Bajo la perspectiva del
pensamiento sistémico, las sociedades causan su propio comportamiento. Un
evento externo puede ser la chispa que genera un comportamiento específico del
sistema social, pero ese mismo evento sobre otro sistema social distinto,
producirá un resultado diferente. El comportamiento del sistema social, o su
respuesta a eventos externos, es una característica propia, que lo diferencia
de otros, como la huella digital diferencia a un ser humano de otro. Es la
estructura del sistema social la que define su comportamiento. Sus actores rara
vez causan cambios en el comportamiento del sistema. Incluso actores con
investidura de autoridad dentro del sistema. Ellos pueden creer tener poder.
Pueden creer que están al volante de la sociedad y que manejan los destinos de
la nación. Pero eso es una mera ilusión del individuo, producto de un poder
efímero. Un poder que tiene su sustento en la creencia de otros, y que durará
mientras otros crean que deba durar.
Es líder quien utiliza el poder
que los demás otorgan, para mover e impulsar a los demás a ir en una dirección
en la que inicialmente los demás no quieren ir. El verdadero liderazgo utiliza
su poder de convencimiento sobre otros para hacer algo que no desean hacer. En
el marco del pensamiento sistémico, es verdadero líder quien logra ajustar la
estructura de un sistema social a través de la modificación del propósito del
sistema social. Es verdadero líder quien logra cambiar los paradigmas de una
sociedad. Son pocos los líderes que lo logran. Ellos caminan sobre el filo de
la navaja, utilizando su efímero poder que le otorgan sus conciudadanos para
convencerlos de cambiar. No es verdadero líder quien convence a los demás a
hacer lo que ellos quieren hacer a final de cuentas. No es líder quien no logra
cambiar paradigmas. No es líder quien no logra cambiar propósitos.
Por ejemplo, más que un líder
político viaje de aquí para allá en una misión, a la que cree quijotesca,
alrededor del mundo, jamás podrá ser responsable de la subida o de la bajada
del precio del petróleo. Es la estructura del sistema social mundial la que
determina cuándo sube y cuándo baja ese precio. Que para algunos sea difícil
entenderlo, no significa que no haya una estructura sistémica que sí lo
determine de forma lógica y racional. Son muchos los factores que influyen. El
precio del petróleo, que estaba en menos de 10 dólares por barril hace más de
una década, subió en su momento a alrededor de 150 dólares por barril. La
dependencia energética y vulnerabilidad de las naciones industrializadas fue un
factor clave. Pero también lo fue el surgimiento del consumo en volúmenes
importantes, en las nuevas naciones industrializadas, como China e India. Ahora
el precio del petróleo está bajando, y pasó la barrera de los 40 dólares por
barril. La proliferación de más fuentes de suministro derivadas de nuevas
tecnologías de extracción, y el hecho de que Estados Unidos ya no requiera
obligatoriamente importar crudo, tumbó los precios del petróleo. Como siempre,
la vieja estructura sistémica de la oferta y la demanda, es la causante real y
verdadera de los altibajos. Estructura sistémica predecible y conocida, que
inexorablemente tumbó los precios del petróleo, y nos tocó el Alma Llanera a
los venezolanos, anunciando el fin de la orgía petrolera de los últimos años.
En Venezuela tuvimos un
presidente que tuvo la ilusión de incrementar los precios del petróleo a nivel
mundial a través de sus gestiones con los países productores de petróleo.
Sintió y se creyó la ilusión de tener un poder que nunca tuvo. El precio del
petróleo subió en ese entonces debido a que la estructura de los sistemas
sociales de los países importadores eran vulnerables a las interrupciones del
flujo petrolero. Nada tuvo que ver con las gestiones quijotescas del entonces
presidente. Quien hoy detenta la autoridad formal en Venezuela, pretendió
emular esa ilusión recientemente. Creyó tener el poder para detener y revertir
la caída del precio del petróleo. Creyó tener el poder para cambiar la
estructura social de la oferta y la demanda. Nunca entendió que su poder es
inconsecuente ante semejante estructura sistémica.
Hay un vacío de poder y de
liderazgo en Venezuela. De hecho, lo ha habido en los últimos 16 años. Quien
fuera investido de autoridad durante ese período, nunca fue capaz ni de cambiar
paradigmas ni de modificar propósitos. Nunca guió a sus conciudadanos a hacer
lo que no querían hacer. Nunca logró que se sembrara el petróleo. Cualquiera
convence a otros a recorrer el camino del mínimo esfuerzo. Pocos son capaces de
guiar por el camino del trabajo. Pocos son capaces de guiar a sus conciudadanos
por el difícil camino del progreso y la libertad. Queda a los venezolanos
despertarnos de la orgía petrolera y llenar ese vacío de poder que existe.
Pedro Bernardo Celis
pbcelis@usb.ve
@ProfPBCelis
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