Mientras la Conferencia Episcopal
alerta sobre una crisis sin precedentes en el país y gigantescas colas de
personas iracundas en busca de alimentos crecen a las puertas de los grandes
supermercados y pequeños abastos con
anaqueles vacíos, Maduro emprende un caro periplo (nos costará más de 1
millón de dólares) por Rusia, China y países de la OPEP, con el fin de
conseguir más de 20 millardos de dólares en efectivo y suplicar a Arabia
Saudita y Emiratos Árabes que reduzcan la producción para estimular el alza de
los alicaídos precios del crudo, cosa
negada de antemano.
El economista Orlando Ochoa
advertía en las redes sociales que Maduro iba a China provisto de un detallado
mapa de los recursos del país para “rematarlos” al precio que estableciesen los
chinos. La MUD denunció también que el “tour de Maduro era para liquidar
activos”, afirmación refrendada por el economista José Guerra, quien recordó
que “mientras otros países petroleros, como Arabia Saudita o México, ahorraron
durante la época de bonanza de los precios del crudo, Venezuela no lo hizo (…).
No se ha visto a México o Colombia pidiendo dinero prestado o clamando para que
aumenten el precio del petróleo porque, a diferencia de nosotros, ellos sí
tienen sus reservas monetarias. Este gobierno acabó con la industria y la
agricultura y ahora anda desesperado yendo a China con un sombrero en la mano a
pedir ayuda”.
Nicolás fue a China a pedir
dinero fresco que le permita eliminar pronósticos como el del Bank of America
de un casi seguro default en el pago de la deuda externa (el tramo de 2015
supera los 10 millardos de dólares y las reservas internacionales no cubren ni
la quinta parte del total adeudado); también necesita divisas para importación
de alimentos, fármacos y otros para aplacar las protestas sociales cada vez más
airadas e intentar ponerle freno a la vertical caída de su maltrecha
popularidad. Así que el mendicante Maduro (quien no fue recibido en Rusia por
Putin sino por un funcionario menor) llegó a China con una delegación de más de
70 personas y al poco de su arribo anunció que el gobierno chino le había
aprobado acuerdos por más de 20 millardos de dólares, pero no dijo si esa
promesa incluye una línea de crédito de financiación bilateral o se trata, como
parece, de simples acuerdos comerciales a cambio de petróleo y otros recursos.
Conocedores como somos los periodistas de las mentiras de Nicolás, contrastamos
los partes oficiales chinos con lo dicho por el “hijo” de Chávez y, ¡oh
sorpresa!, ¡no nos cuadran! Leemos que el presidente Xi Jinping apenas prometió
a Maduro “una cooperación reforzada” (¿cómo se come eso?), y en la amplia
reseña oficial de la agencia gubernamental china Xingua no hay mención alguna
de los supuestos 20 millardos (apenas se mencionan préstamos anteriores por 50
millardos de dólares, de los cuales Venezuela aún debe 23 millardos de dólares
que sigue pagando con petróleo). Muy distinto es el reporte oficial chino sobre
el discurso de Xi Jinping en la apertura de la cumbre del Celac: “China
invertirá 250.000 millones de dólares en América Latina en un plazo de 10
años”.
El Nuevo Herald de Miami señala
que el gobierno chino le pidió a Maduro el control total de la CVG para aceptar
su producción como aval del préstamo de 16 millardos de dólares solicitado por
Maduro y que la producción de aluminio, hierro y oro del conglomerado estuvo
entre las garantías que Caracas ofreció a Pekin, “pero las múltiples denuncias
de corrupción y la caída de la producción en la CVG habrían sido la causa para
que China negase el préstamo que podría oxigenar a Maduro y aliviar la ya
insoportable escasez. María Corina Machado había enviado previamente al
presidente Xi Jinping una carta en la que expresaba las dudas que ya tenía el
gobierno chino: la posible incapacidad de repago que el dilapidador y corrupto
régimen de Maduro tendría con la nueva deuda.
Analistas financieros nos
explican que China no suele dar préstamos para déficit en balanza de pagos, que
es la urgencia del régimen de Maduro. Da
préstamos comerciales como el premio de consolación anunciado este jueves por
Nicolás sobre la “modernización de taxis en el país, con la adquisición de
20.000 vehículos chinos Chery ahorradores”, a los que, en pocos meses, les
pasará lo que a la flota de autobuses de Transaragua, que tiene parados más de
la mitad (77) de los 120 autobuses importados a través del convenio
China-Venezuela. Lo mismo que los tractores chinos para “la revolución agrícola”, hoy
desvencijados e inservibles en fincas convertidas en peladeros. O el primer satélite, que nadie sabe en qué
galaxia está, o las neveras y demás cachivaches chinos, dañados y sin
repuestos.
China no suelta sus dólares en
efectivo. Ni siquiera sus yuan. Entrega a Maduro sus cachivaches como los
conquistadores españoles ofrecían a nuestros indios espejitos a cambio del oro.
Maduro, sin apoyo popular, está rematando lo poco que nos queda de país, frente
a una población indignada y empobrecida
por la escasez, la inflación, la inseguridad y las enfermedades.
Por: Marta Colomina
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