El régimen de Nicolás Maduro está
como los delincuentes a los que se les terminó la suerte y que después de haber
asesinado, robado y ultrajado a personas inocentes se encuentra acorralado por
la justicia que lo cazó para hacerle
pagar por sus delitos. Al ignorante invasor de Miraflores se le acabó la luna
de miel con el pueblo que humilla e irrespeta.
Llegó el momento de que los
venezolanos unidos sin importar el color de la camisa que porten o que le obligan a ponerse, tomen
acción para recuperar la paz de la
nación, el respeto que como seres humanos merecemos y sobre todo la
libertad. El régimen se quedó solo con
sus únicos seguidores, aquellos a quienes les aterra perder el poder que
usurpan porque eso implica la aplicación de una justicia imparcial.
Es necesario recuperarnos después de tanta ofensa, irrespeto y
humillación y tomar conciencia de que perderemos a Venezuela si no tomamos
acciones urgentes que pasan por cada individuo
e institución que conforma la vida, social, económica y política de la nación.
La Fuerza Armada Nacional, institución por la que necesariamente pasa el
restablecimiento de la paz de la República, debe implementar acciones
necesarias e inmediatas para defender al
país y a sus habitantes, no atropellarlos para proteger a una camarilla de
delincuentes que los está usando como cómplices para cometer sus crímenes.
El régimen perdió la calle y la
confianza de los ciudadanos de bien que
creyeron en él, la de los mercenarios a
los que entrenó y dotó y que usan las
redes sociales para amenazarlo. Sus colaboradores empiezan a saltar como ratas
de un barco que se hunde, solo le queda la servidumbre de toga y birrete que
inhabilita a los políticos que podrían representar un peligro para su
status quo, pero debe asaltarles la duda si emular al músico que tocaba en la
cubierta del Titanic en las últimas horas de su travesía.
Un pueblo oprimido por
delincuentes debe luchar, no mendigar lo que por derecho le pertenece; Venezuela es hoy un país que
grita libertad.
Cnel (GN) Antonio Semprun
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