SR. EXPRESIDENTE DEL REINO DE ESPAÑA:
En primer lugar,
es de agradeceros, como ciudadano de Venezuela vuestro interés por nuestra paz,
vuestro esfuerzo por lograr una salida consensuada para que Venezuela retome el
camino de la democracia que democráticamente decidió abandonar. Explicar lo que
en Venezuela sucede para quien no vive aquí, resulta sumamente difícil. La gente en España preguntaba: “¿pero por qué le seguís votando?
Resulta difícil responder. Algunas veces los pueblos deciden tomar el camino
que menos les conviene, algunas veces los pueblos deciden votar su propia
destrucción. Ahí tiene usted a los británicos con el “brexit”.
Venezuela es un
caso complejo, Sr. expresidente, para comenzar, nuestra independencia de la
madre patria fue distinta a la del resto del continente: entre el terremoto de
1812 y Boves, que fue otro terremoto aún más sangriento, casi desaparecemos. La
independencia nos deja a los militares como protagonistas de nuestro destino y
tutores de nuestra libertad hasta el sol de hoy, salvo memorables espacios de
civilidad como el que comienza con el Pacto de Puntofijo. Como verá usted, más
que una tierra de consenso y diálogo, esta es una tierra de órdenes e
imposiciones, de arbitrariedad y abuso. Como señaló el propio Libertador en
alguna oportunidad: “Venezuela es un cuartel”, y vaya si lo es en este momento,
don José Luis, mire usted que los hombres de armas se han dejado de cuentos y
han preferido tomar el timón directa y abiertamente. Los militares por su
propia formación no aceptan la discusión
de las órdenes, lo que tiene su lógica en el terreno de la guerra, pero no en
el gobierno de una república democrática. Bástele ver que propicia usted un diálogo entre dos sectores, uno de los
cuales tiene como eslogan: “ni diálogo, ni referéndum”.
Nuestro rechazo a
la institucionalidad es algo que -con el mayor respeto os comento- heredamos de los conquistadores. La verdad no
eran muy dados al cumplimiento de las leyes. Eso se nos quedó en el ADN. Aquí,
en el siglo pasado, hubo un presidente que prestó juramento diciendo: “juro
sobre esta moribunda constitución…” Es decir, inició su mandato desconociendo
el orden jurídico con el cual llegó al poder. Le digo esto, para que no vaya a
hacerse usted ilusiones de que porque algo esté garantizado en las leyes significa
que se va a cumplir. Venezuela vive una situación de fuerza y quien tiene la
fuerza impone. Ya recordará aquella
frase del gran Unamuno: “venceréis, pero no convenceréis”. Esta gente nos
venció, venció al alma venezolana, entre otras cosas porque conociendo sus
debilidades, compró a muchos, corrompió a otros tantos, ofreció riqueza fácil a
los ambiciosos y asustó a quienes nos le enfrentamos. Por supuesto que las
victorias de la sinrazón, como diría Unamuno, no prevalecen, aunque duren 40
años, como el caudillo y den una fugaz sensación de eternidad. Aquí seguimos en
la lucha por volver a la democracia y vamos a volver a ella.
Lo malo de elegir
democráticamente la no democracia es que cuando uno quiere cambiar de opinión
no puede. El régimen venezolano que llegó al poder por la preferencia popular,
bloquea ahora todo proceso democrático que pueda sacarlo del poder. Las
elecciones para él son como la cruz para un vampiro. Por mucho que predique
afecto popular, tiene sus encuestas, sabe que mayoritariamente la población
está en su contra. Nuestro sistema institucional está destituido. Nuestro
tribunal supremo, organismos electorales, fiscalía, defensoría del pueblo, son
funcionarios del partido de gobierno. Lo único que nos queda son los organismos
internacionales y ya ve usted cómo se altera el régimen cuando a ellos se
acude.
En fin, don José
Luis, para hacerle el cuento corto, como dicen los cubanos, estamos atrapados:
la población, a pesar de que el gobierno dice que está gorda y rozagante, pasa
hambre, señor. No me lo han contado, yo lo veo a diario en las calles que
transito. Usted se preguntará: “¿por qué no salís a la calle masivamente a
protestar, todos a una como Fuenteovejuna?” No lo hacemos, expresidente, porque
sabemos que enfrentamos una forma de dominación a la que poco le importa
masacrar a un pueblo. ¿Estamos en desventaja?: sí. Pero nos acompaña la razón
de la que hablaba Unamuno, la que dan las leyes y el sentido común y como dijo
el gran maestro de Salamanca solo la razón vence.
@laureanomar
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