Uno de los efectos más
importantes de la mutación histórica vivida en Venezuela a lo largo de los
últimos tres lustros ha sido la vertiginosa incorporación de sus ciudadanos a
la esfera global.
El fenómeno es característico de
este tiempo nuevo de intensos y vertiginosos flujos transnacionales, en el que
la fuga de venezolanos de su territorio de origen ha tenido consecuencias
inesperadas no solo como fractura social al interior de país -íntimo desasosiego
por la partida repentina de hijos, amigos, hermanos y nietos-, o pérdida de
capital humano -el famoso brain drain-. Sino que, para bien o para mal, ha
incorporado también a numerosos venezolanos a un ámbito de acción geográfico y
cultural mucho más amplio, mucho más complejo, que ha afectado incluso otros
escenarios alrededor del mundo.
En esto pensaba mientras
escuchaba un concierto de la ahora célebre pianista venezolana Gabriela Montero
en la Herkulessaal de Múnich. Y volví sobre la idea cuando veía en televisión
los homenajes fúnebres realizados en Francia a las víctimas del avión de
Germanwings, en el que también volaban dos venezolanos.
Mientras esto último ocurría se
hicieron públicas en la prensa española las vinculaciones de Diego Salazar
Carreño, primo de Rafael Ramírez, en el blanqueo de capitales saqueados a PDVSA
vía Andorra. Y apenas unas semanas atrás habíamos copado otros titulares como
miembros de la élite evasora de impuestos en el distinguido The Hong Kong and
Shanghai Banking Corporation, más conocido por su siglas HSBC.
Estos casos aparecidos al azar en
un brevísimo lapso de tiempo son una muestra de lo mejor y lo peor de nuestro
pequeño mundillo local proyectado a los escenarios globales: una pianista
caraqueña convertida en estrella internacional, en gira por los mejores teatros
del mundo.
Un ingeniero zuliano buscando
nuevos horizontes profesionales en Paraguay, a quien la muerte sorprende de
forma accidental en los Alpes franceses. Un ladrón de cuello blanco, guayabera
roja y orquesta de salsa propia, que oculta en la dudosa Andorra su
inexplicable botín. Viejos y nuevos ricos criollos resguardando su bien o mal
habido dinero muy lejos de aquí.
Lo que quiero poner de relieve al
mencionar estos ejemplos es que, contrariamente a lo que se cree de forma
generalizada, el origen de esta novedosa migración venezolana, que se mueve con
soltura por los circuitos transnacionales, no es únicamente el resultado de la
huida desesperada de nuestras más vergonzosas e impúdicas miserias.
Sino mucho más de la confluencia
de factores inducidos por el desmadre local y el dinamismo de los flujos e
intercambios de bienes y personas propios de la fase actual de la
globalización. Una circunstancia que ha permitido que, tal vez como nunca antes
en su historia, un número creciente de venezolanos -se estima que podría ser
más del 5% de la población- se encuentre en la actualidad regado en pedazos por
el mundo entero.
Por ello, ya no es motivo de
sorpresa la numerosa presencia de nuestros connacionales en países tan
distantes como Sudáfrica, Australia y Chile. O la existencia de asociaciones de
venezolanos legalmente constituidas en Frankfurt, París, Melbourne o el sur de
la Florida. Algo impensable hace apenas una década.
Pero la diáspora venezolana es
amplia y diversa. Por lo que se ha distribuido no solo en las grandes
metrópolis, sino también en pequeñas y remotas regiones, segregándose por
grupos sociales, afinidades ideológicas o religiosas, grupos profesionales y
habitus de consumo.
Solo en Alemania una rápida
búsqueda en facebook permite constatar la existencia de numerosos grupos
denominados “Venezolanos en Alemania”. Pero también Venezolanos en Berlín,
Venezolanos en Múnich, Venezolanos en Nordrhein-Westfalen, Venezolanos en
Frankfurt, Venezolanos en Stuttgart, Venezolanos en Heidelberg, Mannheim y sus
alrededores, Venezolanos en Hamburg, Venezolanos en Colonia, Venezolanos en
Freiburg.
La lista es mucho más larga. Allí
también existen grupos como Productos Venezolanos en Alemania, Médicos
Venezolanos en Alemania o Venezolanos Democráticos en Alemania y Venezolanos
Democráticos en Hessen (para diferenciarse de los otros). Hay también en
Stuttgart una asociación llamada Orinoco, dedicada a difundir la cultura del
país, y en toda Alemania una red de gente en torno a ProVenezuela e.V.,
enfocada en la defensa de la democracia y los derechos humanos.
Por supuesto, la mayor parte de
estos ciudadanos, familias enteras, huyen de un territorio hostil al que ya no
reconocen como nación. Víctimas de la violencia y la inseguridad, la
inestabilidad económica, el ocaso de las libertades públicas, la persecución
política, el desconcierto, la imposibilidad de vislumbrar un futuro ante la
inmensa fractura y hundimiento del país.
Sin embargo, junto a ellos conviven
los jóvenes que, desde siempre y al margen de los conflictos, han querido
proyectarse al mundo y hoy encuentran enormes facilidades para hacerlo. O los
profesionales estratégicamente ubicados en organismos multilaterales o firmas
transnacionales, que tienen hoy un campo de trabajo del tamaño de cinco
continentes.
No estoy del todo de acuerdo con
aquellos que afirman que este desaguadero de gente comprende “lo mejor del
país”. Pues todavía la mayor parte de una muy valiosa población venezolana está
resistiendo todos los días desde adentro contra la anomia instaurada por la
dictadura bolivariana. Un hecho incontestable que, sin embargo, no niega el que
en la primera fila de la parrilla de salida de Maiquetía estén aquellos dotados
con mayor capital económico, social y cultural.
Es decir: dinero en divisas,
múltiples pasaportes, idiomas, contactos y títulos universitarios. A comienzos
del 2000 los llamaban en Miami “los balseros del aire”, en referencia a los
balseros originales que llegaban allí cruzando el estrecho de la Florida. Y al
vuelo de Iberia Caracas-Madrid “la patera voladora”, por la cantidad de
“refugiados” que venían entre sus pasajeros.
No obstante, como ya he apuntado,
el contingente migratorio venezolano es muy amplio, e incluye también otra
clase de sobrevivientes.
Vasta darse una pasadita por
Panamá, Costa Rica o el mismo Miami para toparse en cualquier café o restaurant
con los especialistas del guiso y el saqueo al petroestado, maestros en raspar
cupos CADIVI, asesores en lavar dólares, accionistas de empresas de maletín,
intermediarios y comisionistas en contratos con el Estado, boliburgueses y
bolichicos, testaferros, familiares y arrimados, exviceministros, directores de
empresas públicas, chicas pre y pospago, bandidos y malechores de este y otros
gobiernos.
También en Europa son visibles
estos hijos de la revolución, pues no debe sorprender el hecho de que en la
actualidad también los chavistas están abandonando el país.
No es la venezolana la primera ni
la más grande de las migraciones aparecidas en los últimos tiempos. Pero ésta
posee, como algunas otras diásporas actuales: la rusa, la siria, la turca o la
iraní, la articulación de dos componentes que vinculan un movimiento
transnacional de ciudadanos huyendo de un régimen autoritario, que es
potenciado por las condiciones del contexto que aporta la fase actual de la
globalización.
Una constelación que, como nunca
antes, ofrece a estos grupos en fuga una tremenda movilidad, una capacidad de
interconexión entre ellos y sus territorios de origen sin precedentes, y una
tremenda visibilidad como resultado de las facilidades ofrecidas por los nuevos
medios de comunicación.
Por: Manuel Silva Ferrer
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