martes, 17 de marzo de 2015

PODER E IDEOLOGÍA

Immanuel Kant
En mi último artículo dejé pendiente discutir con mayor detalle los dos ejes centrales de la política: el poder y la ideología. En esta ocasión me ocuparé de lo segundo
En mi último artículo dejé pendiente discutir con mayor detalle los dos ejes centrales de la política: el poder y la ideología. En esta ocasión me ocuparé de lo segundo.
Ideología, en el caso particular de la política, se refiere a un conjunto de ideas, sistemáticamente organizadas, que muestran el orden social que se pretende construir, y que guían la acción dirigida a conseguirlo.

Pero ¿De qué está compuesta una ideología política? O puesto de otra forma más practica ¿Qué cosas le pudiéramos pedir a un político o a un partido que nos aclare sobre su postura ideológica? La respuesta, a mí entender, incluye al menos dos temas fundamentales: la perspectiva moral y el concepto de justicia.
La primera suele dejarse de lado; una respuesta contundente puede ser una camisa de fuerza para acciones futuras. La pregunta moral fundamental es ¿Qué es lo bueno? Es una pregunta de implicaciones enromes y complejas, pero no hay excusa para que quien pretenda dirigir no haga continuos intentos para contestarla de forma responsable.
Veamos el tema a través de dos perspectivas morales de mucha influencia hasta: el Kantismo y el Utilitarismo. Immanuel Kant plantea que la razón nos permite conocer nuestros deberes. Uno de esos “imperativos categóricos” sería tratar a todas las personas como fines en sí mismos, y no sólo como medios para nuestros intereses.
Para el utilitarismo por otro lado, lo bueno es aquello que maximiza la utilidad. Jeremy Bentham, máximo exponente del utilitarismo, definía utilidad como felicidad. La felicidad de todos valdría lo mismo, y por tanto, la felicidad de dos personas vale más que la de una.
Planteo estas posturas para ilustrar el poder práctico que pueden tener. Supongamos, por ejemplo, que se pretende legislar sobre la posibilidad del estado de asesinar inocentes para proteger a un número mucho mayor de personas. Un ejemplo sería la posibilidad de derribar un avión secuestrado antes de que pueda ser estrellado contra un número enorme de personas. El utilitarista pudiera argumentar que es más valiosa la vida de muchos que la de pocos.
Un kantiano pudiera contestar que nadie puede ser usado como un simple medio, por tanto el Estado no tendría derecho jamás de matar a alguien. Pudiéramos discutir muchas perspectivas y muchos ejemplos, pero la intención aquí es únicamente mostrar que diversos planteamientos morales tienen enormes impactos en la vida real de una comunidad.
Pasemos al segundo tema ¿Qué es lo justo? Esa discusión sí ha jugado un rol más claro en el debate político tradicional. Es, además, lo que le da significado a la clasificación más común de las ideologías: derecha e izquierda. A falta de espacio para discutir las posibles ideas de justicia, veamos la clasificación que hace el filósofo y politólogo italiano Norberto Bobbio.
En términos muy simples, lo que separaría a la izquierda de la derecha sería la posición frente a la igualdad; la derecha diría que lo justo es una igualdad exclusivamente ante la ley, y la izquierda buscaría también agregar algunas igualdades materiales. Los extremos en ambos casos se diferenciarían de los moderados por su disposición a sacrificar libertades para lograr su perspectiva de igualdad.
Puesto de otra forma, los extremos sería la versión no democrática de la visión. De esa distinción surgen cuatro clasificaciones generales. En la extrema izquierda estarían los igualitarios y anti-liberales (ej.: Comunismo), en la centro izquierda los igualitarios y liberales (ej.: Socialdemócratas), en la centro derecha los liberales no igualitarios (ej.: libertarios), y en la extrema derecha los no-igualitarios y no liberales (ej.: Nazismo).
Sería muy apresurado proponer que esas dos dimensiones conforman la totalidad del contenido de las ideología políticas. Sin embargo, esas dos perspectivas deberían pesar enormemente en todas las otras posibles planteamientos, incluyendo temas prácticos como estructura y actividad partidista, así como programas de políticas públicas. Moral y Justicia deberían ser por tanto el marco en el cual se piensa y define todo lo demás.
Las ideologías en general, y más específicamente los dos pilares planteados, no son siempre mostradas de forma clara por nuestros políticos. En Venezuela es común escuchar líderes diciendo que son “pragmáticos” con orgullo. Supongo que quieren decir que su compromiso es con las soluciones, sin importar la ideología.
Vale la pena cuidarse de quien así piensa. Pragmáticos suelen ser quienes simplemente desean el poder, incluidos quienes creen que las buenas intenciones son suficiente guía. Infinidad de ejemplos prácticos nos muestran que líderes virtuosos y razonables pueden diferir diametralmente en cómo manejar una misma situación. Esa diferencia la marca la ideología.


Por: Diego Oteyza/@diego_op

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