Las guerras siempre son malas y
afectan tanto a los que luchan, como a sus familias, aunque estén a miles de
millas de distancia.
Me duelen todas las guerras, pero
como venezolana hoy me duele la que se vive en mi país.
Anoche pensaba en los muertos,
también en los vivos, pensaba en las
consecuencias que producirá esta guerra en los niños, incluyendo a mis nietas.
Mi hija, como muchos venezolanos,
ha aprendido a manejar la violencia, la inseguridad, la impunidad y ahora la intolerancia.
Le pregunto, cómo estás hija?- me
responde - “bien mamá, las cosas están difíciles, pero vamos a salir de
esto”, y las nietas ? -sigo
preguntando-“en su mundo mamá” -me dice-.
Ella, al igual que en la película
“Life is beautiful”, mantiene a sus niñas de 5 y 7 años, en una burbuja,
distraidas, jugando, protegidas de la realidad, “nada beautiful” que se
desarrolla afuera.
Según la sicóloga Jeanette
Cardozo, del Centro de familia YOU INC, en Massachusetts, los niños captan
todo, pero los efectos sicológicos ante situaciones traumáticas, dependerán de
cómo lo manejen sus padres. “Si los padres les ofrecen seguridad, ellos se
sentirán seguros”. No se trata de esconder lo que ocurre, se trata de no
traerles la guerra a la casa.
“Dependiendo de la edad y la situación hay que explicarles -dice Cardozo- si
preguntan, responder claro, que sepan
que hay una familia que estará allí para protegerlos”.
Mi hija vive en un lugar en donde
todavía las balas no entran por los balcones, pero hay muchos que sí, debe ser bien
dificil explicarle a los niños , por qué
su hermano adolecente no regresó,
por qué los soldados disparan contra las casas, o por qué ya no vamos a
la escuela.
Bien dificil ha de ser decirle o
explicarle a una abuela, por qué su
nieto nunca nacerá y su hija tampoco regresará casa.
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