica de elecciones justas, el referendo de 2004 se alejó totalmente de esa distribución. El mismo cuadro de resultados atípicos aparece en la elección presidencial de 2012. El estudio analiza, también, el acelerado y dispar crecimiento del registro electoral y lo encuentra significativamente correlacionado con el voto chavista. En suma, las anomalías estadísticas parecen asociadas a un posible fraude electoral. “Esto levanta serias dudas sobre la imparcialidad de las actuales autoridades electorales” y “recomendamos fuertemente una auditoría completa del registro electoral sin la cual no hay certeza de la validez de” los resultados. En las condiciones actuales, las elecciones siguen siendo una meta, pero no pueden convertirse en una camisa de fuerza para someter otras alternativas de acción colectiva.

Por: Áxel Capriles 

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