“Aunque no es el caso, si al pueblo de
Venezuela en esta nueva hora de nueva independencia, le tocara luchar por
nuestra dignidad, por nuestra independencia, solos, sin el apoyo del mundo, el
pueblo de Venezuela luchará, el pueblo de Venezuela vencerá, si nos tocara
luchar en las peores circunstancias”. Nicolás Maduro en Monagas (26/2/2015).
“Parole, parole, parole” (palabras, palabras, palabras).
Aunque fue una canción
originalmente en italiano, este éxito de 1972 aún se escucha en todo el mundo.
La canción es un diálogo entre el canto de Mina y la declamación de Alberto
Lupo (luego fue reproducida con igual éxito por Dalida y Alian Delon). El tema
de la canción son palabras huecas. Se entrelaza la lamentación de la cantante
femenina por el final del amor y las mentiras que siempre tiene que escuchar,
mientras que el actor masculino simplemente habla, habla y habla. Ella
reacciona y se burla de los elogios que él le proporciona, llamándolos
simplemente palabras vacías “parole, parole, parole”.
Y es que el papel aguanta todo y
las palabras se las lleva el viento… No sé de qué “nueva hora” de “nueva
independencia” habla Maduro, cuando estamos más dependientes que nunca.
Dependemos del precio del petróleo, cada vez más bajo. Dependemos del dólar
paralelo, cada vez más alto. Dependemos de las importaciones, cada vez más
escasas. Dependemos de los chinos, cada vez más vivos, para que nos sigan
prestando real en condiciones que nos harán dependientes de ellos hasta por lo
menos dentro de cincuenta años. Dependemos de los cubanos, cada vez más
lejanos, para que organicen la ideologización y la represión. Dependemos de la
suerte, cada vez menos frecuente, para regresar vivos a casa todos los días.
Dependemos de la justicia, cada vez más injusta, cada vez más ordinaria.
De manera que la “nueva
independencia” de la que Maduro alardea es la dependencia más dependiente que
hemos tenido desde que éramos colonia. Acaban de llegar 25 mil captahuellas,
según informó el portal maduradas.com, “para impulsar la implementación del
sistema biométrico de adquisición de alimentos”. Andrés Eloy Méndez, el
Superintendente de Precios Justos, indicó que “esta acción va a permitir la
disminución de las colas en los establecimientos comerciales” y destacó que “la
mayoría de éstas sólo existen gracias a los bachaqueros y revendedores y que
incluso bandas dedicadas al narcotráfico se han dedicado a destinar parte de su
capital a esta práctica”. Veremos si disminuyen las colas con esta moderna
versión de la libreta de racionamiento cubana. Otra manera de dependencia.
Jamás en la vituperada “IV República” hicimos colas para comprar algún bien de
primera necesidad ni hubo la escasez que hay hoy, a pesar de que el precio del
petróleo estaba bien por debajo de los valores actuales.
Hasta gracia me causan estos
discursos grandilocuentes. “Sin el apoyo del mundo… lucharemos y venceremos”…
Solo imagino un escenario de que lleguen los marines gringos –que por fortuna
se dejaron de esas prácticas en América Latina ya desde hace un buen rato- o
los cascos azules de la ONU, para ver a la mayoría de los altos funcionarios
poner pies en polvorosa, empezando por los militares. Visualizo a unos cuantos
de los que dejaron las rodillas frente a Chávez de tanto arrastrarse (o de
tanto pedir perdón después del 11 de abril) no rodilla en tierra como debería
hacerse ante una invasión, sino de rodillas, pidiendo permiso o pidiendo
perdón. En el mejor de los casos, preguntando en qué pueden ayudar. Otros
correrán a esconderse al Museo Histórico Militar.
Sí, desgraciadamente los héroes
de las gestas patrióticas se quedaron en el pasado. En el presente lo que hay
es un gamelotal de consignas vacías, porque aún cuando saben que la solución no
cabe dentro de su ideología, siguen dándose golpes contra la pared en vez de
devolverse y rectificar. Dependientes, pobres y hartos de tantas promesas, los
venezolanos ya no creemos en revoluciones ni en rojos. ¡Dios proveerá!
Por Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb
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