Se dice que la democracia es la
negación del autoritarismo; luego, bajo este régimen y tal como podemos como
evidenciarlo, no se tolera la oposición, se persigue a los críticos, se sofoca
la disidencia y se suprimen con violencia las alternativas, aunque no
constituyan un peligro inmediato para el control del poder. Al derecho
constitucional de opinión, manifestación y protesta, el régimen responde con la
violencia. Este gobierno totalitario está persuadido de su creciente
impopularidad. Todo ha sido engaño, fracaso, despilfarro y corrupción en estos interminables años.
Con lo
acontecido estas últimas semanas se hace más que evidente que el Estado de
Derecho se encuentra en un claro déficit. El régimen hace intentos desesperados
por impedir el sempiterno reclamo que clama a viva voz esas realidades que él
mismo ha creado y haciendo gala de la mayor tozudez, no se conforma con la
burla y los acostumbrados improperios e insultos, sino que pasa a la violenta
amenaza, en la más pura postura totalitaria; pues ya no solo se limita con
criminalizar la protesta ciudadana y judicializar la represión, ahora pretenden
satanizar la denuncia y el sentido reclamo. Pero ya no se pueden tapar tantas
bocas ni cerrar tantas conciencias pues el reclamo es de toda una mayoría que
no acepta más engaños ni fracturas como Nación, ahora la arrechera es
sensatamente sentida, lo que no recuerda aquella sentencia de Camus que
expresaba que no es noble la rebelión por sí misma, sino por lo que exige. Una
de las pocas maneras para que este régimen no se sienta que es intocable, es
haciéndole sentir el peso de la ciudadanía ya que no sienten el peso de la ley,
pues hace rato ellos la controlan; sin
violencia, pero con determinación; sin tocarles pero sin dejarles respirar. Una
hormiga no para un bus, pero llena de ronchas al que la conduce… Hasta
Francisco lo dijo recientemente:..”Quiero a La Iglesia en la calle…”… Cuando la
calle vuelva a convertirse en el lugar de lo político, poco espacio quedará
para estos usurpadores de la política. Decía Ortega y Gasset “Camina lento, no
te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo porque quien no haya
sentido en la mano palpitar el peligro del tiempo, no ha llegado a la entraña
del destino, no ha hecho más que acariciar su mórbida mejilla”. En fin de
cuentas: la voz y las calles son las armas con las que realmente cuenta el
ciudadano, y así las cosas… ¡Que no se calle la calle!
Manuel Barreto Hernaiz
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