Es muy difícil saberlo. La
experiencia del primer diálogo que se inició con la oposición no terminó en
nada. Los venezolanos, esa noche, llegaron a pensar que era posible. La
decepción fue inmensa. El Nuncio Apostólico y los cancilleres de los países
amigos quedaron más que sorprendidos. No era fácil encontrarle una explicación
a lo que había ocurrido. Nicolás Maduro, a nombre del gobierno nacional, había
invitado a la oposición a ese encuentro. De manera inexplicable no tenía una
propuesta y lo que pudo haber sido un diálogo constructivo terminó siendo un
enfrentamiento injustificado ante los ojos de la Nación. Lo más grave de lo que
ocurrió es que, además de no tener ninguna propuesta, demostró que su liderazgo
no era suficientemente fuerte como para poder plantear una alternativa política
que abriera un nuevo camino a Venezuela.
El diálogo es imprescindible en un
régimen democrático. Permite que se avance en la solución de los grandes
problemas nacionales y se logre establecer una forma de resolver los naturales
enfrentamientos que surgen entre las distintas ideologías y sus diferentes
visiones sociales. En Venezuela existe
un natural consenso entre todos los sectores políticos que aceptan la
Constitución de 1999. Esa es justamente la razón por la cual Ernesto Samper,
actual presidente de UNASUR, no debió plantear la necesidad de un pacto social
entre gobierno y oposición, sino presionar al régimen chavista para que respete
los principios fundamentales de esa Constitución y establezca un verdadero Estado de Derecho que
garantice la alternancia republicana, la independencia de los Podres públicos y
el apoliticismo de la Fuerza Armada Nacional.
Lamentablemente, ese no parece
ser el objetivo político de Nicolás Maduro.
Se le han presentado distintas oportunidades para reorientar el régimen
chavista. No lo ha hecho. Se ha dedicado a mantener el culto a la personalidad
de Chávez, creyendo que de esa manera mantendrá el respaldo de amplios sectores
sociales. Las encuestas indican que no lo ha logrado. Es muy difícil sostener
una política de creciente gasto público en medio de una indetenible crisis
económica: caída de los precios petroleros, alta inflación, escasez de
productos de primera necesidad, incremento de la pobreza, imposibilidad de lograr nuevos endeudamientos
y pare usted de contar. La entrevista del general Marco Torres, y su anuncio de
que se mantendrá la tasa de cambio a Bs. 6:30 por dólar, lo único que produjo
fue una caída masiva de los bonos
venezolanos.
De todas maneras, en política
todo es posible. Eso es cierto, pero no es verdad que los acontecimientos
históricos ocurren por casualidad. Siempre se requiere de una voluntad creadora
que los impulse. Si analizamos la orientación del gobierno de Nicolás Maduro
tenemos que observar una marcada tendencia al conflicto. Veamos algunas de sus
más radicales posiciones. El caso de los presos políticos. Lo lógico era
aprobar una ley de amnistía. No se hizo. Se tomó el camino del juicio y la detención. El caso
de la escasez de productos de primera necesidad. Lo natural, era establecer un
diálogo con los sectores productivos. La solución: la guerra económica. El caso del asesinato del diputado Robert
Serra. Una investigación imparcial hubiera sido lo más acertado. Al contrario,
se buscó señalar como autores intelectuales a
algunos líderes de la oposición.
En definitiva, no existen
actualmente las mínimas condiciones para establecer un diálogo entre gobierno y
oposición. El año que viene será de permanente campaña electoral. .A la
oposición no puede convenirle iniciar unas conversaciones con un régimen que
muestra tan importante caída en su popularidad. De todas maneras, el gobierno
de Maduro tiene una nueva oportunidad para demostrar que en realidad aspira
establecer un importante acuerdo
político con la oposición. En los próximos días
se van a designar los nuevos miembros del CNE. Sí esa selección permite
escoger tres rectores realmente independientes que garanticen unas elecciones
parlamentarias justas y equitativas, es posible que en el tiempo se pueda
establecer un verdadero diálogo entre gobierno y oposición. De lograrse, su
gobierno se garantizaría un importante período de estabilidad institucional.
Caracas, 16 de noviembre de 2014.
@FOchoaAntich
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