Digámoslo de una vez, lo que en
Venezuela está en jaque es la libertad, y eso es lo que los líderes mundiales
más respetados y prominentes han
denunciado con su voz y con sus actos. A eso quiere venir Felipe González,
a la defensa de la libertad de líderes opositores como López, Ledezma y
centenares de presos políticos, muchos de ellos estudiantes. Por eso, a las
voces chillonas, absolutamente desafinadas, de representantes del gobierno que
hacen coro para acusarlos de injerencia en los asuntos venezolanos hay que
decirles que los líderes democráticos incorporados a la campaña por juicios
justos para los presos y en defensa del pleno ejercicio de sus derechos
constitucionales lo que hacen es defender la libertad.
No basta mantener a los
venezolanos en un permanente proceso electoral viciado por todos los costados,
con un CNE al servicio del poder, convertido en brazo ejecutor de violaciones
de la ley, para hablar de democracia. Se necesita mucho más que eso para
afirmar que la democracia está viva y saludable. Hace falta que el derecho de
los ciudadanos sean respetados, que los controles no se conviertan en abusos,
que el poder utilice el respeto a la disidencia como fórmula de convivencia; es
necesario que se mantenga la separación de poderes, que haya un sistema de
justicia justo, que la libertad de los ciudadanos esté blindada contra los
abusos del poder, que el militarismo
desatado e irresponsable que impera en este país no entorpezca ni
atropelle el comportamiento civil de los ciudadanos.
No hay ni libertad ni democracia
si un gobierno detenta todos los poderes, si ante la crítica responde con
ofensas y falsas acusaciones, y de paso encierra en un calabozo militar a los
líderes de la oposición con montajes y expedientes que no aguantan una revisión
y menos aun si vive noche y día aplicando los viejos libretos de Fidel para la
represión a punta de presiones y amenazas desde el poder, como la de abrir por
el asunto de las firmas antiimperialistas solo referido a Estados Unidos y
dejando por fuera las injerencias cubanas, rusas, bielorrusas, iraníes, chinas,
incluyendo las de los movimientos islamistas más radicales, una lista
complementaria a la lista Tascón, amenazar con treinta años de cárcel a los
“traidores a la patria”, ir casa por casa, con los jefazos del gobierno al
frente, en un acto de coacción absolutamente condenable e inconcebible en un
Estado democrático, exigiendo la firma de todos los miembros de la familia, un
hecho aberrante que nos habla de una democracia secuestrada y severamente
ultrajada desde hace dieciséis años.
Los nefastos y repetidos errores
del gobierno que ya llevan dieciséis años, provocaron una crisis que el
gobierno cívico-militar, al no poder controlarla, achacó a una fulana guerra económica, a
factores de la oposición y a los clásicos enemigos externos acusándolos de
desestabilizadores, golpistas y hasta de magnicidas, sin un gramo de pruebas,
aumentando con ello la represión y la persecución al liderazgo opositor con su
discurso pugnaz, acusaciones sin fundamento y arbitrariedades por montones,
metido siempre en ese rincón tenebroso
en el que las verdades son ocultadas porque dañarían la fiesta. Por eso
despilfarra una enorme cantidad de dinero en una campaña con supuestos falsos y
mensajes más falsos aun, porque no es cierto que hay guerra económica más allá
que la que le tiene declarada el gobierno comunista a la empresa privada,
tampoco amenaza de invasión, ni cerco de guerra, ni hay embargo a la vista, y
mucho menos una disposición nacional a inmolarse. Lo que sí es cierto es que en
Venezuela el pueblo vive arrinconado por un discurso radical que promueve una
confrontación permanente que hace imposible que el país avance. Por eso vive de
exabrupto en exabrupto y de violación en violación, pretendiendo que nunca será
alcanzado por la Carta Democrática, o el Estatuto de Roma.
Desde su arrogancia estalinista,
el gobierno desestima la ola de opiniones críticas en su contra, atropella y
descalifica de manera brutal a todo dirigente extranjero sin importarle su
jerarquía, despotrica y calumnia a todo aquel que diga una expresión crítica
hacia su proceder antidemocrático. Su prepotencia y desfachatez ha llegado al
punto de no ser capaz de discernir y juzgar como preocupante que de aquella
total indiferencia internacional hacia su mal
comportamiento, que desde hace varios años los demócratas lamentamos,
comenzaron a surgir voces disidentes que cada día resuenan con mayor fuerza en
el mundo. Hoy, gracias a que el gobierno en el manejo de esta crisis política, económica y social que vive
Venezuela con una arbitrariedad, una irracionalidad y una radicalización de la
autocracia cívico-militar sin precedentes, el gobierno se quitó la careta y
quedó con su rostro dictatorial a la vista de todos. Es por eso que la lista de
voces honorables de la que forman parte, Oscar Arias, Felipe González, Julio
María Sanguinetti, Fernando Henrique Cardoso, Humberto Lacalle, Vicente Fox,
Sebastián Piñeras, Andrés Pastrana, Felipe Calderón, Alejandro Toledo y
centenares de líderes políticos a nivel mundial, que en el concierto
internacional han decidido defender a nuestros presos políticos, a López y
Ledezma, que constituyen la prueba viva de la
libertad y la democracia secuestradas, aumenta cada día de manera incontenible.
El gobierno, soberbio como es,
con su vocación totalitaria a cuestas, invocando una soberanía y una
independencia que no existe (allí está la prueba dolorosa de Guyana, perdida
gracias a las injerencias de Castro y Lula), se enfrasca, con fracaso
garantizado, en su intento de descalificar a líderes precedidos por
extraordinarias actuaciones públicas siempre con la bandera de la democracia
por delante, en mantener ocultas en las cortinas de la represión las verdades
que hieren a los venezolanos, como son la inseguridad, la inflación, la
corrupción, la violación de los derechos humanos, y para taparlos hasta
poblarán con sus claques insolentes las tribunas de la Cumbre, seguirán en su
empeño tratando de aislar a Estados Unidos y Canadá del debate latinoamericano,
para lo cual se gastarán los dólares que ya no tenemos, en la llamada Cumbre
Alternativa, y seguirán manteniendo en estado de secuestro a nuestra democracia
mientras esperan los números para las parlamentarias. Si ven un mínimo chance
es posible que las hagan con todas las trampas habituales y algo más, y si son
adversos esos números es posible que las aplacen hasta un mejor momento si es
que este llega antes de que el tiempo se les acabe, perdidos como están en un
laberinto sin salida. Contra las voces oficiales que condenan la decisión de
centenares de líderes democráticos mundiales, estamos millones y millones de
venezolanos gritando, ¡ellos están defendiendo la libertad, no sean estúpidos!
Por: Rubén Osorio Canales
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