Según aconseja el apotegma,
"Quien no cuida lo que tiene, a pedir se queda"… No hay que ir muy
lejos para encontrar contundentes ejemplos demostrativos de su veracidad,
puesto que nuestra kakistocracia ha logrado que Venezuela sea el caso más
patético y ostensible. Nadie, absolutamente nadie en el mundo puede entender
cómo está en condiciones tan ruinosas un país bendecido por la Providencia con
abundancia de recursos de alta demanda (y poca oferta mundial), a pesar de
haber recibido en los últimos 16 años más de un millón de millones de dólares
por concepto de provento petrolero.
Obviamente tampoco se puede concebir cómo
se han hecho añicos sus logros en materia social y económica acumulados hasta
1998 o cómo se destruyó en tan pocos años la dinámica de progreso que, desde la
década de los 50 hasta hace poco más de 20 años, hacía que nuestra Nación fuese
considerada como una de las promesas más ciertas para situarnos entre los
países emergentes más exitosos.
Entre las principales
explicaciones para el des-milagro destacan una incompetencia supina, una
altísima dosis de intoxicación socialistoide y populista, unidas a una
mentalidad de incapaces que jamás lograron producir algo y de repente, sin
esfuerzo, se encontraron con una fortuna a su disposición… en lugar de seguir el
consejo que inicia este escrito, se guiaron por “Lo que nada nos cuesta,
hagámoslo fiesta”. Ahora quedamos en la vergonzosa condición de tener que
pedir… todos vimos las tristes imágenes de la pareja presidencial peregrinando
por el mundo, Rusia, China, Irán, etc para mendigar infructuosamente préstamos que le dieran
aliento a nuestras moribundas reservas internacionales.
No se cuidó lo que teníamos y… a
pedir quedamos, hasta extremos que nos liquidan el patrimonio y comprometen el
futuro, con el petróleo hipotecado a China y con el remate de las deudas que
tienen a nuestro favor países hemisféricos, siempre a espaldas del pueblo. A
finales de enero la kakistocracia perdonó a la República Dominicana el 53% de
la deuda si pagaba de inmediato, así recibimos solamente 1.933,2 millones de
dólares como cancelación de una deuda que sumaba 4.123,8 millones de dólares…
vale decir, en la práctica ¡le regalamos 2.190,60 millones de dólares!
Como escribí hace poco más de un
mes, “…peor es lo que se acordó con Uruguay: de los 400 millones de dólares que
nos debían se les perdonó el 35%, de forma que solo deben pagar 262, pero a
estos se le restan 38 millones que les debíamos por compras de leche y pollos;
pero como también acordamos comprarle 300 millones en productos que producía
Venezuela (arroz, soja, leche, quesos y pollos), en lugar de cobrar los 400
millones ¡les quedamos debiendo 76 millones de dólares!”. Ahora se repite con
Jamaica el “a pedir quedamos” (combinado con no cuidar lo que tenemos), puesto
que emulando “el negocio” con República Dominicana, les perdonamos casi el 54%
de su deuda (1.750 millones de dólares) para que con un pago que recibimos de
inmediato por 1.500 millones dólares les cancelemos 3.250 millones dólares.
Nada más en estos 3 casos documentados Venezuela ha tenido una pérdida
patrimonial de 4,08 millardos de dólares con respecto a 7,78 millardos de
dólares que nos debían… Es legítimo preguntar ¿Para qué? Pero la respuesta es
indignante: para poder disponer de la cantidad recibida a fin continuar el
despilfarro populista con que tratan de minimizar su derrota electoral del
próximo diciembre.
Jamaica, Uruguay y República
Dominicana hicieron un excelente negocio a favor de sus pueblos mientras que el
nuestro se perjudica y es engañado inmisericordemente al ocultarle el robo de
su futuro y su patrimonio. Los kaikistócratas no cuidan lo que tenemos pero es
nuestro pueblo quien a pedir se queda…
¡Cosas veredes, Sancho!
Por: Arlán A. Narváez
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