La política
La política es un sueño. Sí, en
su estado ideal, quien hace política? el político- es un soñador. Sueña un
país, un estado, un municipio; sueña una sociedad y a la patria.
El político comparte su sueño con
otras personas e intenta ganar sus voluntades, si lo logra organiza con ellas
los sueños comunes, crea una organización política -partidos políticos- y se
postula para lograr una representación de poder (político) que le permitirá
lograr que sus sueños se hagan realidad.
El principal capital que tiene un
político es un sueño de país compartido y organizado con miles de personas. Si
la gente se siente identificada con el sueño, aunque no esté organizada en un
partido político, es capaz de movilizarse para hacer realidad ese sueño.
El sueño político de toda
Venezuela hoy en día es la libertad.
La antipolítica
No hace falta ser político para
soñar un mejor país. Todos tenemos algún sueño, algún ideal nacional. Unos más
que otros, pero todos anhelamos mejores condiciones de vida para la nación,
mayor seguridad, bienestar, libertad y prosperidad.
Sólo una mente criminal, como la
chavista, no sueña en un mejor país. Lo único que les interesa son sus propios
intereses, enriquecerse y controlar demencialmente el poder (político).
Ese tipo de arremetidas
vehementes contra la sociedad como la que ha sufrido Venezuela con la peste
autocrática del chavismo son las que promueven la “antipolítica”.
Aunque pienso que el término está
mal empleado pues no creo que el sentimiento sea contra la política, sino
“antipolíticos” o anti partidos políticos, porque dejan de cumplir sus sueños,
engañan y se siembran al poder para beneficio personal y no de la nación,
disculpo a aquellos que son críticos con los políticos o contra los partidos
políticos porque a fin de cuentas ellos están, a su modo, soñando algo
distinto, no están conformes con el estado de las cosas.
El sueño nacional, para ellos, no
se está haciendo realidad, por eso son críticos.
Como ciudadano uno puede estar en
contra de “políticos” o de “partidos políticos”, lo que no puede es dejar de
soñar, organizarse y movilizarse por un mejor país. Eso es fatal.
Hacerlo, es decir, dejar de
soñar, de organizarse y de movilizarse por un mejor país, provoca la llegada de
fascismos, comunismos, nazismos, o todas las anteriores: chavismos.
La política y la pintura
Debo confesar que, pese a mis
críticas, algunas de ellas descarnadas, admiro a las personas que hacen
política, es decir, a los políticos.
Un político, cuando lo es de
manera cabal e integra, es un espíritu amplio, sensible, visionario; ama un
país y dedica su vida -organizando y movilizando soñadores- para lograr su
mejoría y bienestar.
Aunque no lo parezcan, aunque se
empeñen en ocultarlo o disfrazarlo, los políticos son soñadores.
En ese sentido, me gusta
auscultar sus sueños e ideales, descubrir su textura, su color, su perspectiva,
su luz y su transparencia, porque la política es como la pintura, se traza
escenas ideales, imágenes nacionales, pinturas de país que pueden ser
interpretadas con criterios estéticos: ¿cuál es el color de tu idea? ¿cuánta
transparencia usas para tus principios? ¿es abstracta o figurativa la imagen
que tienes del ser humano? ¿hay luz u oscuridad en tus visiones?
La pintura de un político nunca
debería de acabar, es una obra creada con millones de voluntades y de manos.
Hay que reinventarla y restaurarla permanentemente o llega un pintor
despiadado, como Chávez, que la destruye.
(¿Habrá figurado Marcel Duchamp el
chavismo cuando creó su poceta y la convirtió en una fuente permanente de
excremento y orín?)
La ingratitud
El oficio del político es muy
ingrato porque -a menos que sea un dictador como Chávez- no impone su sueño.
Siempre habrá alguien que lo critique y acuse (sin que esto signifique que lo
meta preso o torture, como hace Maduro), siempre habrá alguno que no esté de
acuerdo con su accionar y, por lo general, siempre es más fácil criticar a un
político que criticarse uno mismo ante una situación de deterioro nacional.
Si un país es libre, cada quien
tiene derecho a tener su propio sueño, a organizarse y movilizarse para lograr
que se haga realidad. La crítica es normal, de hecho es una de las bellezas de
la política en democracia, uno dialoga, debate, confronta a través del diálogo
sueños, visiones e ideas.
Los políticos son personas sin
descanso, como deben su vida a ganar voluntades, a lograr que mucha gente
comparta sus sueños, no paran, andan -o deberían de andar- de un lado para el
otro generando esperanza, invitando a la gente a soñar: organizando y
movilizando sueños.
Y créanme, eso no es fácil, nada
fácil. Es agotador e ingrato, sobre todo cuando el político -el soñador-
enfrenta una dictadura cuya consigna es la muerte para aquellos que no se
subyuguen a su socialismo.
Es decir la mayoría, por eso
muere el país.
Pese a todo, soñar
El país está tan arrasado, la
lepra chavista ha devastado tanto y a tantos, que entiendo que nos cueste
soñar, que estemos desesperanzados, que la pintura cada día se vea más plana y
gris.
Sin duda hay millones de razones
para sentirse abatido y derrotado, engañado por algunos políticos y defraudado
por otros, pero lo importante, lo fundamental, es que ni tú ni yo dejemos de
soñar, que tú y yo, aunque no estemos en partidos políticos, soñemos un mejor
país, nos organicemos y movilicemos para lograr un cambio.
El futuro no sólo depende de la
decisión de uno u otro político, depende de que tú seas el político, que
sueñes, te pronuncies, organices, te movilices y venzas la frustración.
Soñar con una mejor Venezuela no
depende de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ni de los partidos políticos,
depende de ti y de mí.
Yo la quiero y me voy a movilizar
para lograrla, espero que tú también.
Los colores amarillo, azul y rojo
se encienden en nuestro grito de unidad, nueve estrellas -sí, nueve- salpican
nuestro horizonte como ruta hacia la esperanza.
La novena será la estrella de la
libertad.
Por: Gustavo Tovar Arroyo
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