La FAO (Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) le entrega al presidente
Maduro un reconocimiento. Si no fuera porque la FAO es un organismo adscrito a
la ONU, alguno podría decir que este premio tiene que ser obra de algún jodedor
y que se lo están vacilando; que el día de la entrega del premio, el director
general bien podría agarrar al presidente por un brazo y señalando a un ángulo
oculto decirle: “bienvenido a la cámara indiscreta”.
Es que hasta parece un titular de
esas noticias absurdas -pero que rayan en la verosimilitud dado el estado de
surrealismo en el que vivimos- con las que el Chigüire nos hace reír y
reflexionar: el presidente del país en el que la gente hace colas interminables
al sol y compra por el terminal de su cédula y donde tenemos la inflación más alta
del mundo y donde las fábricas de alimentos en manos del gobierno no producen o
lo hacen mínimamente y donde el principal negocio de todo el mundo es el
bachaqueo, recibe un premio de la FAO.
Esta inquietante información nos
obliga a indagar bien acerca de qué es la FAO por sus siglas en inglés y por
Cristo misericordioso. La mejor manera en los tiempos que corren es eso que
llaman “googlear”. En su página oficial, lo primero con lo que nos topamos es
con sus objetivos estratégicos:
El primero: “Alcanzar la
seguridad alimentaria para todos y asegurar que las personas tengan acceso a
alimentos de buena calidad que les permitan llevar una vida activa y saludable
es la esencia de las actividades de la FAO“, aunque usted no lo crea. ¿Hay
seguridad alimentaria en Venezuela? ¿Qué es seguridad alimentaria? La propia
FAO ofrece esta definición: “La seguridad alimentaria de un hogar significa que
todos sus miembros tienen acceso en todo momento a suficientes alimentos para
una vida activa y saludable.
La seguridad alimentaria incluye
al menos: 1) la inmediata disponibilidad de alimentos nutritivamente adecuados
y seguros, y 2) la habilidad asegurada para disponer de dichos alimentos en una
forma sostenida y de manera socialmente aceptable (esto es, sin necesidad de
depender de suministros alimenticios de emergencia, hurgando en la basura,
robando o utilizando otras estrategias de afrontamiento)”.
Lo que sí es cierto a este
respecto es que “todos” los miembros de un hogar venezolano, desde los más
grandes hasta los niños deben incorporarse a la búsqueda de alimentos para
poder completar el mercado necesario y además almacenar algo porque no siempre
se consiguen los productos. Por lo demás, aquí lo único “sostenido” en el
tiempo es la cola que hay que hacer desde altas horas de la madrugada. ¿Será
que alguien recuerda que aquí se pudrieron miles de kilogramos de comida
mientras la gente pasaba necesidades por una mezcla de corrupción con desidia?
Dice su web: “La FAO genera y
comparte información importante sobre la alimentación, la agricultura y los
recursos naturales en forma de bienes públicos mundiales”. No se sabe quién le
suministra la importante información a la organización. Suponemos que son los
propios gobiernos premiados, porque de otra manera no se entiende por qué la
Venezuela premiada en 2015 exportaba antes de 1999 el arroz que hoy importa y
tenía cabezas de ganado acordes con su población, cabezas que hoy no existen.
Hoy importamos carne y pollo y café y leche. Naturalmente, si las estadísticas
las sacan teniendo en cuenta la regulación de 250 Bs. por kilogramo, nuestro
país tiene la carne más barata del universo, solo que hay un pequeño detallito:
no se consigue.
Definitivamente hay jaladas tan
exageradas que no convienen ni al adulante ni al adulado, porque ambos quedan
muy mal. En el caso del jalado, se hace mucho más evidente su incompetencia. Un
premio a Maduro por logros en el terreno de la alimentación es un acto tan
absurdamente desproporcionado que hasta los seguidores del comandante en su
fuero muy interno habrán dicho: “¡pana, se pasaron!”. En cuanto al jalador
respecta, el premio descalifica a la organización que lo otorga. Es como si
Human Rigth Watch le hubiese dado un premio de respeto a los derechos humanos a
Pinochet, como si la FIFA tuviese comité de ética.
En fin, no sé ustedes; lo que
soy, yo me siento estaFAO.
Por Laureano Márquez
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