La fortaleza del chavismo durante
14 años se basó sobre cuatro pilares: el carisma del caudillo, la chequera
petrolera abultada y sostenida en el tiempo, un relevante apoyo popular y la
carencia de una alternativa creíble. El primero ya no existe, la segunda está
muy reducida y en disminución. El tercero, según todas las encuestas serias,
está cayendo rápidamente, acelerado por el fracaso de un modelo socioeconómico,
que no sólo no crea riqueza sino ni siquiera distribuye con justicia la
pobreza. El cuarto depende, en buena parte, de la actuación del liderazgo
opositor. Pero el gobierno “también juega”.
Es sobre esta cuarta variable que
la “sala situacional” y muy probablemente el G2 cubano están enfatizando sus
esfuerzos. Es evidente una fuerte campaña en los medios y en las redes sociales
orientada a la división de la oposición y a fomentar la abstención en vista de
las próximas elecciones parlamentarias. Los insultos, descalificaciones y
acusaciones de “colaboracionistas” hacia varios líderes de la oposición
provienen, en buena parte, de los laboratorios de guerra sucia del gobierno.
Obviamente hay reales diferencias
entre los sectores de la oposición, sin embargo hay que subrayar que algunas
son meramente tácticas y otras dirigidas a fortalecer su posición en la próxima
negociación para la conformación de las listas unitarias de candidatos al
Parlamento. Por ejemplo, el peso político de dirigentes como Leopoldo López y
María Corina Machado ha aumentado en los últimos tiempos y tendrá que
reflejarse en las listas para las elecciones parlamentarias, aunque ellos no
tuvieron votos en las últimas elecciones en las cuales se utilizaron las
tarjetas de los partidos individuales, que es uno de los criterios para asignar
puestos en las listas de candidatos. La recolección de firmas para la
Constituyente promocionada por Leopoldo López y la organización del Congreso de
Ciudadanos de María Corina deben ser analizados como legítimos expedientes para
la movilización de partidarios en vista de la negociación mencionada. También
habría que mencionar que, realistamente, la Constituyente nunca podría ser
convocada antes de las inminentes elecciones parlamentarias. Además de fomentar
la división de la oposición, el otro fundamental objetivo del gobierno es
aumentar al máximo la abstención de los opositores. Por eso, harán todo lo
posible para promover la idea de que con un Consejo Nacional Electoral (CNE)
desequilibrado a favor del gobierno es inútil votar, así mismo tratarán de
fortalecer las sospechas que las máquinas de votación permiten violar el
secreto del voto. Oiremos cada vez más en las redes sociales frases como
“dictadura no se vence con votos” o que “los comunistas no entregan el poder
con elecciones”.
Sin embargo, el CNE que obligó a
Pinochet entregar el poder era su Ministro del Interior, el CNE que certificó
la victoria de la Unión Nacional de Oposición de Violeta Chamorro en 1990 era
controlado por los sandinistas, quienes además habían llegado al poder con las armas
y por tanto tenían también el control total de la Fuerza Armada. Fujimori hizo
fraude, pero fue tan evidente que no aguantó la presión nacional e
internacional y renunció al poco tiempo. Algo muy parecido sucedió con el
dictador Marcos en Filipinas. Si se gana claramente con por lo menos 6 puntos
porcentuales, no hay CNE o fraude que valga. Al perder las elecciones de una
manera evidente se pierde la legitimidad, nacional e internacionalmente. Y
aunque el gobierno haga fraude, militares, jueces, fiscales, policías,
empleados públicos en general y hasta diputados gobiernistas, pensando en su
futuro, buscan caminos para abandonar el ”barco”, antes de que se hunda,
acelerando así el proceso del “naufragio”. Las elecciones además sirven también
para organizar, movilizar y entusiasmar a militantes y simpatizantes, y
descubrir, seleccionar y fortalecer liderazgos actuales o emergentes. Por
tanto, habrá que denunciar “urbi et orbi” la violación de la Constitución
cuando se nombre a un CNE parcializado, pero de todas maneras hay que llamar a
votar masivamente. La unidad de la alternativa democrática es indispensable,
quien agrede a la unidad, consciente o inconscientemente, está favoreciendo al
gobierno. El cambio se acerca: haz peso.
Sadio Garavini di Turno
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