ASI NO TENDREMOS PATRIA

29 de octubre de 2014

Venezuela, como lo ofreció el Plan de la Patria ya se ha convertido en una potencia, pero no potencia en algo deseable sino potencia, como ningún otro país en el mundo, en destrucción de sus instituciones, de su capacidad productiva y de criminal despilfarro de los recursos que la Providencia nos regaló, para que pudiéramos conducir a nuestro pueblo por una senda segura de prosperidad y bienestar pero que, en lugar de ello, lo dilapidamos miserablemente en inútil gasto proselitista, clientelar y demagógico. 
La vertiginosa e indetenible caída de los precios petroleros (de $110 a $80 en menos de 6 meses, y que aún no han tocado fondo) nos anuncia la cruda llegada de una época de vacas flacas, que nos agarra sin defensa, porque el acoso a la iniciativa productiva (y su consecuente destrucción de la capacidad de generar verdadera riqueza) deja muy pocas posibilidades más allá del parasitismo petrolero. La verdadera riqueza no viene ni del petróleo ni de los recursos naturales, no somos un país rico, como nos han hecho creer, porque tenemos petróleo, hierro, oro, coltan, bauxita, etc; si esa fuera la base de la riqueza países como Japón, Corea, Singapur, Taiwan y tantos otros, que no tienen prácticamente ningún recurso mineral, no hubiesen alcanzado jamás los altísimos niveles de desarrollo económico, social y humano que hoy pueden exhibir ante el mundo. La verdadera riqueza proviene de 3 elementos cuando son bien gerenciados: 1. la capacitación y desarrollo de sus recursos humanos; 2. la solidez y estabilidad de sus Instituciones; y 3. La fortaleza y profundidad de sus valores para la responsabilidad y productividad. 

En el caso venezolano la kakistocracia (gobierno de los más ineptos, con los planes más incapaces) no solamente ha quebrado PDVSA, endeudándola irresponsablemente, minando su capacidad de producción y refinación y reduciendo el cobro de nuestro petróleo al prácticamente regalarlo a Cuba y otros socios militantes; no solamente ha acabado con la producción nacional llevándonos a una severa escasez de productos básicos y a tener que importar productos que antes producíamos y hasta exportábamos, como arroz, caraotas, café, carne, leche, quesos y paremos de detallar la lista porque ocuparía todo el espacio de la columna; no solamente nos ha llevado a tener la más alta inflación en el mundo, sino que está demoliendo nuestra verdadera fuente de riqueza: nuestro recurso humano. 

Estudios muy serios, como el conducido por nuestro colega profesor de la UCV Tomás Páez, revelan que en los últimos años Venezuela ha pasado a ser un país exportador de recursos humanos, estimando que ya hay alrededor de millón y medio de compatriotas viviendo y produciendo en el exterior, de los cuales más del 90% de ellos han emigrado en los últimos 10 años. El crimen es mayor aún al saberse que ¡no menos del 90 % de ellos tienen título universitario, 40 % tiene maestría y 12 % tiene doctorado!... vale decir que la kakistocracia ha forzado a emigrar a buena parte de la crema y nata de nuestra verdadera riqueza. 

Por si no les bastara tanta destrucción, la profundizan con el cerco presupuestario impuesto a las universidades autónomas, principal fuente de formación de nuestro talento humano, y con los sueldos vergonzosamente bajos que imponen a los profesores universitarios, descapitalizando las universidades por impedirnos captar con ellos los mejores profesionales y poder cumplir con la principal función de una universidad: crear conocimiento y formar las generaciones que enriquecerán a Venezuela. Así no tendremos Patria. ¡Cosas veredes, Sancho! 



Arlán A. Narváez-Vaz R. 

Profesor UCV / arlanucv@gmail.com



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