Como consecuencia de la política
de restricciones a las divisas que progresivamente se han agudizado a partir
del gobierno de nicolás maduro, al demostrar una gran incapacidad para generar
lineamientos económicos productivos, la opinión de muchos ha sido indicar que
los venezolanos ahora tenemos al país por cárcel, debido a las dificultades que
representa querer salir de viaje fuera de Venezuela, pero en realidad, el
síndrome del detenido, es mucho más complejo que la sola perdida de la
libertad.
Esta situación cuya analogía la
han realizado con quienes están privados de libertad, ciertamente tiene muchas
semejanzas y graves consecuencias, por ser de carácter general y no individual
como el caso de alguna persona, que haya cometido un delito sancionado por
nuestro ordenamiento jurídico, con el agravante que todos los venezolanos, no
hemos cometido ningún delito, más allá de nuestra pasividad y paciencia para soportar los desaciertos innumerables de
nuestros líderes políticos, sin importar de cual color sean.
La cárcel está definida por los
expertos del tema, como un sistema total autónomo, con reglas propias no
escritas que implican una adaptación súbita del que ha sido privado de la
libertad, pues debe entender que ya no tendrá durante el tiempo de su condena,
las oportunidades que ofrece la vida plena en la sociedad, de esta manera, el
reo responde con el conocido rasgo de la adaptación agresiva, algo he podido
observar en las personas que han concientizado las consecuencias personales que
les acarrea la debacle económica del país.
El tema de conversación es
desmotivado, con un marcado conformismo
adornado por la impotencia de no poder hacer nada al respecto y con el
agravante, que a diferencia del reo que sabe cuando terminará su privación de
libertad, los venezolanos, no sabemos cuándo terminará esta pesadilla.
Las consecuencias para el país
serán desastrosas, hoy en día es imprescindible mantener un intercambio de
ideas, bienes, oportunidades y conocimiento con la comunidad internacional, así
lo requiere la globalización como fenómeno que rige el avance del mundo actual,
entonces, al aislarnos del resto del mundo, las consecuencias serian
infinitamente peores que las observadas en África y Cuba por citar ejemplos de
regiones y países que están al margen del desarrollo integral de sus
sociedades, con una brecha cada vez más amplia
con la tecnociencia, sus adelantos y beneficios en las aéreas del saber
humano, así como también en el ámbito de
la economía y el intercambio activo con el entorno internacional.
Aislarnos en este momento, donde
la VII Cumbre de las Américas que recién acaba de terminar, ha demostrado que
el desarrollo de la región solo se logrará cuando resaltemos nuestras
semejanzas y dejemos a un lado las
diferencias para integrarnos como bloque productivo, frente a la Unión Europea
y los países emergentes asiáticos, donde todos los Presidentes de las naciones
han coincidido que la educación es la catapulta para entrar definitivamente al
siglo XXI en condiciones de igualdad con los países desarrollados, mientras en Venezuela, hemos vuelto a la antigua práctica del
“Estado Docente”, vigente durante década de los 70 en nuestra región, para
justificar las misiones educativas, con estrategias fuera de contexto de
aprendizaje válido en la actualidad,
aunque sean útiles para abultar las estadísticas que entregamos a los
organismos internacionales para mentirnos y mentir, con números de un falso
desarrollo, aislarnos frente a esta innegable realidad, seria mortal, pues en
un par de años más, solos y bajo el imperio de esta barbarie, el mundo nos
habrá dejado irremediablemente atrás.
Entonces, la crisis de no poder
salir del país, ya no es cuestión de los “raspa cupo” y son mucho más complejas
sus consecuencias para todos los venezolanos, que solo lamentarnos por no poder
salir de compras en otros lugares del mundo…no solo estamos presos entre
nuestras fronteras, estamos ante el inminente aislamiento, en un mundo interconectado.
Rodolfo Piña
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