Consignas coincidentes. Juan Carlos
Monedero, dirigente de Podemos, usa un lema chavista en una rueda de prensa en
Leganés. “Somos mayoría y somos alegría”, ha dicho. Una frase a la que en
Venezuela le agregan: “somos la gente de Hugo Chávez Frías".
(Podemos (CC BY 3.0)/Podemos (CC
BY 3.0))
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10.02.2015 – No soy quién para
hablar de Podemos. Pero de lo que sí puedo hablar —y mucho— es del modelo que
se implantó en Venezuela, con la asesoría —entre otros— de sus dirigentes.
Entiendo que la austeridad tiene
agobiada el alma española; entiendo la decepción. Pero créanme que el derroche
del autoritarismo populista se paga muchísimo más caro:
- La escasez de alimentos nos
tiene al borde de una tragedia humanitaria.
- La corrupción administrativa contra
la cual insurgió este proceso es ahora surrealista. Antes, al menos, se conocía
el monto de lo robado.
- La criminalidad, azuzada por la
creciente pobreza, diezma a la población.
- El sistema productivo está
destruido; los empresarios están siendo encarcelados. Dependemos de las
importaciones y ya no hay dólares para importar.
- No hay división de poderes ni
derechos humanos.
- Quedan pocos medios de
comunicación libres que hayan podido sobrevivir a cierres, amenazas judiciales
y multas. Y el miedo y la autocensura se apoderan de la comunicación.
- Tenemos presos políticos;
dirigentes opositores en la cárcel, incomunicados; diputados electos
destituidos.
- Hay documentación de
manifestantes muertos, tortura, estudiantes detenidos.
- Una resolución acaba de
autorizar el uso de armas de guerra para repeler las manifestaciones de
descontento que suponen se avecinan.
- En fin, Venezuela acaba de
atravesar con mucha pena y ninguna gloria los 15 años de bonanza petrolera más
grandes de su historia (nos entró un monedero increíble) y ya no es que estamos
al borde del abismo: estamos literalmente en caída libre.
En 1998 los venezolanos pensamos
que podíamos castigar a AD y a Copei (como decir el PSOE y PP) votando a
Chávez. Efectivamente los castigamos: ya nunca más podrán gobernar porque
Venezuela se convirtió en un modelo de partido único, un partido armado (y no
precisamente de ideas) en contra una sociedad indefensa. No pudimos cambiar
nuestro destino. Fue peor el remedio que la enfermedad y ahora tampoco podemos
salir de esto por más indignados que estemos.
Laureano Márquez/@laureanomar
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