No estás deprimido, estás distraído,
distraído de la vida que te puebla.
Distraído de la vida que te rodea:
Delfines, bosques, mares, montañas, ríos.
No caigas en lo que cayó tu hermano,
que sufre por un ser humano cuando en el mundo hay 5,600 millones.
Además, no es tan malo vivir solo. Yo
la paso bien, decidiendo a cada instante lo que quiero hacer, y gracias a la
soledad me conozco; algo fundamental para vivir.
No caigas en lo que cayó tu padre,
que se siente viejo porque tiene 70 años, olvidando que Moisés dirigía el éxodo
a los 80 y Rubistein interpretaba como nadie a Chopin a los 90. Sólo citar dos
casos conocidos.
No estás deprimido, estás distraído,
por eso crees que perdiste algo, lo que es imposible, porque todo te fue dado.
No hiciste ni un sólo pelo de tu cabeza por lo tanto no puedes ser dueño de
nada.
Además la vida no te quita cosas, te
libera de cosas. Te aliviana para que vueles más alto, para que alcances la
plenitud. De la cuna a la tumba es una escuela, por eso lo que llamas problemas
son lecciones. No perdiste a nadie, el que murió simplemente se nos adelantó,
porque para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu
corazón. ¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza.
Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San
Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está
más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos
aleja por que nos hace desconfiados.
Haz sólo lo que amas y serás feliz, y
el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará
cuando deba llegar, porque lo que debe ser será, y llegará naturalmente. No
hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá
plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la
fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi
mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3
ó 4 meses de vida. Dios te puso un ser humano a cargo, y eres tú mismo. A ti
debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los
demás. Recuerda a Jesús: "Amarás al prójimo como a ti mismo".
Reconcíliate contigo, ponte frente al
espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios; y decide
ahora mismo ser feliz porque la felicidad es una adquisición.
Además, la felicidad no es un derecho
sino un deber porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Un
sólo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mando matar seis
millones de hermanos judíos. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la
tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la
nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perusa, la
baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos,
el fútbol de los brasileros, Las Mil y Una Noches, la Divina Comedia, el
Quijote, el Pedro Páramo, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman,
Mäiller, Mozart, Chopin, Beethoven, Caraballo, Rembrandt, Velásquez, Picasso y
Tamayo, entre tantas maravillas.
Y si tienes cáncer o SIDA, pueden
pasar dos cosas y las dos son buenas; si te gana, te libera del cuerpo que es
tan molesto: tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón,
tengo dudas ... y si le ganas, serás más humilde, más agradecido, por lo tanto,
fácilmente feliz. Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad, y la
vanidad, dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser.
No estás deprimido, estás desocupado.
Ayuda al niño que te necesita, ese niño será socio de tu hijo. Ayuda a los
viejos, y los jóvenes te ayudarán cuando lo seas. Además el servicio es una
felicidad segura, como gozar a la naturaleza y cuidarla para el que vendrá. Da
sin medida y te darán sin medidas.
Ama hasta convertirte en lo amado,
más aún hasta convertirte en el mismísimo amor. Y que no te confundan unos
pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es
silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que
le destruyan hay millones de caricias, que alimentan la vida.
Pocas cosas tan bellas he recibido
como estas palabras, que me parecen salidas no sólo de una alma buena, pero
sobre todo muy humana. Ojalá y lo disfrutes tanto como yo y ojalá y todos los
practiquemos. ¡A vivir se ha dicho! Y ¡Menos quejas! ¿No crees?.
Por Facundo Cabral
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