“El socialismo, es la filosofía del
fracaso, el credo a la ignorancia, la
prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria de la
miseria”. Winston Churchill
El filósofo Fernando Savater
describe la realidad de la imagen que acompaña esta nota con mucha precisión:
“Estar en la miseria es no saber lo que se quiere, es entregar la vida a la fe
y no a la acción, es descansar en la esperanza, en las creencias o en los demás
y no fortalecer la voluntad y luchar por lo que se quiere. La miseria, en
efecto, es el gran enemigo de la libertad. Y también lo es la ignorancia,
nacida igualmente de la escasez y la pobreza. Un país en el que falla la
educación está condenado a un futuro incierto, de la misma forma que un pueblo
que se desentiende de la cultura y de las formas entra de lleno en la
vulgaridad, se degrada y pone límites a su crecimiento...”.
Un ciudadano con derechos pero
ignorante no sabe qué significan sus derechos, no sabe exigir su cumplimiento
y, peor aún, ni siquiera distingue cuando los pierde. Por eso una persona
ignorante puede ser presa fácil de esas ofertas demagógicas que prometen cosas
en vez de explicar cómo se van a cumplir los derechos establecidos en la
Constitución. La incapacidad del régimen para garantizar el derecho a una
verdadera educación de calidad fue uno de los tantos factores que provocaron que las personas ignorantes hubiesen
preferido contar con una “una misión
cualquier cosa” en mano, que cien derechos volando. Y tratando de acercarnos al
pensamiento de Savater, podemos inferir entonces que si la ignorancia
inhabilita a las personas como ciudadanos, la miseria es la negación misma de
la ciudadanía. De manera cínica y descarada, a lo largo de estos alocados años,
el régimen prometió abundancia y engendró miseria, prometió libertad y engendró
servidumbre. Pasaron los años y los pobres siguieron siendo pobres. Se hace
menester repetirlo: la miseria y la ignorancia debemos eliminarlas de raíz,
combatiéndolas con educación de calidad, puesto que cuando se educa bien, se
eleva al ciudadano y ello le otorga un mayor grado de libertad, un mayor y
mejor discernimiento; y con políticas que erradiquen el hambre y la
desnutrición. ¿Hacia dónde vamos? Nadie lo sabe. Solamente sabemos que tenemos
que cambiar si queremos un futuro más halagador... y menos miserable…
MBH
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