En el primer año de debacle de
los precios del petróleo, junto con una política social desacertada y orientaba
por criterios político electorales, la pobreza de ingreso ya supera la cifra
que ésta tenía al comienzo de la revolución bolivariana en 1999.
Casi la mitad de los hogares
venezolanos tienen hoy serías dificultades para cubrir sus necesidades básicas
desde el ingreso que perciben y, como ya es un hecho, para este 2015 la
situación va a ser mucho peor.
Este verdadero deslave social
esta ocurriendo junto con la recurrente aparición de escándalos financieros de
blanqueo de capitales donde aparecen involucrados personas vinculadas en algún
momento con el gobierno.
Todas estas informaciones, más
las que prometen que seguirán apareciendo en la medida en que avances las
pesquisas a nivel internacional, se unen a lo que ya había sido una de las
declaraciones más graves que se ha hecho sobre la corrupción en estos años de
auge y declive del boom petrolero. Nos referimos, claro está, a la famosa
alusión de la carta testimonio del exministro Giordani y los ya famosos y
antológicos 25.000 millones de dólares de las empresas de maletín.
No hay que ser ningún sabueso del
delito financiero para, más que presumir, que en la medida en que crecía el
diferencial entre el tipo de cambio legal u oficial y el negro o paralelo, la
bicicleta de enriquecimiento sencillamente alcanzaba dimensiones descomunales.
Por ese procedimiento cualquiera de los cálculos que se hayan podido hacer en
el pasado, en los primeros cuarenta años de democracia, sencillamente palidecen
ante las cifras astronómicas a las que puede haber llegado la corrupción en
estos doce años de control de cambio.
A lo que puede que alguna vez nos
enteremos que sea el período de corrupción más importante de nuestra historia,
se le corresponde igualmente el corto periodo de tiempo donde la pobreza ha
crecido de manera más alarmante.
Nunca como hoy, esa asociación
casi automática por la cual los venezolanos se explicaban como un país tan rico
se había convertido en un país tan pobre, parece tan obvia y constatable. Nunca
como en estos años de supuesta venganza socialista, parece que se han robado en
nombre de los pobres, en nombre de su redención o incluso liberación, mucho de
lo que se debería haber invertido en ellos.
Pero también, nunca como en los
años que seguirán a esta tragedia social que recién empieza, el venezolano
volverá a asociar con fuerza esa causalidad simple, pero puede que muy cierta
en este período, de que las desgracias de muchos fueron a costa del privilegio
y el enriquecimiento de muy pocos.
Lo que terminen arrogando las
investigaciones, que como sabemos nunca se harán en Venezuela mientras no
ocurra un cambio político, servirá en mayor o menor medida para que se exacerbe
la indignación nacional. Esa que alguna vez se alojó en el corazón de los
venezolanos y que le dio el triunfo al presidente Chávez.
Corrupción y pobreza vuelven a
estar de la mano y quizás valga la pena recordarle al pueblo, antes de que su
indignación sea mucho mayor, que para detener esta sangría una Asamblea
Nacional controlada ampliamente por la oposición, puede detener la desgracia
que hoy nos empobrece.
Por: Luis Pedro España
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