La situación del país es cada vez
más comprometida. Maduro no da pie con bola, sus decisiones son incoherentes,
inconexas, sin visión de conjunto. Más bien parecen disparos desde la cintura,
que no dan en el objetivo para encaminar el país por la senda del bienestar y
el progreso colectivos. La economía va rumbo a un barranco que nos hundirá en
la mayor de las miserias sin que se vislumbren en el futuro cercano propósitos
de enmienda. La coyuntura política y social es de pronóstico reservado,
sostenida por el control absoluto de todas las instituciones y un aparato
represivo que enseña sus garras más perversas al criminalizar la protesta y a
quienes disientan, bien sean estos oficialistas u opositores. En fin, vamos
rumbo al caos, si es que ya no estamos inmersos en él, como si de un peligroso
tremedal se tratara.
Y, como si fuera poco, ahora se
obscurece el panorama con la abrupta caída de los precios petroleros que hacen
inviable el sostenimiento de un gasto desenfrenado que ha despilfarrado
nuestros ingresos desde hace tres lustros. Parece que, por los momentos, hemos
llegado al fin de la borrachera causada por creernos millonarios sin serlos.
Fin de fiesta, pues.
La desesperada propuesta de
Venezuela en la OPEP, relativa a un recorte de la producción para medio detener
el derrumbe de los precios resultó en un fracaso estruendoso que ha querido ser
minimizado mediante el silencio impuesto desde las altas esferas
gubernamentales, ya que los países más prósperos que integran el organismo,
Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y los Emiratos Árabes, tienen, entre otras cosas,
unas reservas acumuladas –por el correcto y previsivo manejo de su renta
petrolera– de 2 billones de dólares, mientras que los países más vulnerables
–por nunca haber tomado las precauciones necesarias ante cualquier
eventualidad– como Irán, Nigeria, Argelia y Venezuela, están de carreras a ver
cómo cuadran sus presupuestos ante la nueva realidad.
Venezuela, particularmente, está
endeudada hasta las metras. Su producción petrolera ha caído en un tercio desde
el año 2000, cuando el finado decidió expulsar a más de 20.000 empleados de
alta calidad profesional de Pdvsa y convertirla, de golpe y porrazo, en la caja
chica de la revolución, siendo un país donde 96% de sus ingresos provienen del
oro negro. Según datos de la Cepal, la economía venezolana tendrá una
contracción de 3% para 2014 y de 1% para 2015, hecho que contrasta con Bolivia,
cuya economía crecerá 5,2% y Nicaragua, 4,4%, ambos afines al socialismo del
siglo XXI y beneficiarios principales de la generosidad chavista. ¿Por qué
estos países tienen economías prósperas, mientras nosotros nos hundimos cada
vez más? La respuesta parece que está a la vista de todos, pero no hay peor
ciego que el que no quiere ver.
Da tristeza presenciar cómo se
rematan, a precio de gallina flaca, nuestros activos. Recientemente, El Nuevo
Herald da cuenta de la venta de la deuda petrolera que República Dominicana
mantiene con la república de 4,09 millardos de dólares, nada más y nada menos
que a Goldman Sachs –máximos representantes del imperialismo capitalista– a 41%
de su valor. Es decir, recibiremos, solamente, 1,7 millardos de dólares, al
tiempo que Goldman Sachs se embolsilla 2,3 millardos. Mientras tanto Citgo está
en la cola... ¿Es posible la revolución bolivariana sin petróleo?
FREDDY LEPAGE
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