Immanuel Kant |
En mi último artículo dejé
pendiente discutir con mayor detalle los dos ejes centrales de la política: el
poder y la ideología. En esta ocasión me ocuparé de lo segundo
En mi último artículo dejé
pendiente discutir con mayor detalle los dos ejes centrales de la política: el
poder y la ideología. En esta ocasión me ocuparé de lo segundo.
Ideología, en el caso particular
de la política, se refiere a un conjunto de ideas, sistemáticamente
organizadas, que muestran el orden social que se pretende construir, y que
guían la acción dirigida a conseguirlo.
Pero ¿De qué está compuesta una
ideología política? O puesto de otra forma más practica ¿Qué cosas le
pudiéramos pedir a un político o a un partido que nos aclare sobre su postura
ideológica? La respuesta, a mí entender, incluye al menos dos temas
fundamentales: la perspectiva moral y el concepto de justicia.
La primera suele dejarse de lado;
una respuesta contundente puede ser una camisa de fuerza para acciones futuras.
La pregunta moral fundamental es ¿Qué es lo bueno? Es una pregunta de
implicaciones enromes y complejas, pero no hay excusa para que quien pretenda
dirigir no haga continuos intentos para contestarla de forma responsable.
Veamos el tema a través de dos
perspectivas morales de mucha influencia hasta: el Kantismo y el Utilitarismo.
Immanuel Kant plantea que la razón nos permite conocer nuestros deberes. Uno de
esos “imperativos categóricos” sería tratar a todas las personas como fines en
sí mismos, y no sólo como medios para nuestros intereses.
Para el utilitarismo por otro
lado, lo bueno es aquello que maximiza la utilidad. Jeremy Bentham, máximo
exponente del utilitarismo, definía utilidad como felicidad. La felicidad de
todos valdría lo mismo, y por tanto, la felicidad de dos personas vale más que
la de una.
Planteo estas posturas para
ilustrar el poder práctico que pueden tener. Supongamos, por ejemplo, que se
pretende legislar sobre la posibilidad del estado de asesinar inocentes para
proteger a un número mucho mayor de personas. Un ejemplo sería la posibilidad
de derribar un avión secuestrado antes de que pueda ser estrellado contra un
número enorme de personas. El utilitarista pudiera argumentar que es más
valiosa la vida de muchos que la de pocos.
Un kantiano pudiera contestar que
nadie puede ser usado como un simple medio, por tanto el Estado no tendría
derecho jamás de matar a alguien. Pudiéramos discutir muchas perspectivas y
muchos ejemplos, pero la intención aquí es únicamente mostrar que diversos
planteamientos morales tienen enormes impactos en la vida real de una
comunidad.
Pasemos al segundo tema ¿Qué es
lo justo? Esa discusión sí ha jugado un rol más claro en el debate político
tradicional. Es, además, lo que le da significado a la clasificación más común
de las ideologías: derecha e izquierda. A falta de espacio para discutir las
posibles ideas de justicia, veamos la clasificación que hace el filósofo y
politólogo italiano Norberto Bobbio.
En términos muy simples, lo que
separaría a la izquierda de la derecha sería la posición frente a la igualdad;
la derecha diría que lo justo es una igualdad exclusivamente ante la ley, y la
izquierda buscaría también agregar algunas igualdades materiales. Los extremos
en ambos casos se diferenciarían de los moderados por su disposición a
sacrificar libertades para lograr su perspectiva de igualdad.
Puesto de otra forma, los extremos
sería la versión no democrática de la visión. De esa distinción surgen cuatro
clasificaciones generales. En la extrema izquierda estarían los igualitarios y
anti-liberales (ej.: Comunismo), en la centro izquierda los igualitarios y
liberales (ej.: Socialdemócratas), en la centro derecha los liberales no
igualitarios (ej.: libertarios), y en la extrema derecha los no-igualitarios y
no liberales (ej.: Nazismo).
Sería muy apresurado proponer que
esas dos dimensiones conforman la totalidad del contenido de las ideología
políticas. Sin embargo, esas dos perspectivas deberían pesar enormemente en
todas las otras posibles planteamientos, incluyendo temas prácticos como
estructura y actividad partidista, así como programas de políticas públicas.
Moral y Justicia deberían ser por tanto el marco en el cual se piensa y define
todo lo demás.
Las ideologías en general, y más
específicamente los dos pilares planteados, no son siempre mostradas de forma
clara por nuestros políticos. En Venezuela es común escuchar líderes diciendo
que son “pragmáticos” con orgullo. Supongo que quieren decir que su compromiso
es con las soluciones, sin importar la ideología.
Vale la pena cuidarse de quien
así piensa. Pragmáticos suelen ser quienes simplemente desean el poder,
incluidos quienes creen que las buenas intenciones son suficiente guía.
Infinidad de ejemplos prácticos nos muestran que líderes virtuosos y razonables
pueden diferir diametralmente en cómo manejar una misma situación. Esa
diferencia la marca la ideología.
Por: Diego Oteyza/@diego_op
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