Nicolás, la próxima vez, diríjase
al diablo…
Señor Maduro:
Usted únicamente me usa para
engañar a ingenuos seguidores. ¿Siente remordimiento ante su hipocresía de
nombrarme cada vez que discursea?. Sobrepasó la línea del malo inconsciente que
por su maldad lleva a cuestas su propio infierno.
No sé si se ha fijado que en la
cruz estoy clavado mientras que usted, trajeado de Armani y con un Rolex, me
nombra en sus discursos ¿Tiene idea del sacrilegio que significa cometer
irresponsables arbitrariedades que traen sufrimiento a su pueblo? El otro día,
dijo: “Dios proveerá” ¡Qué irresponsabilidad nombrarme pagador de sus deudas!
Deudas que usted, su antecesor y la cantidad de inútiles que han estado en su
gobierno, han acumulado al dilapidar riquezas que no les pertenecen;
convirtiendo a mis hijos venezolanos, en menesterosos que, como autómatas,
hacen humillantes colas para comprar cualquier cosa ¡A mí no me meta en ese
lío!¡Pague su vaina!
¿Cree que los venezolanos son
pendejos y que se van a tragar el cuento de que los anaqueles están vacíos
porque hay una ridícula “guerra económica”? ¿Por qué no dice la verdad? ¿Se
acuerda cuando el pajarito infernal expropió industrias, las pasó al Estado y
todas quebraron? ¿Se acuerda cuando el mismo pajarito expropió haciendas
exitosas que producían alimentos y ahora no producen o lo hacen al mínimo? ¡No
hay que ser Dios para darse cuenta que por esas irracionales arbitrariedades,
es por lo que hoy, los venezolanos, están jodidos! La verdadera guerra
económica, Señor Nicolás, fue inventada y aplicada por ustedes.
Señor Maduro, ¿hasta cuándo va a
seguir usted utilizando mi nombre? ¡No engañe más a la gente humilde! Usted, al
igual que su antecesor, es un rey Midas al revés: convierte el petróleo en
barro… Usted habla mucho y no hace más que rodearse de ineptos aduladores que
se arrastran día y noche aplaudiendo fracasos.
Otra cosa, hijo descarriado,
aprovecho para confesarle algo: ¡Yo soy de la oposición!, es decir, me opongo
al abuso, a la maldad, a la injusticia, a la privación de libertad de
inocentes, a la torpeza, al engaño, a la ignorancia, a la delincuencia, al
atraso, a la marginalidad, al despilfarro, a la escasez, al desabastecimiento…
Señor Maduro, y ahora, ¿a qué
Dios le va a rezar?
No lo voy a perdonar. Porque
usted, igual que el otro, también sabe lo que hace.
Señor Nicolás, la próxima vez,
diríjase al diablo. Ese, obviamente, sí es su proveedor y consejero. Lo que
pasa es que cobra muy caro.
Dios
Por: Claudio Nazoa.
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