El dinero no tiene amigos ni
patria ni ideología y cuando es producto de la corrupción menos. Cuando se
desfalca a gran escala a un país se lo trastorna por completo, y eso
precisamente es lo que ha sucedido y sigue sucediendo con Venezuela. A tal
punto que la recuperación no parece nada fácil. Para un país con altos ingresos
-que el Gobierno derrocha- la devolución de capitales de dudoso origen y
llevados arteramente al exterior, podría ayudar a resolver, si no todos, buena
parte de nuestros problemas.
Se estima en 300 mil millones de
dólares el monto que hay en las cuentas bancarias extranjeras, según se ha
reseñado en declaraciones e investigaciones en diferentes medios de
comunicación nacional e internacional. El monto es increíble, aplastante es
grosero. Es insólito que se hayan sustraído esa cantidad y no existan ni presos
ni investigación ni nombres. El Estado, los políticos y todos los ciudadanos
deberíamos exigir que ese dinero sea repatriado. El Gobierno de Maduro debería
ser el primer interesado, puesto que el regreso de esos enormes capitales lo
ayudaría a mejorar su angustia financiera. El presidente parece darse cuenta de
la gravedad y empieza a dar señales de enfrentar con decisión la corrupción.
Sin embargo habrá que esperar. Veremos que pasa solo el tiempo y las acciones
dirán.
El malandro-ratero-delincuente de
cuello blanco debe ser buscado, perseguido y castigado con las penas máximas
que permita la ley pues ha desbancado a todo un país sin tener misericordia ni
remordimiento con sus ciudadanos. Son unos sinvergüenzas. Pero también, no lo
olvidemos, quienes dentro y fuera de la administración pública han sido sus
cómplices, civiles y militares.
Si bien es cierto que el gobierno
ha invertido en las clases más desposeídas un gran porcentaje de los ingresos
percibidos, no es menos cierto que ésa no puede ser la excusa para que algunos
ladrones se apropiaran del dinero de manera indebida y mal habida. Según los
entendidos más del doble del presupuesto nacional estaría depositado en el
exterior. Y eso es delito de extrema gravedad que perjudica a todos los
venezolanos, maduristas, chavistas, opositores e indiferentes. Y no sólo desde
la oposición y la escasa prensa independiente que va dejando el
estrangulamiento oficial, también y con insistencia desde lo interno de la
revolución se han denunciado muchas corruptelas. Giordani lo hizo, y no ha sido
el único.
El país está endeudado con medio
mundo, China, Rusia, líneas aéreas, las ensambladoras están en crisis. Ford,
General Motors y Chrysler luchan por divisas. Al sector industrial se le deben
unos miles de millones de dólares. Constructores de la Misión Vivienda,
proveedores de muchos rubros son acreedores de PDVSA, por las expropiaciones de
tierras y empresas se les adeudan grandes cantidades, los juicios en el
exterior que perdemos y debemos honrar, y ese desfalco soterrado que es
mantener a realazos a empresas que llevan años sin producir nada. El asunto es
de cuidado y extremadamente delicado. Con lo que se han robado los
desfachatados nos sobraría dinero para reactivar un país en crisis. ¿Qué pasa
que nada pasa? ¿La indolencia y la complicidad son totales? ¿Por qué? ¿Quiénes
están en el guiso?
Los casos son impúdicos y las
demostraciones de riqueza son una bofetada a la pobreza. Alguien reseñó que
jóvenes con menos de 30 años tienen cuentas con 150 millones de dólares. ¿De
dónde los sacaron?, se pregunta la gente. Lamentablemente las cifras se
consiguen afuera porque la transparencia no es precisamente una de las virtudes
del Gobierno de Maduro. Y esa percepción ya permea a todos los sectores. En los
últimos meses están saliendo a flote innumerables denuncias, el escándalo de la
Banca Privada de Andorra, perteneciente a una red de blanqueo de capitales, el
Banco Madrid, el HSCB, el financiamiento y entrega de dólares por parte de
cadivi a la fundación ligada al partido Podemos de España, son unos pocos
ejemplos de la gran estafa cometida al país.
Entendemos que fue presentada
ante la Comisión de Política Interior de la Asamblea Nacional un proyecto de
Ley de Repatriación de Capitales Forajidos. Muy bien ¿qué ha pasado? ¿Se le ha
dado seguimiento? ¿Por qué no la aprueban? ¿Por qué no informan al pueblo de
ese asunto? ¿Por qué no denuncian públicamente a quienes se oponen?
China y Rusia fueron cruelmente
saqueadas y golpeadas por la corrupción. Cuando en esas naciones se restablece
la independencia de poderes y la sensatez, los gobiernos comenzaron una
repatriación progresiva de capitales forajidos. ¿Por qué no se hace lo mismo en
Venezuela? ¿Acaso no son países aliados? ¿Por qué no les preguntan como
hicieron? ¿Por qué no se copian o adaptan la ley a la idiosincrasia de nuestro
país? ¿Por qué no hay interés? ¿Por qué no existe voluntad política para
abordar el problema?
Pues bien todos candidatos a
diputados(as) tienen la oportunidad para solicitar e incentivar el voto con un
excelente ofrecimiento electoral que es factible, realizable, y está claramente
dentro de las competencias de los integrantes a la Asamblea Nacional, y los
aspirantes que se postulen deberán comprometerse formalmente firmando en
notaria pública y publicando en los medios de comunicación masivos la voluntad
y obligación sin dilación ni habladeras que dentro del primer mes de instaladas
las sesiones aprobarán dos leyes claves para el país. La Ley de Amnistía para
los presos y asilados políticos y la Ley de Repatriación de Capitales producto
de hechos ilícitos.
Los ciudadanos estaremos
pendientes y veremos quién se compromete, pero no sólo declarando –las palabras
se las lleva el viento- además son muchas las decepciones, engaños e
incumplimientos; hay que firmar y, de no cumplir, deberán renunciar. Así es
como se obligan los valientes que de verdad y sinceramente quieren trabajar por
su país y quien no lo haga no merece nuestro voto.
Por Armando Martini Pietri
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