Se tiene por cierto, y esta
antigua imagen es testimonio de la hipótesis, que quien determinó la fecha para
desconectar a Hugo Chávez de las maquinas que lo mantenían con vida fue Nicolás
Maduro, no porque le interesara la muerte de su líder, sino porque ante la
inevitabilidad del deceso, habría preferido el 5 de marzo, día coincidente con
le muerte de su admirado Stalin, cuyo mostacho le gusta exhibir.
Pero a quien Nicolás Maduro más
me ha recordado en días recientes, ha sido a Sadam Hussein, de mostacho
similar, cuando ante la amenaza de una invasión norteamericana, desafió a
EE.UU. alentando a aquellos que torpemente, y sin tener pruebas concretas de
que Iraq poseía armamento nuclear, propiciaban una acción armada en su contra.
La similitud con la reacción del
iraquí en verdad me sorprendió el pasado lunes, al verlo desafiar a EEUU, luego
de que Barack Obama, el más ponderado de los mandatarios norteamericanos en más
de medio siglo, emitiera un decreto de emergencia por considerar que lo que
ocurre en Venezuela representa un peligro para EE.UU. y su política exterior.
Maduro, que al igual que Sadam, está
totalmente solo en su reclamo, porque ni Cuba, envuelta en negociaciones con el
Imperio, ha dicho pio, dio señales similares a las del tirano iraquí, al
dirigirse a EEUU en tono beligerante, mientras miembros de su gabinete, no
todos porque a decir verdad algunos prefirieron callar, lo coreaban a rabiar.
¿Cuáles fueron las razones de
Obama para adoptar la decisión que tomó? Honestamente no lo sé. Lo que sí es
cierto, y preocupa, es que la declaratoria de emergencia es una figura jurídica
que autoriza al presidente, ya no a tomar medidas contra personas, algo que le
es potestativo, sino en contra del gobierno venezolano, algo que jamás había
sucedido ante gobierno alguno en el continente.
La decisión pudo haber sido
motivada por diversas consideraciones. Es conocido el uso del territorio
venezolano como zona de alivio de las FARC, y plataforma para la masiva
exportación de cocaína a EEUU y Europa, pero pudo estar relacionada también,
por ejemplo, con la existencia (intento adivinar), de “células dormidas” del
Hezbollah en nuestra geografía; o con la emisión de pasaportes, algunos
posiblemente en favor de figuras radicales del mundo islámico; o con el peligro
de que una hambruna se desate este mismo año en Venezuela, uno de los países
potencialmente más ricos del mundo; o con el pedimento de varios jefes de
Estado del continente porque EEUU, luego de su iniciativa hacia Cuba, asuma el
liderazgo en la tarea conjunta de aplicar la Carta Democrática Interamericana.
No lo sé.
Lo que sí es evidente es que el
Presidente venezolano, ya acusado ante el tribunal penal de La Haya por
presuntos crímenes de lesa humanidad, está jugando con candela. Y he creído
oportuno recordarle que a Sadam no le fue nada bien, y que Stalin, que decir,
fue irrepetiblemente Stalin, y nadie más lo podrá ser.
Henrique Salas Römer
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