A partir de la detección del
primer caso de Ébola adquirido en España, esta enfermedad vuelve a ocupar las
tapas de los diarios. La Izquierda Diario ha dado cuenta de la situación,
analizando las causas de esta epidemia y sus mayores responsables.
En esta nota nos ocuparemos de
hacer un repaso de las características más importantes de esta enfermedad, sus
síntomas y sus vías de contagio.
La enfermedad por Ébola virus
Se trata de una patología de
origen viral, producida por el Ebola virus, que ingresa al organismo a través
de materiales biológicos contaminados (más precisamente, sangre y fluidos corporales
de personas infectadas).
Los síntomas pueden aparecer en
un período de 2 días hasta 3 semanas después del contagio, aunque la mayor
parte de los pacientes presentará los síntomas a los 8 - 10 días. Inicialmente,
son los típicos de las enfermedades virósicas: decaimiento, dolores musculares,
fiebre, dolor abdominal y dolor de cabeza. Estos síntomas, son completamente
inespecíficos y por sí solos no hacen el diagnóstico de la enfermedad.
Posteriormente se presentan
vómitos y diarrea, agregando luego sangrado (tanto externo como interno) e
insuficiencias renal y hepática. Si la persona infectada no presenta mejoría,
evoluciona hacia la falla multiorgánica y la muerte.
La transmisión persona a persona
se da a partir del contacto con fluidos corporales de personas que se
encuentran en fases avanzadas de la enfermedad. Estos contactos pueden ser en
mucosas (nariz, boca), lesiones cortantes o abrasiones de la piel.
Pronóstico y tratamiento
Se trata de una enfermedad de
alta mortalidad para la cual no existe un tratamiento de efectividad
comprobada. Los pacientes que presentan la enfermedad reciben lo que se llama
“medidas de soporte hemodinámico”. Es decir, se intenta ayudar al cuerpo a
manetenrse estable supliendo las funciones que no puede cumplir (la respiración
mecánica en el caso de los pulmones, diálisis en el caso de los riñones),
mientras se espera la recuperación a partir de las propias defensas del
paciente.
A partir de los nuevos casos y el
riesgo de la extensión a Europa y América, se ha comenzado a probar nuevos
tratamientos. El de mayor cobertura mediática es el “suero hiperinmune”, basado
en el trabajo del Dr Maistegui en el tratamiento de la Fiebre Hemorrágica
Argentina. Se trata de un suero obtenido a partir de la sangre de un paciente
que haya sufrido la enfermedad y haya sobrevivido, aprovechando así los anticuerpos
ya formados para combatir la enfermedad. Aún así, al contrario del caso de la
Fiebre Hemorrágica Argentina, no se conoce la efectividad de este tratamiento.
Por otro lado, los grandes
laboratorios se han lanzado a la carrera para llegar primeros al gran negocio
de una cura, mientras se frotan las manos imaginando las ganancias que pueden
llegar a obtener ofreciendo tratamientos “de urgencia” muy caros, sin
efectividad comprobada.
La prevención, la única medida efectiva
Frente a esta enfermedad, la
única medida de eficacia demostrada es la prevención. Esto implica la
elaboración de protocolos y la capacitación del conjunto del personal de salud,
así como la información de la población, para reconocer rápidamente las pautas
de alarma y actuar en consecuencia.
Mientras la alarma por el ébola
se enciende en Estados Unidos y Europa, la epidemia sigue cobrándose miles de
vidas en África. Una enfermedad conocida hace décadas, que en su historia se ha
cobrado miles de vidas y que, como tantas enfermedades infectocontagiosas, se
propaga velozmente en la miseria del pueblo africano, sometido por las grandes
potencias imperialistas y sus intereses económicos. Una enfermedad para la cual
el desarrollo de potenciales curas se encontró bloqueado hasta que los grandes
laboratorios vieron la posibilidad de hacer negocios a partir de su extensión.
El ébola, así como la tuberculosis y tantas otras, es un asesino armado gracias
al afán de lucro de las empresas farmacéuticas.
Fuente: La Izquierda Diario
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