lunes, 2 de febrero de 2015

VLADIMIR PADRINO ¿EL MALDITO?

"Dios nos preserve de que el ejército vuelva sus armas contra los ciudadanos."


Simón Bolívar

Venezolanos contra venezolanos
Ya lo hemos señalado en anteriores artículos: desde los orígenes de la civilización hasta nuestros días, el peor enemigo del Hombre ha sido el hombre. Ninguna catástrofe natural ha causado tanto y tan sostenido dolor como el que nos hemos causado los seres humanos entre nosotros mismos.
Los venezolanos no hemos estado exentos de esa tragedia. No ha habido catástrofe, terremoto, inundación o peste que haya causado tanta mortandad entre venezolanos como las que nos hemos causado entre nosotros.
El peor enemigo del venezolano, paradójicamente, ha sido el venezolano. Sobre todo aquel que desde el poder ha intentando masificar su delirio autocrático a través del criminal uso de las armas, la represión y la persecución social y política.

El sátrapa Hugo Chávez es un perfecto ejemplo de lo que digo, intentó llegar al poder en 1992 disparándole una bala en la cabeza a sus “hermanos del alma” militares en sendos golpes de estado, asesinando a centenares, y una vez que llegó a él -al poder- no sólo asesinó a decenas de venezolanos de la misma manera, también disparó una bala infame en la frente de la fraternidad venezolana, hiriéndola de muerte.
Tristemente hoy sus compinches intentan legalizar su fratricidio.

Ojo por ojo, Venezuela quedará ciega
No perderé el tiempo con fastidiosos leguleyismos. No hace falta. Muchos razonarán mejor que yo los alcances inconstitucionales e ilegales de la resolución fratricida (008610) que acaba de emitir el disparatado madurismo (no por disparatado deja de ser criminal) y que autoriza el uso de la fuerza potencialmente mortal -a través de armas de fuego- contra manifestaciones pacíficas.
Lo que me preocupa no es la ilegalidad de la resolución, lo que me espanta es que la demencia se está desbordando y nos está anunciando el preámbulo de una confrontación genocida entre venezolanos, otra más.
No exagero.
Esta licencia para matar además de ser inconstitucional porque desconoce la prohibición expresa del uso de armas de fuego en manifestaciones pacíficas que establece el papel higiénico (azul y con estrellitas) que es la constitución chavista, va a motivar, por abusiva e irracional, que muchos venezolanos aludiendo su derecho humano a la vida y a la legítima defensa opten por vías legítimas -pero violentas- para defenderse.
Ojalá no sea así, evitémoslo. El diálogo político sería una bala mortal. Ojo por ojo, Venezuela quedará ciega.

Vladimir Padrino ¿el maldito?
No fue el Libertador Simón Bolívar quien señaló: “Maldito el soldado que vuelva sus armas contra el pueblo”, para sorpresa de muchos fue el cínico de siete suelas Hugo Chávez Frías.
A mi entender, salvo opinión contraria y con la humildad de ser corregido si fuera necesario, el pronunciamiento del embalsamado, a quien su amado heredero Nicolás pudre -como trofeo- en una montaña, es una derivación del discurso que Bolívar pronunció para el proyecto de constitución de Bolivia y que reza: “Dios nos preserve de que -el ejercito- vuelva sus armas contra los ciudadanos”.
Chávez tenía una peculiar capacidad de gargajear al aire y embarrarse a sí mismo con su propio moco autocrático. No tengo espacio ni tiempo para relatar -una tras otra- las gargajeadas verbales que lanzó sobre su propia jeta. Son tantas y tan variadas, que es imposible enumerarlas.
Pero la maldición que se lanzó a sí mismo como soldado por volver sus armas y disparar contra venezolanos inocentes, asesinándolos a mansalva, fue la peor, le envenenó las entrañas y lo condujo a su prolongada última agonía y muerte.
No soy yo -no me atrevería- quien vocifera una maldición desde los infiernos contra los soldados que disparen contra el pueblo de Venezuela, tampoco es Bolívar, es Chávez.
¿Será el general Vladimir Padrino otro maldito?
Chávez lo dijo, no yo.

No hay balas suficientes para doblegar una idea
Desde 1830 las balas venezolanas -lamentable y trágicamente- sólo se han usado para asesinar venezolanos. Chávez y su heredero Nicolás no han marcado ninguna diferencia, todo lo contrario, han asesinado a mansalva, con certeros disparos a la cabeza, a nuestro pueblo.
Ahora Vladimir Padrino, como en su desgarrador momento lo hizo Hitler, Mao, Stalin o Mussolini, intenta legalizar el fratricidio.
No permitiremos que se maldiga a sí mismo.
No hay balas suficientes para doblegar una idea de justicia, no las hay ni las habrá. En esta coyuntura Venezuela no sólo resiste, Venezuela cambia. No hay espacio ni tiempo para el miedo.
Las únicas ocasiones desde que nacimos como nación independiente y soberana en las cuales las fuerzas armadas venezolanas han luchado contra fuerzas militares extranjeras, fue -otra paradoja- contra el ejército cubano de Fidel Castro (I967, invasión de Machurucuto) y contra las fuerzas terroristas y narcotraficantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sólo en esas dos ocasiones hemos combatido contra ejércitos extranjeros en casi doscientos años. Insólito ¿verdad? Cuba y FARC, nada más y nada menos.
Curiosamente, esas fuerzas extranjeras -los Castro y las FARC- hoy ocupan el poder político en Venezuela. Maduro es su títere. Estoy convencido de que las Fuerzas Armadas de Venezuela, en su momento, desconocerán al títere y a Padrino, apuntarán sus armas y dispararán -si fuese necesario- no contra venezolanos sino contra las fuerzas invasoras extranjeras cubanas y terroristas.
No sólo es su obligación republicana y patria, es su obligación moral.
Además, sin ninguna duda, los militares saben que en las manifestaciones pacíficas de la oposición siempre están sus hijos y sus esposas. No dispararán.
En todo caso, si lo hicieren, si se maldijesen a sí mismos y a sus familias, si disparasen contra su pueblo, hay que señalar frente a la historia que probablemente ellos tienen balas pero nosotros tenemos un inmortal e infatigable sueño de libertad, que no se rinde ni rendirá jamás.
¡Disparen, no nos doblegan!

La historia del sol y la libertad
La historia del sol es una llamarada que pervive, que no cesa.
La libertad ha sido un sol que pervive en nuestro espíritu, su llamarada no cesa, arde… arde permanentemente en ti y en mí.
Los venezolanos seremos antorchas humanas que iluminaremos el siglo, ardemos por un sueño de libertad.
La historia del sol siempre ha sido la misma: arde; y la de la libertad igual.
Arderá frente a los malditos…
Por: Gustavo Tovar Arroyo.

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