El pasado miércoles veintiuno de enero del presente año, el
recinto de la Asamblea Nacional volvió a ser el escenario utilizado por los
totalitaristas que desde hace dieciséis años usurpan el poder en Venezuela para
volver a burlarse, agraviar e irrespetar los derechos y las esperanzas del
pueblo venezolano.
Durante más de tres horas que duró el
discurso que debió contener soluciones a la enorme crisis
social y económica propiciada por la corrupción y las políticas
erráticas del totalitarismo imperante en el país, Maduro mostró el
montaje burdo del video de una supuesta conspiración, habló repetidamente
del apátrida fallecido principal responsable del caos existente y hasta el
asesinato del diputado Robert Serra tuvo su cuota de tiempo en el discurso.
No hubo propuestas de solución por parte de Maduro de
cómo paliar la enorme crisis que tiene el país a las puertas de un enorme e
impredecible estallido social, no reconoció las causas ni el responsable del
desastre que enfrentamos, por el contrario insistió en que el pueblo que vive
en una cola permanente para encontrar alimentos y medicinas tiene
uno de los mejores índices sociales del mundo.
Bastaría con preguntar a las desamparadas mujeres
venezolanas inscritas en la “Misión Hijos de Venezuela” que dejaron
de recibir su bonificación sin la menor explicación y que han tenido que dejar
a sus hijos menores en cualquier lugar del barrio donde un amigo o un vecino
los alimente con agua de arroz debido a la escasez de alimentos y la falta de
dinero, si su índice social mejoró después del populista
ofrecimiento de Hugo Chávez.
En su mensaje a la nación Maduro tiró de una carreta
cargada de fardos de gamelote hacia los que de vez en cuando
volteaban para alimentarse, porque su ignorancia le impide saber que sin
medidas económicas acertadas no se resuelve la crisis del país, que no hay
milagros en la economía y que a pesar de eso optó por dejarle la
responsabilidad a Dios, cuando expreso en su discurso “Dios proveerá”.
Cnel (GN) Antonio Semprun
@antoniosemprun
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