Cada vez es más lejana la idea de
que esta mafia que instaló un régimen dictatorial en nuestro hermoso país, en
algún momento decida hacer algo por mejorar la situación. Siguen colocando como
prioridad robar a toda costa y en el camino ir generando mecanismos que los
ayuden a ocultar todas las trácalas y guisos que los han enriquecido durante 15
años.
No les basta con robar y
destrozar sino que, como el niño envidioso de la clase, quiere acabar con los
que lo hacen bien. No hacen lo que lógicamente deberían hacer, que sería
rodearse de gente capaz o por lo menos dejarlos trabajar en paralelo para que
mientras ellos destrozan, exista un grupo que construya. No, por años han
expropiado al que con esfuerzo construyó, al que creyó en el país y puso sus
ahorros, el fruto de su trabajo y su esperanza en Venezuela. ¿Cuántas historias
existen de familias que lo perdieron todo por un decreto presidencial que decía
que ellos eran los culpables de las desgracias ocasionadas por la inaptitud
chavista?
Desde hace años creer en el país
cuesta más y más. Cuesta mucho creer en lo hermoso o en el sembradío de
oportunidades que representa Venezuela, porque no me cabe duda de que si un
país vale la pena es este. Estos malandros envenenan la tierra, roban, queman,
violan, hacen todo lo inhumano para que nadie pueda soñar, como si estuvieran
frustrados porque incluso con todo el dinero robado no consiguen ese “algo” que
quien se aventura a invertir, logra cuando triunfa. Es una envidia malsana,
unas ganas de querer ser algo que no son, y por eso matan la vida, matan la
esperanza, matan la inversión.
¿Cómo se le dice a un joven de 20
años que está estudiando administración, que su idea de una tienda de deportes
en el interior puede ser un éxito, si mañana hay una crisis deportiva y sus
riesgos no son solo perder su inversión sino que pueden condenarlo a 10 años de
prisión? Hoy el directivo de uno de los proyectos más trascendentes del país
está tras las rejas ¿Por qué? ¿Porque desafió al régimen? ¿Porque acaparó? ¡No!
Está preso porque creyó en Venezuela, porque invirtió no para hacer un capital
propio, sino beneficiando al que en la punta del barrio tiene que pagar el
doble por alimentos que lo que paga el que vive en el corazón de la ciudad.
Pero eso, para los incompetentes que secuestraron el país, es un delito.
Porque ellos no saben asumir un
error, porque el régimen hace todo bien pero los ciudadanos hacen todo mal.
¡Qué malos son esos empresarios que a pesar de que se les recortan las
ganancias, se les recortan los dólares para importar, se les traba cualquier posibilidad
de producción nacional y se les amenaza, aún así se las ingenian para poder
seguir buscando como surgir! ¡Qué desalmados son de verdad esos empresarios
malucos que no ven el esfuerzo enorme del ilegítimo por destrozar el país!
Hoy, soñar en Venezuela tiene un
precio alto, creer en que esta tierra vale la pena te puede costar tu libertad,
ni siquiera defenderla o luchar por su democracia, solo trabajar en ella puede
significar tu perdición. Ese es el plan de incentivos del régimen dictatorial,
el que crea en Venezuela, puede terminar cinco sótanos bajo tierra, sin ver la
luz, en una tumba que no solo sepulta tu cuerpo, sino también tus sueños.
Quieren destrozarnos hasta los
huesos, odian a Venezuela y sus habitantes, no puede existir nadie hoy que crea
que estos ladrones están trabajando por el país. Como venezolanos debemos
despertar porque seguiremos recibiendo bofetadas hasta que decidamos quitar la
cara con valentía y digamos ¡NO MÁS!
Por Darío Ramírez/@darioramirez
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