jueves, 26 de febrero de 2015

LICENCIA PARA MATAR

Ya se ha vuelto una costumbre enterarnos de la violencia que nos agobia por las redes sociales o páginas de noticias en la red porque los medios privados (una verdadera minoría) están dedicados a la farándula o a las noticias fatuas y los medios públicos (que son la mayoría, incluidos los privados que se han plegado a los intereses del régimen y los asignados a testaferros boliburgueses) cubren los shows politiqueros que, de tanto en tanto, montan en esas tramoyas que son la Asamblea Nacional y el Palacio de Miraflores.

Mientras tanto los respetuosos órganos de seguridad del Estado, aunque parezcan más de represión por la saña de sus actuaciones, les ha tocado salir a lo James Bond a acabar con todas las conspiraciones que pretenden atentar contra la revolución, por lo que buscan y capturan a esa mezcla de Jack El Destripador, Hanibal Lecter y Dorangel Vargas (digo por el despliegue policial) que debe ser el alcalde metropolitano Antonio Ledezma quien conspiraba para derrocar a Nicolás Maduro a través de remitidos de prensa, allanan la sede de un partido político opositor y reprimen a estudiantes por exigir el respeto a la voluntad popular que eligió al gobernador de la mancomunidad de municipios que hacen vida en la Gran Caracas.
Es que en Venezuela para acabar con la falta de profesionalismo y la chapucería en los órganos de seguridad del Estado de la IV se decidió que las policías debían tener una universidad que formase a su gente en el respeto de los derechos humanos, las libertades ciudadanas y la resolución de los problemas de seguridad (no son inventos míos eso dice su sitio web).
Ni secta, ni imperio
De ahí que ningún paisano, no tiene que ver con las insinuaciones entre el exmandatario y el mandatario, ha sido sometido a torturas, a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes desde que se inauguró ese dechado de bondad y misericordia que es la Policía Nacional Bolivariana.
Lo del agente 007 viene a colación porque hacia 1989 a Timothy Dalton le tocó interpretar en una película, llamada “Licencia revocada” y luego renombrada “Licencia para matar”, al mítico agente secreto que mientras perseguía a un narcotraficante es suspendido del MI6 (aun no aparecían los testimonios del Leamsy Salazar contra algún Dios revolucionario) por lo que decide acabar con todo el mundo.
En nuestro caso, los agentes socialistas, revolucionarios y antiimperialistas formados bajo la égida de un militar golpista y amparados en una resolución ministerial de otro golpista, también salieron a acabar, no a los narcotraficantes, a los paramilitares, a los que cobran vacunas o al hampa común, sino a unos estudiantes.
Realmente no importa si los policías que disparan venían de la IV o son de la V. El policía y presunto asesino de Kliuberth Roa no se adiestró en una secta de derecha, ni en el imperio norteamericano, tenía 7 años cuando llegó este oprobioso régimen con su discurso de odio, creció al amparo de las normas y órdenes de quienes hoy están en el poder y estudió en una universidad que crearon para la seguridad.
Culpables y responsables
Desde siempre las policías venezolanas han sido vistas con ojerizas. Llámense chácharos gomeros, Seguridad Nacional, DIGEPOL, DISIP, policía metropolitana y más recientemente policía nacional bolivariana o SEBIN todas han tenido más de una oveja negra en su redil. El problema siempre ha sido creer que todo se soluciona con cambios de nombres, aunque se mantengan las prácticas arbitrarias, ilegales y violatorias de la dignidad humana.
Por cierto el culpable del asesinato del niño Roa ya está detenido y se le aplicará el peso de la ley, si creemos en las declaraciones oficiales, solo falta que caigan los responsables: el que sembró odio en los funcionarios (aunque no está, quedó su heredero), el que autorizó el uso de armas letales para reprimir manifestaciones (que no le valga padrino), el que rigió su formación policial donde lo evaluaron psicológica y académicamente (así sea paisano del asesino), el que dirige la policía en la entidad (no obstante haya prometido poner su cargo a la orden) y finalmente la que cree que la inseguridad son “hechos aislados” que sesgan la vida de venezolanos.
Debemos exigir se enjuicie a los responsables y que se revoque a todos los funcionarios esa “licencia para matar”, mientras tanto estamos a la merced de la anarquía, el desgobierno y la ilegalidad que impuso este socialismo del siglo XXI.
Llueve… pero escampa


Por Miguel Yilales/@yilales

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