La reciente visita de la
delegación de senadores brasileños al país
vuelve a poner en evidencia la arbitrariedad y el irrespeto al que han sido sometido los
venezolanos por más de una década, está
vez se aplicó contra representantes de un parlamento extranjero que quisieron
verificar personalmente si en Venezuela se violan de manera flagrante los
Derechos Humanos de sus ciudadanos, los seguidores del régimen forajido de Nicolás
Maduro no les permitieron ir más lejos de las adyacencias del aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
El comportamiento del régimen en
nada lo ayuda en su esfuerzo de mostrar a Venezuela como un país
democrático preocupado por el bienestar de su sociedad civil fue solo
una muestra de los que a diario
enfrentan los venezolanos para sobrevivir
en un territorio arrasado por la miseria, el odio y la incertidumbre que
propicia la camarilla de delincuentes que pretende continuar bajo el paragua de
la impunidad que le ofrece el poder que usurpan.
El Socialismo del siglo XXI
implantado en el país desde 1998 ha dejado en su trayecto a su nefasto creador
y a un gran número de colaboradores que
han aportado su granito de arena en la destrucción de Venezuela y
desde su destierro revolucionario
pretenden lavarse las manos de la dramática realidad que hoy viven los
venezolanos como consecuencia de su avaricia, servilismo y falta de compromiso nacional.
El Socialismo del siglo XXI fue
implantado no solo para entregar la Soberanía de país, desmantelar las
instituciones democráticas para ponerlas a su servicio sino para rescatar
dictaduras en etapa terminal, oxigenar regímenes afines y crear una nueva clase social capaz de amasar millonarias fortunas en
tiempo record.
El experimento fracasó porque lo
que expropio hoy no produce, porque destruyó el aparato productivo nacional,
porque PDVSA después de ser una de las empresas más solidas del mundo es hoy un
pulpería quebrada, porque los servicios públicos son un desastre, porque a
pesar del inmenso ingreso por la renta petrolera el país está en bancarrota y
porque la dirección del país sigue en manos de la ineptitud, la ignorancia y la
avaricia.
Ante este caótico escenario la
peor tragedia que viven los venezolanos no es la agresión, el irrespeto, la humillación
y la ofensa por parte de una camarilla de delincuentes intoxicados de
poder, es la quietud de una sociedad
indiferente frente a la desgracia que enfrenta y que sigue esperando por un
mesías olvidando que una vez se equivoco cuando lo eligió.
Cnel (GN) Antonio Semprun
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