El tema del Cuando, Como y con
cual escenario probable de trama continua o discontinua de eventos, que se
escenificarían el final presencial de este malhadado régimen como periodo
histórico de hegemonía chavista sobre sobre nuestro Estado y sociedad
venezolana, es muy difícil de abordar, no solo por su complejidad, sino para
poder lograr NO generar falsas expectativas.
Si pudiéramos acometer este
objetivo teórico y elaborar los pronósticos del caso, con asertividad y
sencillez, deberíamos poder responder a todas las principales interrogantes
sobre el “como” creemos que puede terminar el régimen chavista-castrista, y de
paso, siendo todavía más complicado, visualizar el “cuando” ese final se
produce, porque ello tiene que ver con la capacidad de respuestas de
resistencias a su expulsión que aun detenten los rojos, para con sus aliados de
la élite venezolana diferir, por el mayor tiempo posible, la contingencia de su
eyección del poder.
Como quiera que aquello que se
tiene por adquirido en la hipótesis, a saber la salida de esta gente del
control de la república, es precisamente el objetivo fundamental de la
aplastante mayoría nacional, debemos entonces lograr llegar hasta delimitar
responsabilidades de: Cómo y porque tales eventos no terminan por irrumpir,
sobre todo si comprendemos el peso enorme del concurso eminentemente político
de resistencias entre quienes siguen en la cohabitación con el régimen y ayudan
así, desde nuestro campo, a evitarse, para evitarles, un escenario de ruptura
real y profunda, que implican los términos en que aspiramos presenciar el
finiquito real, visible y perecedero del escenario de su final histórico.
Por supuesto damos por sentado
que se operará un cambio drástico y definitivo de este régimen que conlleva la
anulación de sus responsables, es decir advendrá el escenario de su sustitución
por otra trama institucional sobre la que deberemos reconstruir el Estado
venezolano, ahora en escombros, con la certeza además que tal nueva fase en la
vida de la Republica deberá acometerse con una nueva clase política, una nueva
elite empresarial y financiera y por supuesto con una reconstrucción del
estamento militar, policial y de, mínimo, TODAS las altas capas decisorias de
la burocracia estatal en particular de la empresas, bancos, y servicios
públicos con manejo de grandes recursos, que al propio tiempo son fuentes
inagotables de corrupción, depredación y peculado de uso.
A veces me temo que no termina de
entenderse que aquello que ha de producirse tarda tanto porque precisamente se
trata de un nuevo trastrocamiento de alcance histórico de la sociedad
venezolana, que esta vez deberá expresarse como en 1821-30, 1898, 1936, y 1958,
en un cataclismo social económico, político, jurídico, militar y que hunde sus
raíces históricas en lo que dejó de hacerse, o se hizo pésimo, por acción u omisión
en los últimos 20 años antes de 1998 cuando se toleró y hasta se auspició la
sinrazón de haber permitido la destrucción del Estado venezolano que realizó
Chávez, sobre la base de imponer una gangrena institucional sectaria y
socialmente lumpen, que se sumaron, dando un salto cualitativo, a las
evidentísimas taras del régimen “democrático representativo” partidista
clientelar anterior.
La primera advertencia que
asumimos es indicar con responsabilidad, que el desmantelamiento, es de tal
profundidad, en el orden económico, social, jurídico y militar anterior,
resumidos en estos cuatro ítems fundamentales, para no agregarle las otras decenas
de colaterales que se subsumen en ellos igualmente dañados de forma
irreparable, que ello nos lleva a la conclusión que ha se rehacerse TODO EL
ESTADO, lo cual implica jerarquizar de nuevo TODO el orden social que le
acompaña es decir la trama económica, financiera y por sobre todo el sustrato
jurídico sobre el que deban volver a basarse las formas de propiedad que tienen
como colateral necesaria, en muchos aspectos, las relaciones laborales, y el
nivel de control propiciado por el estatismo creciente de los últimos 60 años
sobre el aparato productivo, comercial y financiero, cuyo colofón final y
dantesco fue el poder omnímodo del chavismo disponiendo caprichosamente de todo
para generar un EstadoForajido y sus sustentos sociales basados en nuevas clases
propietarias edificadas sobre el hampa política.
La verdadera razón por la que no
alcanzamos a distinguir en los rangos de la oposición política, llámese MUD u
otros, una verdadera antítesis de este régimen, es sencillamente porque son
parte suya, apenas acompañándoles de forma mojigata, con algún asco, pero
degustando sus frutos pestilentes nacidos de las corruptelas del dinero fácil.
La “democracia representativa”
anterior, que era en lo fundamental una rebatiña clientelar que comenzaba por
la apropiación indebida de la parte sustancial del ingreso nacional neto, por
parte de la frívola élite viciosa que se desarrolló consustanciada con las
permisividades y tráficos derivadas u originados en el control de cambios y el
fraude bancario, como masa de beneficios ilegales delictivos.
Nuestra elite económica, que
adversó a Carlos Andrés Pérez hasta echarlo del poder, por querer poner coto
parcial a este rasgo distintivo del asalto por mampuesto al ingreso petrolero
neto, obligándoles a competir y a renunciar a parte sustancial de sus
privilegios nacidos de la exclusión de la mayoría nacional del usufructo de ese
ingreso nacional neto, resolvió traer al poder a Caldera su ideólogo golpista
de ocasión y al propio Chávez, con la intención de realizar nuevos repartos desiguales,
con la sorpresa final que el caudillo llanero, con la cabeza bastante
desordenada por Fidel Castro, más bien tenía en mente la fundación de otra
elite, una nueva, de origen social lumpen y nutrida por resentidos sociales y
oportunistas de baja estofa que terminaron por apropiarse en tiempo record de
la más colosal cifra de dinero expoliado a sociedad alguna, solo comparable a
viejas castas de la nobleza europea, a Marajás de la India o a potentados de
casas reales de Brunei, de árabes del golfo y de Arabia Saudita.
Terminar con el reinado de la
casta chavista no significa desplazar solo a un grupo de prevalidos del poder
político, con lealtades delictivas masivas que alcanzan a muchos personeros de
las viejas elites proyectadas como oposición política convenida.
Se trata de abolir un régimen que
desarrolló aceleradamente un sistema de rápidas alianzas de clases ,subclases y
estamentos, como el militar y que aupó los sólidos nexos orgánicos con la
propia hampa social beligerante, cuya mejor síntesis son “Colectivos”
paramilitares con disfrute de control territorial para sus fechorías, en
amplias zonas urbanas que están inaugurando en estos días bajo la dirección y
auspicios de Freddy Bernal y Cilia Flores, consorte del paniaguado Presidente
Maduro y con las FARC, ocupante por tolerancia aviesa de nuestras FAN en
nuestros Estados de territorios de fronteras. Esta es una verdadera cohorte de
chantajistas y matones al servicio de la permanencia criminal de la casta roja
en el poder.
Para decirlo en términos
convencionales: la salida del poder del régimen
civil-paramilitar-hamponil-chavista, ahora “madurista-diosdadista” no puede
darse por vías “reformistas”. La mutación no es viable sino se va a la raíz
económico-social-paramilitar de lo que da sustento al poder de la casta roja y
es por ello, que en estricto sentido, ha de provocarse una revolución
jurídico-política y en cierto sentido de reversión económico-social, por cuándo
debe eliminarse la base de sustentación material, no solo política sino la paramilitar
con sustento financiero, que de no hacerse no tardarían en hacer un infierno
del nuevo régimen, incluyendo la promoción de una guerra irregular y con
acciones terroristas desenfrenadas como su lógica oposición.
Muchas veces, por haber
precisamente creído o más bien por todavía creer, que este régimen puede
abandonar la escena con una simple elección trucada, no se entiende lo
dramático que va a resultar la expulsión del régimen chavista forajido y la
reconstrucción del Estado venezolano.
La conducta política típica de la
clase delincuente controlando el poder de Estado, ha sido desde los tiempos de
Chávez, buscar por supuesto la aquiescencia del grueso de la población mediante
las concesiones de orden económico, mediante el subsidio directo de buena parte
de sus consumos corrientes. Pero ello sería insuficiente, como explicación,
sino hubieren mediado los privilegios dados a los políticos de oposición y a
sus clientelas, así como a los magnates banqueros y a plutócratas mediáticos.
Quien diga, en TODOS los
segmentos sociales, que el chavismo NO repartió bolívares o dólares subsidiados
bajo su hegemonía, sencillamente no habría descubierto la esencia del consenso
político-social que se estableció con los representantes de las elites.
Cinco de cada 10 políticos que se
creyeron elegibles y candidatos a disfrutar canonjías y migajas del régimen lo
lograron. Ocho de cada 10 empresarios, dispuestos a guisar en grande en
sociedad con cacos de las finanzas del aparataje cambiario, financiero y
bancario del régimen, también lograron “arrimarse al sabor” de la mermelada
roja, que nubló el entendimiento de muchos.
La prédica simplista echó a rodar
la tesis que los responsables de sostener este régimen de prevaricadores de
depredadores de oficio son los militares, sin dejar de tener en parte razón,
pero lo que nunca dice es que por cada militar ladrón o guisador hay 20 ó 50
“civiles” empresarios, politiqueros y burócratas, que presionan sobre el
estamento militar para repetirle que deben continuar siendo leales al régimen y
mantenerse en los canales institucionales como modus vivendi con él.
¿Cómo evitar no detectar en todas
las declaraciones hechas por años por los de la cúpula opositora, sobre el tema
de la insurgencia militar, una lealtad perruna con el propio régimen chavista?
Eso es tan obvio que solo habría que encontrar las razones crematísticas,
cuando se puedan descubrir, para devolver atrás la grabación y comprender las
“poderosas razones” de estos “demócratas” siempre tasadas en dólares CADIVI
para entenderlas cabalmente.
Quién diga que se trata de abolir
un sistema comunista implantado por los cubanos y sus socios lumpenes
izquierdistas venezolanos está diciendo solo una verdad parcial, mezclada con
una gran falsificación que nunca se aborda: este régimen es también un producto
de los hijos bastardos de nuestras viejas elites económicas y políticas. Este
régimen es la continuidad estricta de la “Cuarta” por eso ha durado, por eso es
tan difícil imaginar su caída, que deberá arrastrar al gobierno en conjunto con
su oposición, llevándose por delante a toda la elite guisadora y potentada, que
por si faltaran desgracias se convirtieron en sus lobistas internacionales.
Con 17 años de retardo el Estado
USA ha entendido que estos socios venezolanos que llenan de dólares sus
abultadas cuentas mayameras ahora son demasiado problemáticos para seguir
callando sus nexos con el narcotráfico y el terrorismo islámico radical y es
eso lo que motiva los cambios reales en la percepción de Norteamérica, que
implicará seguramente la influencia dominante de un nuevo factor de tipo
geopolítico en la situación de desbarranque que se avecina en Venezuela.
Seguiremos en esta línea de análisis.
Desde el Exilio por: Alberto Franceschi G.
28 de marzo de 2015
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