“Lo que hoy le sucede al chavismo
idealista que de buena fe creyó en su proceso, no es más que una decepción
inevitable de un modelo inaplicable por involutivo y degenerativo”
No exagero al decir que los
amigos de Aporrea, son más críticos e hirientes contra el gobierno de Maduro,
que portales vinculados a la oposición. Su línea editorial no deja de desnudar
con su acostumbrada epigrama, “la mercantilización clientelista de la
revolución, misma que abre una brecha social y cultural entre la ciudadanía
atomizada y la clase política gobernante”. Si alguien está denunciando la
descomposición social y económica que atraviesa el país, es ese chavismo
intelectual que no tiene reparo en afirmar (J.A.Vivas), “que así como la
democracia es incompatible con el capitalismo, el ejercicio de un poder
totalitarista es incompatible con cualquier nueva propuesta de socialismo”.
Con el correr del tiempo – como
apuntan los pasajes Cervantinos del Quijote- dulces salidas emanan de amargas
dificultades … Lo que hoy le sucede al chavismo idealista que de buena fe creyó
en su proceso, no es más que una decepción inevitable de un modelo inaplicable
por involutivo y degenerativo, que inculpa a Maduro, pero que comenzó el mismo
día que HCHF llegó a Miraflores. El columnista que aun se confiesa chavista,
José Antonio Vivas Santana, nos expresa de su puño y letra, su indignación por
los niveles de corrupción en Venezuela. Es inevitable citar sus categóricas
palabras: “La corrupción administrativa es otro de los temas que enerva e
indigna a millones de venezolanos(as) quienes aun somos fieles a la ideología
de Chávez. Lo cínico de ello es que nos piden pruebas cuando denunciamos tales
hechos. Y nos preguntamos: ¿Cuál “funcionario” público o militar con sus
ingresos puede vivir en una mansión y poseer una camioneta último modelo, cuyo
valor en ambos casos resultaría imposible de adquirir con un salario que
provenga de una dependencia del Estado? ¿Acaso un “funcionario” o militar con
tal nivel de vida ya no hubiese sido objeto de una investigación por parte de
los otros poderes del Estado, a solicitud del mismo Ejecutivo Nacional? ¿Qué
han hecho la AN o la Fiscalía para saber los orígenes de tales bienes en posesión
de quienes deberían ser comedidos y modestos en sus pertenencias y nivel de
vida? ¿O será que ellos(as) también son parte del festín en la repartición de
los recursos del Estado mientras que como pueblo apenas luchamos por
sobrevivir?”… Vivas Santana sufre en carne propia -y así lo estruja desde la
tribuna de “la revolución”- las perversiones de un constructo político que no
reconoce como socialismo, por lo cual tampoco -a su entender-seria democracia,
concluyendo que lo que tenemos es “una concepción arbitraria, megalómana y
litri del poder” (El Fin del Chavismo, Aporrea. Octubre 05/15).
Ciertamente cuando la apatía
ciudadana se extiende en los sistemas políticos y los ciudadanos se
des-solidarizan de la cosa pública y de la organización social, lo que emerge,
al decir de Emil Durkheim, es la anomia más profunda. Es el vacío moral. Es la
farsa ciudadana. Ese discurso lírico e irresponsable que responde a la escasez
con la ‘guerra económica'; que replica la violencia y la criminalidad cómo la
génesis del paramilitarismo; que rehúye el debate sobre corrupción, inflación o
despilfarro, llamando oligarcas, golpistas y ladinos, a quiénes no exhiben ni
un alfiler, en comparación al tinglado de lujos, privilegios y riquezas que
sobradamente ostentan las elites rojas desde sus feudos y coronas. Anomia que
ya no sólo agobia a intelectuales o activistas disidentes, sino a una
intelectualidad de izquierda avergonzada, por lo que ven sus ¡ojos que si ven!
“El fin del chavismo ha llegado porque predomina la ignorancia y la
incomprensión de los fenómenos subyacentes entre la política de hace 200 años y
la política contemporánea…” Expresión del citado autor, que este columnista
debe agregar, si de sinceridad se trata, no debería sacar del fardo de la
política cleptocrata, institucionalizadora de corrupción y de hombres de
capitales fraguados al timo mercantilista y clientelar de la revolución , los
tres lustros precedentes que dieron “zapata” al actual gobierno. Porque esos
“zascandiles, criticastros y panegíricos quienes no toleran en el espacio de
las transformaciones políticas, sociales y económicas, la diversidad
revolucionaria, apartada de los dogmas idealistas”, tampoco toleraron a una
diversidad disidente, que también tiene todo derecho, a pensar, trabajar y vivir
diferente.
Es cierto Vivas. Por el camino
que Maduro lleva al país, no sólo está confirmando el fin del chavismo y de la
revolución bolivariana, sino también la sensible pérdida del sentido del orden
y del respeto ciudadano. Y cuando el ser humano no vive sino sobrevive, la ley
es un estorbo y las revoluciones una quimera. Es hora de un nuevo movimiento
solidario, honesto, multicolor, precursor tanto de lo social y humano, cómo de
lo productivo y creador, para sacar a Venezuela de este paroxismo megalómano y
anti histórico, antes de quedar atrapados -al decir de Nietzsche- en el
nihilismo, en el salto a la nada, a la negación total. Vale decir, porque
estamos bien a tiempo de rescatar y reconstruir el país.
Por Orlando Viera Blanco
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