¿CANDIDUS?

El día 17 de mayo de  2015 estaremos participando con cívico entusiasmo en  las elecciones primarias para escoger los candidatos a diputados, que habrán de representarnos en la Asamblea Nacional. Esa Asamblea que perdió durante tantos años su condición de tal, pues dominada por una mayoría afecta al régimen se pliega sumisamente a las  directrices del Ejecutivo, perdiendo así su papel independiente y garantizador de la separación de poderes. Una vez más se hace pertinente recordar la imperativa necesidad de llevar al Parlamento a los mejores, pues es allí -con su tenacidad, coraje y compromiso- donde se puede lograr el control de la acción política del Ejecutivo, bajo unas supuestas reglas básicas y a través de organismos como la Fiscalía y la Contraloría General de la República, así como la obligación de rendir cuentas anualmente, y el nombramiento de los altos cargos judiciales. Si verdaderamente queremos alcanzar la importante fase en la recuperación de nuestro país, como lo es lograr la mayoría en la Asamblea Nacional, no tenemos otra alternativa que moralizar las bases que específicamente sustentan la necesaria renovación del estamento político.   
  
Ahora bien, entre las innumerables listas de precandidatos a la Asamblea Nacional que están en el tapete, hay que reconocerlo, la gran mayoría son serios de verdad; muchos ciudadanos detestarán a alguno y les agradará otro, pero nadie puede decir que por experiencia en el manejo de los asuntos de la gestión pública o por logros, o arraigo político y conocimientos, no hay candidatos que no puedan desempeñar el delicado cargo al que aspiran. Sin embargo, las preguntas que ya escuchamos por doquier se están haciendo sentir ¿Cómo seleccionar candidatos que tengan un mínimo perfil ético, que suponga honestidad, un profundo compromiso con la libertad, la justicia y la tolerancia; que logren cercanía con la ciudadanía y capacidad de comunicarse afectivamente, demostrable con una limpia trayectoria de servicio público y con la leal adhesión de un equipo de trabajo? Recordemos que la palabra candidato proviene del vocablo latino “Candidus” que significa sin mácula, limpio, impoluto, inocente. Y efectivamente esto es lo primero que hay que exigirle a un candidato, que sea una persona limpia, cerrada a la trampa y a la mentira, a lo turbio y al chanchullo. Se trata de escoger a los que presenten la mejor hoja de vida; que sirvan de modelaje, es decir, los que tengan el mejor historial para ocupar un cargo público. Se trata de conocer a profundidad a los candidatos, por lo que es necesario el debate en torno a su pasado, su presente y su futuro. Ahora es cuando se requiere de su comprobada tenacidad, son tiempos cruciales para los cuales se hace menester el concurso de todas estas personas, tanto de su capital relacional, como de su formación política. El austríaco Peter Drucker, hace ya más de tres décadas anotaba que probablemente ninguna actividad sea más importante que la de elegir correctamente a la gente, por la importancia de sus consecuencias y la dificultad de deshacer las decisiones incorrectas.
Por: Manuel Barreto Hernaiz

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