En días recientes, el Frente
Institucional Militar emitió un comunicado para rechazar de plano los
señalamientos de Maduro que vinculan a oficiales, activos y en retiro, con una
supuesta aventura golpista, porque sus argumentos “no son suficientemente creíbles
ni resisten el menor análisis militar y técnico”.
Agrega el documento que
“pareciera más un nuevo montaje de unos hechos para tratar de distraer a la
opinión pública de la compleja y delicada situación nacional”. En síntesis,
otra olla, una más de la batería de cocinar fantasiosos complots para desviar
la atención ciudadana de las graves y muy críticas circunstancias que
caracterizan a una Venezuela sin rumbo ni esperanzadoras perspectivas de
satisfacer carencias y solucionar problemas a corto y mediano plazo.
No ha parado de reiterar el tren
ejecutivo, en lo que puede considerarse un acceso continuado de paranoia
oficial, su rosario de imputaciones al voleo (“la oposición ha cantado todo”,
comentó el componente civil de la fuerza gobernante) dirigido, puede suponerse,
a allanar el camino para la implantación de un estado de excepción que les
permita olvidarse de una vez por todas de la Constitución, como parece haberlo
hecho la máxima autoridad castrense del país.
Al respecto, el FIM “considera
que el contenido del mensaje que leyó el general en jefe Vladimir Padrino López
viola de manera flagrante la Constitución Nacional al afirmar que la Fuerza
Armada es revolucionaria, socialista y chavista. Planteamientos en este orden
solo conducen a debilitar los valores fundamentales de nuestra Institución: la
disciplina, la jerarquía, la
subordinación y el espíritu de cuerpo”.
La preocupación de los oficiales
democráticos en situación de retiro nos atañe a todos los que defendemos las
libertades fundamentales y los inalienables derechos humanos. Un estado de
emergencia le permitiría a este caciquismo opresor y sin ilustración suspender,
parcial o totalmente, las garantías establecidas en la carta magna y dar rienda
suelta a pavlovianos reflejos condicionados por el estalinismo y, así, poder
reprimir a placer y sin contemplaciones a sus adversarios políticos.
Es por ello que el gobierno echa
mano de teorías conspirativas sabiendo que basta con la sospecha para que la
duda se imponga a la veracidad. Chávez era muy dado a comentar las actividades
de sectas y grupos secretos; Maduro, que hasta en la manera de caminar quiere
parecerse a su predecesor, ha convertido la denuncia en aburrida salmodia cuyo
recitativo es una forma muy directa de amenazar a los contrarios y recordarles
quién tiene los medios y los recursos para ponerles a buen recaudo.
Que los estadounidenses nunca
pisaron la Luna y que el 11 de septiembre fue solo un “autoatentado” son
algunas de las zarandajas que remachan bobaliconamente quienes especulan con
improbables conjuras, a las que habría que agregar ahora el perpetuo complot
urdido por Washington, Bogotá y Madrid. ¿Habrá quien pueda tomarse en serio
tales monsergas?
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@Mivzlaheroica